•Capitulo 1• Destinos cruzados

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Los gemidos provenientes de ambas partes seguían sin fin, tanto con los del joven de cabello negro, experimentando el calor en el interior de otro hombre como con su rubio acompañante, tan altanero y frío siempre, esta era una faceta nueva para ambos que estaban conociendo juntos.

Ya había pasado aproximadamente una hora desde que habían acabado, ambos jóvenes recostados en una ancha cama estaban desnudos a excepción de la ropa interior de ambos que llevaban puesta, la oscura habitación en la que se encontraban estaba llena de un silencio incómodo, este, más que tensión, era algo más parecido a la timidez y la vergüenza, ninguno de los dos sabía que decir luego de su primera vez, el hombre rubio se encontraba mirando al techo, siendo abrazado por el pelinegro, sirviendo uno de sus brazos como almohada mientras el otro se encontraba acomodado en su pecho, de manera muy cálida esperaba que ese momento nunca terminase.

—Realmente lo disfruté... Disfruté que fuese contigo y en un momento tan crucial en nuestras vidas— El hombre de cabello negro había decidido hablar para romper el hielo, soltando esas palabras sin previo aviso su rubio acompañante se llenó de rubor en su pálido rostro, a pesar de la oscuridad de la habitación, el joven pelinegro pudo entender perfectamente como había reaccionado, esbozando una sonrisa prefirió no decir nada.

—Tengo algo de miedo... Roy...—

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¡Buenas! Mi nombre es Roy, a secas, no tengo apellido puesto que mis padres no tuvieron la chance de decírmelo, con eso me refiero a que están muertos, por si no entendían, no sé a quién va a llegar mi historia, durante cuántas generaciones existirá, si alguien la encontrará o simplemente desaparecerá con el tiempo pero siento la necesidad de narrar mis sucesos y aventuras en este diario.

Actualmente tengo 17 años, vivo en las ruinas de Daleheris cerca de un oasis, y por desgracia he de decir que puede que sea el único no usuario del Stractum.

¿Que es el Stractum? Pueden presentarse algunas personas que no conozcan el término, el Stractum es la energía natural que otorga la tierra a las personas, esta está dividida en dos ramas, siendo estas el Stractum elemental o natural, también conocido como tipo raro.

Bueno bueno, la gente suele llamarle magia al Stractum, más simple de pronunciar pero a mí me gusta decirle siempre Stractum. Sin salirme mucho del tema, déjenme decir que la magia elemental esta infravalorada, a pesar de que los tipo raro poseen habilidades muy raras, como el control de la forma humana, transmutación de objetos entre otras, dos de los tres usuarios de Stractum más poderosos son usuarios de tipo elemental, Clariss Nūghen, el número 1 de todos manipula el Stractum de la electricidad, y Alex, el titán que al igual que yo no posee familia, manipula el fuego.

Honestamente me considero alguien no tan débil, jamás sería capaz de hacerle algún desafío a la policía estatal pero por lo menos creo poder huir de ellos, claro que la magia me dejaría ser más fuerte pero ya que no tengo no me queda de otra.

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—¿Entonces vas a escribir todo lo que te suceda en ese diario?

—Probablemente solo cosas importantes para mi, o mis avances como guerrero, entre otras cosas—

El sujeto con el que estoy hablando es uno de mis pocos amigos, Raven, como ustedes no pueden verlo supongo que no pierdo nada diciéndoles, es un adulto no mucho mayor que yo, pesa el doble que yo y es un usuario de Stractum de tierra, de los más versátiles que conozco, y probablemente el más confiable.

Supongo que también deberían saber cómo luzco yo, soy un joven, no más de 1.70 de alto, no más de unos 60 o 65 kilos, no sé muy bien, pelo negro y largo hasta las orejas y un par de cicatrices en mis brazos, quizá esto último sea un extra, pero la gente siempre me mira raro los brazos por todas las heridas que he obtenido trabajando y peleando.

—Pues vale chico loco, no puedo decirte que hacer... No soy tu...— Allí es cuando Raven paró en seco, estaba pisando un terreno que pensaba que era débil, como excusa para no acabar su frase saco uno de sus cigarros, de una tonalidad negra como el carbón, para luego comenzar a fumarlo lentamente.

—No eres mi padre, no te preocupes que no me molesta ese tema y lo sabes— La gente siempre es delicada con ese asunto, a mi no me afecta ya que ni siquiera los conocí pero... Ya que— Por cierto, has visto a Neiman?—

Neiman es el ladrón de nuestra pequeña familia de gente pobre, vivimos para robar y robamos para vivir, él es de los mejores en ello, a pesar de tener cerca de mi edad o un poco más, no le llego ni a las suelas de talento.

—Pues quien sabe... Probablemente sigue robando por...— Nuevamente Raven paró en seco, ¿Será una nueva moda? No acabar las frases que empiezas.

Pues supongo que habrá notado las pisadas próximas al lugar, las había escuchado mientras le hablaba, pero no tanto como para interrumpir mi habla.

—¡¡Corran!! ¡¡Policía estatal!!— Allí venía corriendo Neiman, el delgado y casi esquelético chico el cual considerabamos casi un hermano trajo nuestra peor pesadilla a nuestro refugio.

Ni siquiera dejamos que Neiman acabara de acercarse cuando en un movimiento, y vaya que me gusta verlo, Raven puso sus manos en el suelo, y mientras muros de roca provenientes del suelo salían por doquier, como una pista falsa, creó un túnel de escape para uno de los edificios más recónditos del pueblo, ese era otro escondite que no podíamos permitirnos perder, allí guardabamos cosas importantes, así que Raven tuvo el cuidado de cerrar el agujero por donde salimos.

Mientras corríamos por el túnel a toda velocidad, escuchamos el grito de unos jóvenes, probablemente mediana edad, mayor que todos nosotros, gritar molestos, para luego escuchar una potente explosión seguida de unos escombros cayendo, seguidas de una voz un poco más joven pero al mismo tiempo grave diciendo:

—Busquenlos... No podemos volver sin tener el artefacto—

No iban a atraparnos, estábamos a cerca de dos kilómetros de donde estábamos y sin dejar rastros, nos dedicamos a mirar el botín de Neiman esperando que valiese la pena, resulta que eran un par de monedas de plata y un collar con una piedra negra brillante en este.

—¡Raven! Esto supone una celebración, dame uno de tus cigarros para poder celebrar este momento— Estaba feliz, no muchas veces podíamos obtener dinero y mucho menos joyas, normalmente eran monedas de bronce (unas pocas) y algún arma.

—Si quieres te enciendo el cigarro...—

La misma voz grave de antes estaba resonando a mis espaldas, no había escuchado pasos, nadie salir del túnel ni ningún ruido en lo absoluto, ese sujeto era bueno...

Las cosas se pusieron peores, ni siquiera acabé de darme vuelta lentamente para que luego mi piel se volviese pálida  y mis ojos se abriesen  como platos al ver a un hombre de unos 2.20 metros de altura, músculos muy marcados, un pelo castaño largo y alborotado, unas prendas rojas y blancas además de un cinto en su cabeza para evitar que su cabello caiga mucho. No eran necesarias las matemáticas, el maldito titán de fuego Alex había llegado a nuestra guarida.

StractumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora