Prólogo

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No he pedido mucho, he ido tirando toda mi vida con lo que tenía. No me preocupaba tener más ni menos, pues mis padres se aseguraban de que no me faltara nada aunque los problemas económicos iban en aumento. No hay mucho que decir sobre mí. Ahora tengo 29 años, dejé los estudios después de la ESO (Educación Secundaria Obligatoria) y ahora me dedico a componer canciones sobre mi vida y lo sé, no se gana mucho pero es suficiente para vivir mínimamente. Pero bueno, no estoy escribiendo esto para daros la tabarra. Hoy vengo a contaros una historia, para que quizás a alguien le sirva para aprender sobre las cosas que puede tener la vida.

Todo empezó cuando tenía 16 años. Estaba en el último año y empezaba el curso. En principio quería estudiar física ya que siempre me ha llamado la atención la astronomía, pero tampoco soy un friki (aunque tenía mi cuarto lleno de artículos de física y de libros tirados por el suelo.). Sinceramente, es lo que me entretenía por la noche cuando no podía dormir ya que tengo insomnio. Voy al psiquiatra desde los 15 años ya que tomo calmantes, pero aún así algunas noches no puedo dormir. No es porque me preocupe algo, simplemente no puedo, y además cuando lo hago tampoco me siento descansado después. El caso es que hice este último curso en Madrid debido a que a mi padre le salió trabajo y nos tuvimos que mudar nosotros con mi madre (soy hijo único). Entonces no tenía ni idea de nada, no conocía a nadie, y tampoco sabía ni ir al Mercadona.

Llegamos a ahí una semana antes de empezar las clases, y aunque los primeros dos días estaba todo ordenado, al final de la semana mi cuarto acabó estando igual que antes. Todo tirado por el suelo y una pila de artículos sobre mi escritorio.

En fin, el día llegó. Aquél olor a porros frente la puerta del instituto era tan fuerte que si una monja hubiera pasado por ahí le habría dado un paro cardíaco. No sé si os ha pasado alguna vez, en la que estáis rodeados de gente pero os sentís más solos que la una, pero bueno, no le podía hacer nada.

Finalmente, el timbre sonó y fuimos convocados a la sala de actos, que era una sala grande con un escenario al final. Supongo que ahí se haría alguna obra de teatro a final de curso.

Fue la típica reunión en la que todo el mundo está mirando su móvil y pasando del director, en la que nos dicen tonterías que no valen la pena ni ser escuchadas. Cuando acabó, fuimos llevados a la clase. Las mesas estaban hechas mierdas, la pizarra estaba tan blanca debido a la tiza como la mesa de Tony Montana, y sobre los compañeros, había de todo. Yo decidí sentarme al final de todo en una mesa sólo para ver cómo era cada persona. El horario de clase eran tres clases seguidas, después un descanso de media hora y tres horas más cada día. Es decir, que estábamos ahí 6 horas y media, y teníamos 6 horas de clase, aunque el primer día solo nos dieron el horario y nos hicieron una sesión de tutoría. No escuché nada de lo que dijo el profesor.

- En fin, si no tenéis ninguna duda, ya os podéis ir a casa. – acabó diciendo el tutor.

Eso dicho, todo el mundo se levantó y se fue de la clase en la que pasaríamos aquél curso. Podía escuchar como a mis espaldas toda la gente me miraba y hablaban entre ellos. No le di mucha importancia. Ya intentaría acercarme a ellos el siguiente día.

Cuando llegué a casa me eché en la cama y me puse a leer "El gran diseño" de Stephen Hawking hasta la hora de la cena.

El siguiente día, cuando llegué a clase me senté en la mesa y saqué una libreta. La clase era de inglés. Sinceramente mi nivel no era muy bueno, pero suficientemente para aprobar la asignatura. Me presenté como nuevo alumno de la clase a todos los profesores y no mucho más que contar. Las clases eran aburridas y monótonas, así que sacaba el móvil para mirar algún vídeo.

Cuando llegó el recreo, un alumno se me acercó.

- ¡Hey! ¿Cómo te llamas?

- Raúl, ¿y tú? – respondí.

- Jony. Tenemos un grupo de Whattsapp de la clase para cualquier cosa. Si me das tu número te agrego.

- Claro. – dije dándoselo.

En el grupo había 28 personas, así que faltaba alguna persona porque en clase éramos alrededor de unos 20. No le di mucha importancia tampoco, seguro que eran los típicos canis que hacían campana.

- ¿Y qué tal? ¿De dónde eres? – preguntó.

- De Alicante.

- Bua, la tierra del rap macho, eso está petado de batallas de parque.

- ¿Cómo? – pregunté extrañado.

- Batallas de rap. ¿No te gustan? – dijo sacando el móvil y poniendo un vídeo en el que dos personas se insultaban rimando.

- Nunca lo había visto – dije mirando el vídeo, aunque no me interesaba sinceramente. Estaba deseando que se fuera para dejarme sólo.

Finalmente fui salvado por la campana, que sonó ya que el descanso había acabado. Durante las tres siguientes clases me puse a ver las fotos de las personas con su nombre para conocer a la gente de mi clase. Había mucha gente que no vino ese día al instituto (y os lo digo, tampoco venía mucho). Y estaba en lo cierto, la típica foto del espejo con una gorra hacia atrás y cosas de estas. No os voy a engañar, a lo que iba era a ver si había alguna tía que estuviera buena, y sinceramente había un par de candidatas. Había una chica en la que su foto de perfil era ella sentada en un banco mirando hacia un lado y su nombre de Whattsapp era Sofia (el emoji de un corazón) (el emoji de las tres gotas de agua). Era morena, y no tenía mucha delantera pero era guapa. La foto de la otra chica era una foto de ella con una gorra hacia atrás y al parecer era de una batalla de rap, porque el plano se parecía mucho al vídeo que me enseñó antes Jony. Su nombre de Whattsapp era Carla (el emoji de un micrófono) (el emoji de un corazón) y era rubia y tenía los ojos azules. Eran súper bonitos, solo puedo decir eso.

Ambas estaban en clase, y durante las dos siguientes semanas sólo me dediqué a mirarlas desde lo lejos con la típica cara de empanado hasta que un día después de clases, me encontré a Carla haciendo una batalla de rap contra otro compañero frente la puerta de nuestro instituto.

Había un círculo de gente rodeándolos, y yo me acerqué a primera fila. Parecía que ya habían terminado, porque cuando me vio Jony, que también la estaba viendo me dijo que fuera el siguiente y batallara contra Carla. La presión de los demás pudo conmigo, y yo sin haber escuchado ni una batalla de rap acabé encerrado en un círculo de gente frente a aquella hermosura que tuve observando durante dos semanas.

Cosas de la vidaWhere stories live. Discover now