Botella de sake

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* * *

-Por mucho que quieras no puedes negar tu naturaleza de bestia, ¿No, Shizu-chan?-tarareó Izaya.

-Ahora no tengo intenciones de negarla-aclaró refunfuñando el rubio- Te atraparé y te comeré. – rio Shizuo.

El sonido de su corazón era alterado. Increíblemente nervioso.

-Justo como si fuéramos animales- secundó un malicioso y divertido pelinegro.

* * *

-Shizuo-senpai- se escuchó una voz, bastante conocida tanto para Shizuo como para Izaya.

Ambos chicos volvieron hacia el lugar de donde provenía esa voz.

Los labios del pelinegro formaron una pequeña e imperceptible mueca de disgusto. –La puta rusa- pensó Orihara para sus adentros.

-Vorona-musitó la bestia de Ikebukuro.

-Shizuo-senpai. Lo estuve buscando todo el día. –comenzó a hablar la rubia mientras se aproximaba hacia el de traje de bartender. –Tenía entendido que ahora íbamos a acompañar a Tom-san a una importante e imperdible labor, pero no lo pude localizar en ninguna parte. –los morados ojos de la chica se posaron sobre el informante que se encontraba a tres plantas de altura, rápidamente su mirada regresó a los ojos de Heiwajima Shizuo.- Supuse correctamente que su repentina desaparición era debido a la presencia de Orihara Izaya.

-JAJAJAJAJAJAJAJAJA- reía gozosamente el pelinegro. -No es culpa mía. Shizuo-chan me tiene acorralado desde hace hooooras~ -canturreó el informante – Y yo la verdad me estoy muriendo de hambre~ -expuso mientras sus mejillas se inflaban creando un puchero.

-IZAAAAAA- iniciaba a gruñir la bestia, antes que Vorona lo interrumpiera.

-Shizuo-senpai déjeme matar a esta peste. –dijo la rubia con su característica cara estoica.

Un par de orbes carmesí no perdían de vista a ambos rubios que estaban bajo de él.

-No, Vorona. –respondió la bestia colocando una mano sobre un hombre de la rusa. - Yo seré el que le dé su merecido a esta pulg-

-Ya basta Shizu-chan. Ya me aburrí. Mejor me voy a comer y los dejo a ustedes dos, rubios oxigenados. –comentó Izaya con una sonrisa desagradable.

Ágilmente el pelinegro se alejó del lugar, saltando de tejado en tejado.

*                *                *


-Es bastante evidente que a Vorona le atrae de alguna manera Shizuo.-decía para sí el azabache.- Y al bruto protozoo no parece molestarle en lo absoluto.

Una nauseabunda, pero ya muy conocida, sensación se arremolinó en la boca del estómago del informante.

La luna alumbraba con elegancia las no tan abarrotadas calles de Ikebukuro. La poca gente que avanzaba por ahí ignoraba la presencia del famoso Orihara Izaya.

El pelinegro caminaba con ambas manos dentro de sus suaves bolsillos, pensativo.

-Ouh~ Izaya. ¿Vienes por sushi? Buen sushi- dijo Simón con su gracioso acento.

-Sí, Simón. Dije que iba a regresar, ¿no?-respondió el azabache con una sonrisa ladina.

El informante ingresó al restaurante y se sentó en la mesa más escondida del lugar. (Colocada en ese preciso lugar solo para él)

Justo como si fuéramos animalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora