Caminó unos cuantos pasos hacia la derecha y unos cuantos más a la izquierda. No había salido de su casa en todo el día, estaba demasiado ocupado siendo el mediador de los conflictos de sus dos amigos como para siquiera pensar en salir a vagar por los arroyos.
—¡No debías tocar mi libro!
—¡Sólo quería fijarme que estuviese haciendo bien la pócima!
—¡Hubieras pedido permiso!Los gritos aumentaban su intensidad a medida que el tiempo avanzaba y Taehyung había comenzado a pensar con seriedad en si realmente debía seguir escuchándolos.
—Me ponen los nervios de punta —se quejó—. Ya llevan peleando medio siglo, me estoy arrugando de oír tantas discusiones —exageró de forma ambigua—. Ya callense.
—Para ti es fácil pedirlo, Taehyung. No rompieron 20 páginas de tu libro más preciado.Taehyung cerró los ojos, dejando escapar entonces un suspiro.
—Seokjin, no es para tanto. Hoseok ya se disculpó —murmuró con hastío en su mirar luego de levantar sus párpados—. Si quieres le das una patada o algo similar, pero dejen de gritar, ¿si?
—Seokjin está siendo un exagerado, lo que sucedió fue un accidente.
—¡Accidente dices! ¡Tocaste un libro que específicamente te pedí que no tocaras y además fuiste tan torpe que lo llevaste al medio del bosque, donde luego se te cayó y rompió!
—Les pedí que no griten... —masculló Taehyung con molestia—. Bien, listo, el que vuelva a gritar duerme afuera hoy.Entonces los contrarios se miraron entre ellos, esperando a que fuera el otro quien alzara la voz antes. Pero nadie siquiera susurró y los labios de Taehyung formaron una sonrisa llena de satisfacción.
—Perfecto —dijo, tomando asiento—. Hoseok, ¿por qué te adentraste en el bosque?
—Quería buscar lavanda, la necesitaba para un hechizo.
—Hoy dijiste que era una pócima —murmuró molesto Seokjin, haciendo un mohín infantil con los labios—.
—Como sea, de todas formas no encontré nada —se encogió Hoseok de hombros, algo decepcionado—.Taehyung parpadeó varias veces con más rápidez de la habitual.
—Había un ramo en el cajón de la cocina —dijo, levantándose con pesadez y yendo después hacia la habitación contigua—.
Abrió el cajón cuando llegó y lo encontró pulcramente organizado gracias a la manía de Seokjin por arreglar todo lo que le fuese posible.
Sin más vacilaciones, comenzó a mover las diferentes plantas y hierbas con delicadeza, procurando encontrar la que había ocasionado todo el conflicto.
Se rindió al cabo de dos minutos y volvió al comedor.
—Había —murmuró Taehyung—. Creo que usé lo último que quedaba con el aceite contra las pesadillas. Ya no queda ni una sola flor de lavanda.
—Pudiste haberme pedido que te haga un atrapasueños —respondió Hoseok, cruzándose de brazos—.
—No quería molestar —contestó el más joven con simpleza—.Taehyung caminó con pasos pesados hacia su habitación y tomó una de sus túnicas. Hacía frío afuera, aunque el cielo se veía despejado, brindando así una imagen de mera jovialidad.
Taehyung sonrió levemente y volvió donde Seokjin y Hoseok estaban, encontrando solamente al primero.
—¿Y Hoseok?
—Se fue a arreglar mi libro —dijo Seokjin, sin despegar la vista de un cuaderno de hechizos que él mismo había escrito—. Va a practicar algunos trucos con su varita de tejo.
—Ya veo... ¿Y tú qué se supone que haces?
—Me di cuenta de que hay algunos errores en mis propias anotaciones, asi que voy a corregirlas —sonrió de manera simpática y comenzó a tachar varias palabras que se encontraban en las hojas—. Tanto tiempo estudiando y aún así me equivoco.