Estrella fugaz

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Tener su presencia en casa lo había cambiado todo.

Por supuesto que lo conocía desde que era pequeño, incluso en los años recientes era como un miembro más de su familia. Para su hijo era un gran amigo y maestro, y nunca podría terminar de agradecerle por eso.

Sin embargo, mientras se encontraba sentada a lado de esa maltratada cama de hospital, pensó que ya no lo veía igual que antes. Cuando creyó que podía perderlo, le dió un vuelco al corazón. Ese miedo de verlo morir igual que a tantos otros la dejó desconcertada por varios días.

Quería engañarse pensando que era natural, dada la situación. Pero se contradecía a ella misma pasando noches enteras en vela simplemente viéndolo dormir, dándole cuidados para que mejorara de salud. Muchos recuerdos llegaban a su mente.

De pronto se le hizo costumbre hablar con Gohan como si se encontrara despierto. Hablaba sobre su proyecto para viajar en el tiempo, de lo que pasaba con los androides, lo que había hecho Trunks en el día... incluso compartía sus pensamientos más profundos, aquellos que no podía contarle a nadie.

Sin darse cuenta, la terrible desolación que la azotaba desde hacía mucho estaba desvaneciéndose. Ya no se sentía sola.

No fue sino hasta que la mañana en la que él finalmente despertó, que Bulma tuvo que volver a la realidad.

La sorprendió mientras dormitaba en un pequeño sillón. Gohan abrió los ojos repentinamente y miró a su alrededor. Allí se encontraba ella, envuelta en un cobertor viejo y maltratado.

El muchacho quiso hacer memoria de qué había ocurrido antes de despertar, pero a su mente solo llegaban imágenes difusas... y una voz que no dejaba de sonar en sus recuerdos. Una muy dulce. Una que no dejaba de repetir su nombre. En medio de la oscuridad deseaba responderle, pero no lo lograba, ni siquiera sabía exáctamente de quien se trataba. Solo hasta que despertó, supo que la mujer de cabello azul era quien lo llamaba siempre.

Recordó aquella noche, hace ya algún tiempo, cuando cometió lo que pensaba había sido un grave error.

Voló hasta la Corporación Capsula, con Trunks en brazos. Su día de entrenamiento había dejado tan exhausto al chico que no pudo volver a casa por su cuenta. Era entrada la noche, cuando ambos aparecieron frente a la puerta principal. Gohan llevó a su discípulo hasta su cama, Bulma se ocupó de arroparlo.

-Gracias por traerlo- dijo ella cerrando la puerta de la habitación de Trunks. Meditó por unos segundos- ¿Por qué no te quedas? Te daré algo de comer.

-No fue nada. Tengo que irme ahora- respondió Gohan intentando evadir la situación.

-Insisto- Bulma lo tomó suavemente del brazo mientras intentaba alejarse.

No tuvo más remedio que aceptar. Quería evitar molestias, pero de verdad tenía hambre. Hacía mucho que no disfrutaba de una comida en forma como la que Bulma había hecho ese día. Consideró que no se comparaba a la cocina de su madre, pero con tan pocos víveres al alcance tampoco se podía hacer mucho.

Cuando Gohan terminaba su plato de arroz, la luz se cortó. Bulma procedió a encender unas cuantas velas. En medio de la oscuridad, sus ojos azules brillaban con intensidad.

-Esto pasa con frecuencia, no es importante- le dijo a Gohan.

Se suponía que Gohan iba a dormir en una habitación junto a la de Trunks, pero simplemente no podía. Cualquier ruido del exterior se aislaba perfectamente. Estaba inquieto, y quién no lo estaría con esos androides rondando por ahí. Prefería permanecer alerta. Así que fue a un balcón y se sentó en el barandal. Miraba el cielo tupido de estrellas y la luna creciente. Permaneció alerta un buen rato, hasta que apareció Bulma detrás de él.

-¿No puedes dormir?

-No. Sería impertinente de mi parte bajar tanto la guardia.

-Aún un guerrero como tú tiene que descansar.

Gohan permaneció serio. Miró a Bulma para indicarle que no había problemas. Ella se paró junto a él y también miró al cielo.

-Lo único bueno de que haya escasez de energía es esto. Antes un par de estrellas eran apenas visibles- soltó una pequeña sonrisa- a veces quisiera volver a viajar por el espacio. Ser una mujer joven, bella y aventurera.

-Aún lo eres.

-Mmh no. Eso quedó atrás, ahora tengo que cuidar de mi hijo.

-Me refería a que, aún eres bella.

Bulma se puso seria por unos momentos, volvió a desviar la vista al cielo estrellado.

-Pero no joven- suspiró profundamente- a veces quisiera volver atrás y arreglarlo todo. Volver a empezar.

Gohan bajó del barandal para ponerse junto a la mujer, la miró con más seriedad que antes.

-Desgraciadamente, solo tenemos esta realidad y este mundo. Tenemos que seguir peleando por él.

Bulma lo miró a los ojos y dibujó una sonrisa.

-¿Recuerdas esa vez que dije que eras igual a tu padre? Ahora me doy cuenta de que solo es un parecido físico. Has madurado- poco a poco se fue acortando la distancia entre ellos, con cuidado puso su mano sobre el pecho de Gohan- Pero me pregunto si fue la forma correcta de hacerlo- habló casi con pena en el corazón. Ese niño tierno se había endurecido por dentro. Era rara la ocasión en la que dejaba salir su verdadero ser, ya se limitaba a mantenerse firme ante todo.

Inesperadamente, Gohan sujetó su mano y la besó con ternura. Ella tenía la piel helada y la calidéz del saiyajin invadió su cuerpo.

No se sabría decir si la soledad de ambos o la oscuridad de esa noche fue el detonador para inhibir sus sentimientos, pero lo que sí es seguro es que por un efímero momento sus almas se conectaron.

Parecía un amor prohibido, estaban escondidos del resto del mundo y así querían permanecer, pero no estaban seguros de porqué.

Esa noche se refugiaron en los brazos del otro. Aliviaron horribles recuerdos con cada suave caricia. Olvidaron todas sus pérdidas con cada beso apasionado. Todo parecía ser posible mientras permanecieran refugiados entre las sábanas.

Pero al amanecer todo fue diferente.

Se dieron cuenta de que en su mundo no había cabida para sueños y esperanzas, mucho menos para algo como el romance. Solo quedaba sobrevivir a como diera lugar.

Sumergido en sus pensamientos, Gohan supo que era mejor partir. Ahora que había mejorado. No podría resistir de nuevo la tentación de amar a esa mujer. No era lo apropiado para nadie. La muerte estaba tan cerca y era tan frecuente, que era mejor dejarlo todo antes de que fuera muy tarde.

"Nunca me arrepentiré de lo que pasó entre nosotros y aún así me siento culpable, como si lo hubiera traicionado. Pienso en Vegeta a cada momento, y temo que jamás dejaré de hacerlo. Eres muy importante para mí, pero no soportaría perder a alguien más".

La había escuchado decir eso alguna vez mientras se encontraba inconsciente. Era lógico. Así que se limitó a dejar todo atrás, sin decir una palabra.

Bulma despertó al sentir el aire acariciar su cabello. Se sobresaltó y miró de inmediato la cama donde dormía Gohan. Pero no se encontraba ahí. Miró por la habitación y solo encontró la ventana abierta de par en par. Supo que se había ido. Se preguntó si se volverían a encontrar algún día. Lo deseó, y al mismo tiempo rogó que no. Ya no podría contenerse y se dejaría llevar por sus sentimientos. Aún así, guardó con cariño esos momentos en los que se sintió como no lo había hecho en mucho tiempo. Gohan era como una estrella fugaz que había iluminado su vida y le agradeció por eso.

Estrella fugazWhere stories live. Discover now