Parte 2 (final)

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Pensamientos de JK Rowling

En el comienzo de la saga, Draco es el arquetipo de matón en todos las aspectos. Cree de forma incuestionable en su superioridad heredada gracias a la sangre limpia de sus padres, así que le ofrece a Harry su amistad pensando que la aceptará automáticamente. La riqueza de su familia contrasta con la pobreza de los Weasley, lo que es también motivo de orgullo para Draco a pesar de que la sangre de los Weasley sea tan limpia como la suya.

Todo el mundo es capaz de identificar a Draco porque todos conocemos a alguien como él. Dependiendo de las circunstancias en las que nos encontramos con este tipo de gente, puede llegar a ser exasperante, ridículo o intimidante su convencimiento de que son seres superiores. Draco es capaz de provocar todos estos sentimientos en Harry, Ron y Hermione en distintas ocasiones.

Mi editor de Reino Unido cuestionó el hecho de que a Draco se le diera tan bien la Oclumancia, rama que Harry jamás pudo dominar (a pesar de que fue capaz de producir un patronus desde muy joven). Mi razonamiento fue que era perfectamente congruente con el personaje de Draco, puesto que alguien así sería capaz de controlar sus emociones, aislarlas de todo lo demás y negar partes esenciales de sí mismo. Al final de la Orden del Fénix, Dumbledore le dice a Harry que el hecho de que pueda sentir tanto dolor es una parte esencial de su humanidad. Con Draco intenté demostrar que la negación del dolor y la represión de los conflictos internos solo generan personas con problemas (mucho más proclives a hacer daño a los demás).

Durante casi un año entero, Draco es incapaz de darse cuenta de que es el verdadero propietario de la Varita de Saúco. Y es bueno que así sea, en parte porque el Señor Tenebroso es versado en Legeremancia y habría matado a Draco en un abrir y cerrar de ojos de haber conocido una pequeña parte de la verdad; pero también porque, aun dejando de lado sus remordimientos de conciencia, Draco es víctima de todas las tentaciones aprendidas: entre ellas, la violencia y el poder.

Me compadezco de Draco, del mismo modo que Dudley me da pena. Haber sido educado por los Malfoy o los Dursley tiene que ser una experiencia lamentable y Draco tiene que sufrir dificultades horribles como consecuencia directa de los principios tan erróneos de su familia. Sin embargo, los Malfoy cuentan con una gracia salvadora: se quieren entre ellos. Draco se mueve por miedo de que les pase algo a sus padres y a sí mismo, mientras que Narcissa lo arriesga todo al mentir a Voldemort al final de las Reliquias de la Muerte diciéndole que Harry está muerto. Lo hace por el mero hecho de reunirse con su hijo.

Por todo esto, Draco sigue siendo una persona de moralidad dudosa en los siete libros publicados y he tenido que subrayar en varias ocasiones lo desconcertante que me resultaba que a muchas chicas les guste este personaje de ficción en particular. No le quito mérito al atractivo de Tom Felton, quien interpreta a Draco de manera brillante en las películas y que, aunque resulte irónico, es probablemente la persona más amable que existe. Draco cuenta con todo el atractivo oscuro del antihéroe y las chicas suelen ser propensas a idealizar a este tipo de gente. Todo esto me deja en la poco envidiable posición de tener que inculcar algo de sentido común en las ensoñaciones de las lectoras cuando les digo, de manera bastante severa, que Draco no ocultaba un corazón de oro bajo su desdén y sus prejuicios. También niego que Harry y él estuvieran destinados a ser los mejores amigos.

Me imagino que el Draco adulto encarna una versión modificada de la existencia de su padre: habita la Mansión Malfoy con su mujer e hijo y es un hombre rico e independiente que no necesita trabajar. Veo en sus aficiones una confirmación más de su naturaleza dual. La colección de artilugios tenebrosos es parte de su historia familiar. Eso sí, los mantiene en sus cajas de cristal y no los utiliza. Sin embargo, su extraño interés por los manuscritos de alquimia, con los que nunca intenta crear una piedra filosofal, señala el deseo de obtener algo más que riqueza, quizás el querer ser mejor persona. Tengo grandes esperanzas de que eduque a Scorpius para que sea un Malfoy mucho más amable y tolerante que él de joven.

Draco tuvo muchos apellidos antes de decidirme por “Malfoy”. En varios momentos en los primeros borradores aparece como Smart, Spinks o Spungen. Su nombre de pila viene de una constelación, el dragón, aunque el centro de su varita es de unicornio.

Esto era simbólico. Después de todo, y aun a riesgo de reavivar fantasías poco saludables, hay un pequeño resquicio de bondad en el corazón de Draco.

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