Persecusión

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-Talvez pienses que puedes esconderte- gruñó un rubio muy enojado al mismo tiempo que su mano sujetaba una grande y pesada señal de transito – ¡Pero puedo oler tu esencia por millas!

Un azabache corría lo más rápido que sus piernas le permitían mientras una sonrisa sínica cubría su rostro.

-Eres toda una bestia, ¿No es así Shizu-chan?-canturreó el chico.

-¡I-ZA-YAAAAAAAAAA!-gritó Shizuo arrojando con toda su fuerza la señal, esperando que esta aplastara justamente a la molesta pulga que huía de él.

Con un movimiento ágil Izaya esquivó con éxito aquel ataque.

-JAJAJAJAJA- reía el azabache- Parece que Shizu-chan tiene tan buena puntería como tiene de inteligencia. – Izaya subió dinámicamente seis plantas por fuera de un edifico que tenía frente a sí y se detuvo para mirar desde lo alto al muy malhumorado rubio.

-¡Baja de allí maldita pulga! ¿Crees que no te puedo alcanzar? –vociferó el hombre en traje de bar tender. Shizuo miró hacia todos lados de la edificación en el que el pelinegro se encontraba y logró divisar unas escaleras que conectaban a todos los pisos del lugar. Rápidamente el rubio empezó a subir los escalones.

Los afilados ojos carmesí miraron con altanería al iracundo hombre que ascendía y gritaba con fervor su nombre por toda la edificación.

-Me gustaría quedarme un poco más jugando contigo Shizu-chan. Pero lamentablemente tengo demasiado trabajo como para estar perdiendo el tiempo co- las palabras de Izaya fueron interrumpidas cuando justo cuando su teléfono sonó dentro de su característica chaqueta negra. –Bueno bestia, ya me tengo que ir ~ -se despidió enérgicamente el azabache.

-¡¡¡IZAAAAAYAAAAAAAAA!!!- gritaba Shizuo mientras veía como su enemigo se alejaba saltando de techo en techo.


                                              *                                             *                                             *


-¡Ah! Es tan divertido ver qué cosas hacen los humanos!-decía Izaya muy divertido mientras daba vueltas en su silla. Dio un leve suspiro y posó su cabeza sobre la palma de su mano.

Su oficina estaba vacía. El clima era relajante, ni muy caliente ni muy frío. Unas pocas nubes cruzaban el cielo y la hermosa gente caminaba despreocupadamente por las calles de Ikebukuro.

Namie le había informado que ese día tenía mejores asuntos que ir a trabajar para él.

-Seguramente tenía que ir a acosar a su hermano menor. ¡Ja, ja, ja! – rio jovial el pelinegro.- Namie-san es simplemente graciosa. Es una humana graciosa. ¡Todos, todos los humanos tienen algo que me encanta! ¡Los amo a todos por igual!

Una imagen atravesó la mente del azabache. Era nada más y nada menos que el rostro de la tan famosa bestia de Ikebukuro. Heiwajima Shizuo.

Molesto con su propio cerebro, Izaya cerró los ojos y frunció el ceño. ¿Por qué pensaba en Shizuo justamente cuando estaba hablando de sus queridos y adorados humanos?

Lentamente abrió los dos orbes carmesí y estos se quedaron fijos en un punto vacío de su escritorio. Se podía decir que su mirada reflejaba un poco de algo a lo que todos llamamos "tristeza"

Un largo y pesado suspiro salió de la boca del pelinegro.

-Definitivamente odio a Shizu-chan... -dijo para sí mismo.- Él es solo una bestia sin razón. Una cosa que no puede considerarse humano. Un protozoo que remueve mis entrañas en lo más profundo y me produce un asco sin igual. Un animal. Solo eso.

Justo como si fuéramos animalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora