El pacto

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Despertarse por la mañana sabiendo que es un día igual que el anterior y que lo será igual que el siguiente, a nadie le gusta. Pero hay que estudiar, para poder trabajar y en un final conseguir dinero para vivir tranquilo cuando apenas te quedarán 10 años de vida. Esa es la sociedad en la que vivimos. A no ser que ya hayas nacido en una familia rica y ya tengas la vida solucionada. El caso de Meri es algo común. Con sus 18 años está estudiando lo que le gusta. Un curso superior para ser forense. Su vida, al menos de momento, es de lo más normal. Entre semana va a clases, y los findes queda con amigos. Es una chica que se encariña bastante rápido de la gente, por lo que sus amistades las suele apreciar mucho. Justo el sábado había quedado para salir por ahí a dar una vuelta. El grupito era pequeño, unas 6 personas, pero justo por eso molaba, y lo hacía bastante especial. Leo, o mejor dicho Hana, su novio, Mar, una de sus mejores amigas, Kike, un chaval que conocía por Mar y era bastante guay y otro Leo, aunque para ella siempre será Misha, uno de sus mejores amigos. Le gusto mucho esos apodos y así se quedaron. Todos se conocían, de hace varios años o meses. En el grupo había bastante confianza, por lo que ni siquiera hacia falta a veces usar palabras. Con la simple manera de comportarse una persona los demás sabían si le pasaba algo malo. Ese día fue simplemente de risas. Quedaron en una zona común, y desde ahí se fueron a cenar. Luego por la noche, empezaron a comportarse como unos adolescentes. Supongo que con esa palabra está claro por donde voy. El domingo por la mañana, o justo después de haber llegado a casa, se pasaban por un grupo que tenían fotos, videos o cosas relacionadas con aquel día. Hasta a veces que hablaban para volver a quedar ya el próximo finde. Meri estaba muy entusiasmada porque justo el lunes iba a tener un caso bastante poco común, y bastante extraño. Al fin y al cabo, eran prácticas, por lo que tampoco se podía ver gran cosa, pero esta vez, fue diferente. Por la noche se había puesto el reloj para que sonase por la mañana. La mañana empezó bastante mal, y lo que le quedaba... El móvil se había quedado sin batería, por lo que no sonó. Tenia que hacerlo todo muy deprisa. Se duchó, se puso la ropa encima se hizo un bocadillo y salió de casa pitando. De camino intento encender el móvil, pero en vano. Estaba frito, por lo que no les podía decir a sus compañeros o al profesor que llegaba tarde. En un final llegó a la sala donde estaban sus compañeros haciendo las prácticas. Se fue deprisa a cambiarse mientras se excusaba por no haber llegado a tiempo. Ya preparada, se fue hacia a la mesa, con su bisturí personal. Parece una locura, pero tenia muchas ganas de abrirlo... Un compañero suyo se apartó dejándole un poco de espacio para que pudiese observar e interactuar. El bisturí se le cayó, apenas tardó un segundo en tocar el suelo. El grito que pego llego desde la primera planta, donde ellos estaban, hasta la cuarta. Se cayó de rodillas, no podía parar de llorar, tenía las manos cubriéndose la cara dejándose ver a través de los ojos, las lágrimas apenas la dejaban ver. No se podía creer lo que había visto. Todos quedaron petrificados. No entendían que pasaba, algunos fueron a hablar con ella, otros se fueron a llamar a sus padres. No podía parar. Lo que sentía le comía por dentro. Sentía como una presión en el pecho. No solo por la persona que estaba en la camilla, sino por que ese era el último sitio que se lo esperaba encontrar. Era Misha. Tenia el brazo derecho carbonizado, y agujero de cuchillo de unos 7 cm de profundidad justo en medio del pecho, así, atravesándole el corazón. Sus padres vinieron a recogerla. Se lo contaron todo a ellos, por si más tarde preguntara el cómo o el porqué. Por lo que se consta en los papeles, el domingo, a las 4 de la mañana, el edificio de al lado, que esta pegado a su habitación, tenía una bomba. No fue la explosión lo que le mató, aunque si le debilitó a niveles muy alto. Apenas se podía mover. En la puerta le esperaba el causante de la explosión. Nada más verlo, lo clavo el cuchillo en el pecho y salió corriendo del sitio. Era un lunático, nada más, pero aquel lunático mato a una persona inocente, y destruyo una parte de otra. Meri estaba en su casa, en su habitación, en su cama. Mirando a la nada y pensando en él. Ella sabía que Dios no la podía ayudar, ni siquiera creía en él, y ahora menos después de lo que pasó. Entre lágrimas secas que se le quedaban en la cara, se dirigía al baño, para mirarse al espejo. Estaba destrozada. Ya era de noche. El tiempo pasaba de la manera más extraña. Estaba en la cama, mirando hacia a la pared. Mientras cerraba los ojos e intentaba dormir, se decía para sí misma, que, haría cualquier cosa, para que al menos, pudiera volver a hablar, aunque sean 5 minutos con Misha. Y mientras las lágrimas seguían deslizándose por su mejilla, el sueño la acomodo y se quedo ahí, durmiendo, con la esperanza de que le pudiera, al menos, volver a ver. Aquellas palabras, tan sinceras, hicieron eco en todo el mundo, tanto en el normal, como en el espiritual. Hasta el mismísimo Lucifer la escucho. Su misión no cambió, seguía queriendo hacer aquello que se propuso, pero seguía teniendo, una parte en su alma que no podía resistir a esos sentimientos, y como ahora Dios ya no era su amo y ya puede hacer lo que él quiere. Decidió matar 2 pájaros de un tiro. Pero antes de hacer nada, tenia que asegurarse que los chavales sabían lo que iba a suceder, porque, ante todo, Lucifer seguía siendo uno de los Arcángeles que una vez tuvo Dios. Sacó el alma del chico del mismismo abismo y llamo el alma de la chica, para que así, estuvieran los dos presentes. Para ambos, parecía un sueño. Meri, nada más ver a Misha le intentó abrazar, pero no podía. Al fin y al cabo, eran dos almas distintas, una muerta y una viva. Lucifer se presentó delante de ellos. Era gigante, parecía que midiera 10 o 15 metros, la abertura de las alas eran el doble de su altura, pero por encima de todo eso lo que más trasmitía era seguridad y no miedo. Se encogió para estar a sus alturas, y así poder hablarles, directamente. De esta manera en ningún momento del dialogo se sentía su superioridad.

Lucifer – Viéndolos ahora mismo, delante mío, me doy cuenta de que os he elegido bien. La historia que hay detrás de mi deseo es larga y complicada. He escuchado tus deseos Meri, y creo que los dos, sois suficientemente verdaderos como para entender, comprender y llevar adelante esto. Lo único que os puedo decir es que, en este cuento, yo no soy el malo. Tengo suficiente poder como para mandar de vuelta el alma de tu amigo y la tuya de vuelta al mundo de los mortales. Lo único que tenéis que aceptar es este pacto, luego entenderéis el porqué. Cada una de vuestras almas se fusionará con la mitad de la mía. De esta manera vosotros volveréis al mundo de los mortales y ganareis por encima de todo el poder de los dioses. También se os dará a cada uno una copia exacta de mi memoria, para que así podáis entender lo que esta pasando. ¿Aceptareis mi petición?

Misha se quedo pensativo mientras que Meri nada más acabar de hablar Lucifer respondió que sí. No le importaba ni siquiera si hubiera algún riesgo. Mientras que el estaba todavía conmocionado por los hechos, ella no dudo en ningún momento de su respuesta. En un final, el también acepto. Lucifer sabía que iban a aceptarlo y gracias a eso el pacto quedo sellado. Su alma se dividió en dos partes, y fusionándose con las suyas quedaron marcados para siempre. Aquellas almas fusionadas volvieron a sus cuerpos. El cuerpo de Meri se quedo donde estaba, en su cama, pero el cuerpo de Misha apareció a la derecha de la cama de su amiga, encima de una plancha de madera que comunicaba su litera con la escalera y esta a su vez con el suelo. En la siguiente mañana los dos despertaron y no se lo podían creer. Meri no dudo en abrazar con todas sus fuerzas a Misha, mientras que el no podía dejar de observar su brazo. Su brazo derecho. Debería estar quemado, pero en vez de eso parecía estar diferente, y no sabia si era para bien o para mal. Cuando al fin ella se le aleja un poco para poder observarlo se da cuenta que tiene algo en la cara. En la parte derecha. El también vio que ella era un poco diferente. Era como él. Pero en lado contrario. Sus cuerpos parecían modificados biológicamente. Sus brazos, el derecho y el zurdo respectivamente, eran rojos, como el fuego, no, como la lava, y unas uñas negras largas. La cara era del mismo color. Y por todas esas partes tenían unas marcas. Unas marcas negras. Los ojos eran rojos y negros, como si estuvieran ensangrentados. Mirándose uno al otro, entendieron que no fue un sueño, sino una cruda realidad que ahora tendrían que confrontarla juntos.

La vengaza de Lucifer, el ángel caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora