❀ ¿Puede ser amor?

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La vida cotidiana de Do KyungSoo era bastante simple, justo como él. Le gustaba levantarse temprano y tener un momento especial con la taza que había comprado en el supermercado la temporada anterior. Degustar el maravilloso sabor del café en su boca para terminar de despertarse y para brindarle el calor que su cuerpo necesitaba para salir al trabajo, hacía de las mañanas del muchacho el mejor de los momentos.

KyungSoo trabajaba de ocho a dos de la tarde y de cuatro a siete, en una pequeña tienda de decoraciones, se había conseguido ese trabajo para ahorrar y tener un poco de dinero para sus gastos de la universidad. Se había tomado un año de descanso para poder nivelarse en el sentido económico y aunque sabía de antemano que eso le pesaría bastante en el futuro, era realmente necesario.

KyungSoo se abrigó bastante bien, se acomodó los zapatos y se observó al espejo, alisándose los cabellos un tanto rebeldes que no gustaba de engominar, así que los cepilló con sus propios dedos y después volvió a echar un vistazo, observando a un joven de veinte años que le devolvió una mirada serena.

El muchacho era de tamaño promedio, pese a que su mejor amigo fuese un completo gigante y siempre le hicieran burla en la escuela por ello. Era de los más bajos de su generación pero a él no le importaba, no lo hizo ni cuando le dijeron que a las chicas les parecía más atractivo un hombre de buena estatura.

Afortunadamente KyungSoo no sufría de nada de eso; él nunca se había enamorado y aunque sus amigos decían que eso era una completa locura, porque seguramente había tenido algún crush alguna vez, KyungSoo siempre cerraba los ojos y sonreía con satisfacción al decir que estaban equivocados, porque él nunca había sufrido por amores de ningún tipo.

Estaba agradecido, desde que trabajaba en aquel lugar, KyungSoo llegó a ver todo tipo de personas, comprando globos y regalos no solo costosos, sino que también bastante embarazosos, de esos que él no aprobaría jamás.

JongDae, su otro mejor amigo, siempre le decía que más temprano que tarde alguien llegaría a enamorarlo, a lo que KyungSoo no respondía porque lo cierto era que no estaba interesado.

No era que no quisiera enamorarse alguna vez, simplemente no le había ocurrido a lo largo de su corta vida y no estaba desesperado por saber qué se sentía.

Había permanecido tranquilo por mucho tiempo, detrás de aquel mostrador que se dedicaba a limpiar y acomodar todas las cosas que había en la pequeña tienda, porque se acercaba una fecha bastante importante y de demanda alta para ellos.

El día transcurría tranquilo, un poco más de lo esperado para ser finales de Enero, KyungSoo estaba prácticamente listo para cambiar toda la decoración del escaparate, así que se acercó para comenzar a retirar las cosas.

La señora Lee siempre le decía que debía remover toda la mercancía el día último del mes, para que todo quedara presentable siempre al primer día del mes siguiente, según la celebración que viniera acorde a las fechas.

Estaba un poco enredado con algunas cosas cuando la campanilla de la puerta sonó, así que se giró para observar al recién llegado, frunciendo un poco porque el muchacho se detuvo frente a él y lo veía con cierta curiosidad.

ㅡ ¿Necesitas ayuda?

KyungSoo negó repetidamente y se aclaró la garganta, dando tumbos para alejarse del escaparate, con las mejillas un poco arreboladas porque había sido sorprendido en aquella extraña situación, con un par de colguijes en la cabeza, que habían caído de manera desprevenida sobre él.

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