Emily era la niña más guapa del pueblo. Su cabello tenía un brillo parecido al oro, y estaba organizado en suaves tirabuzones que le llegaban a la cintura. Tenía los ojos verdes, un verde hierba muy intenso, y una piel blanca cubierta por diversas pequitas. Siempre llevaba un vestido blanco, e iba descalza.
A diferencia de mí, que era morena, con el pelo a la altura del cuello, de ojos castaños y sin mucho que destacar. Otra niña de pueblo.
Pero Emily siempre, siempre tenía los ojos morados, los labios cortados, los brazos amoratados y las piernas llenas de arañazos.
No iba al colegio, así que yo era quien le enseñaba a sumar, a restar, a leer y a escribir. Su cuento favorito era uno llamado "Campanilla y sus amigas", y siempre que tenía ocasión me lo leía.
Emily no sabía cuál era su cumpleaños, así que siempre lo celebrábamos el primer día de verano. Un año cumplía nueve, otro cumplía siete, al año siguiente cumplía ocho... Nunca llegué a saber la verdadera edad de Emily.
Recuerdo su voz gritándome "¡Vamos, Carolina, vamos a los trenes!" Ella llamaba "los trenes" a las vías de trenes. Le encantaba subirse en los extremos y hacer equilibrios, mientras yo caminaba a su lado y le contaba cosas.
Vivía con su padre, Francisco, al cual yo solo veía de lejos. Según mi madre, ese era un hombre viudo que trabajaba desde casa. Era una mentira cómo una casa, obviamente, pero de pequeña me lo creía.
Emily y yo quedábamos todas las tardes en un prado lleno de margaritas. Allí cantábamos y corríamos hasta cansarnos. Era muy divertido.
Su canción favorita era una que yo le había enseñado, "In my place", de Coldplay. Se la aprendió al completo. Emily, sin duda, tenía una voz angelical. Siempre decíamos que cuando fuéramos mayores y nos casáramos, íbamos a poner esa canción.
Cuando cumplí doce años mi madre decidió irse a vivir a la ciudad, y tuve que despedirme.
En todos estos años no he vivido una despedida tan dolorosa como aquella.
Un día, antes de marcharme, fuí a aquel prado. Ella estaba sentada entre las margaritas, y parecía triste.
Al verme vino corriendo hacia mí. Se frenó en seco, y me miró de arriba a abajo. Sacó de la espalda un girasol, y me lo tendió
-Es para tí, porque tú eres tan alegre como un "gira cielo"-Sonrió
-Muchas gracias, cariño, pero se llama "girasol"-Sonreí
Hubo un tremendo silencio, y sin más, ella posó sus labios sobre los míos, y me dió la mano
-Carolina, yo... Yo te quiero igual que la Sirenita quería al príncipe ¿Me entiendes? Te quiero tanto que quiero casarme contigo
Sonreí como una boba
-Yo también te quiero como para casarme contigo, pero tengo que irme, mamá ha encontrado trabajo allí
Comenzó a llorar, y la abracé.
-No me dejes sola, por favor... No quiero vivir con papá... Quiero estar contigo, quiero leerte más cuentos... No quiero que nadie más que tú me dé besos..
A mis cortos doce años, después de toda la vida a su lado, lo entendí.
Su padre abusaba de ella.
Quise meterla en la mochila y llevármela a la ciudad. Quise llevarla a cada parque, quise comprarle el helado más grande, y quise mirar las estrellas más de cerca; con ella.
Con todo el dolor de mi corazón, me fuí a vivir a la ciudad, y los años pasaron de largo. Tuve varias novias, pero con ninguna sentía lo que sentí con Emily.
Cuándo cumplí los 22 años me fuí de vacaciones a mi pueblo. Nunca antes había tenido la valentía, tal vez porque mi madre odiaba ese lugar, o porque la nostalgia podía conmigo.
Me reuní con mis antiguos amigos del colegio, y me lo pasé muy bien. Sin embargo, no tuve el valor de preguntar por ella.
En mi buzón ese mismo día encontré una carta sin remitente:
" Te he visto cerca del colegio, pero no me atreví a saludarte. Si quieres verme, ven mañana al atardecer, al prado de las margaritas. Te estaré esperando "
Y así lo hice. No llegaban a ser las ocho, y ya comenzaba a atardecer.
A lo lejos ví a una mujer alta, delgada, vestida con una falda de tul marrón, una camiseta de tiras blanca, unas sandalias de cuero, y el pelo ondulado a la altura de los hombros.
Estaba cantado.
-"In my place, with lines that I couldn't change, I was lost..."
-¿Emily?...-Pronuncié
Se giró. Se giró, y sonrió.
-En realidad, no me llamaba Emily. El nombre que estaba en el libro de familia es María. Emily me lo decía papá, no sé por qué...
-¿Quieres que te llame María?-Pregunté cortada
-No, Emily me gusta más que María-Sonrió-Qué pelo más largo tienes ¿No? Estás preciosa-Sonreí
-Sí, bueno, te digo lo mismo, menudo cambio ¿Eh?-Nos reímos a la vez
Y así, sentadas una en frente de otra, estuvimos hablando en aquel prado hasta que llegó la madrugada
-¿Y tu padre, qué es de él?
Se quedó paralizada
-Yo... Yo lo maté. Lo encerré en una habitación, y la quemé. Mi casa ya no existe, ahora vivo en un piso; en el paseo marítimo
-¿Alguien más lo supo? Ya sabes...-Negó
-Yo nunca quise que nadie lo supiera, siempre pensé que era mi culpa... En fin, tú estuviste a mi lado mucho tiempo, y sabes que te lo agradezco de todo corazón-Sonreí
-Tuvo que ser muy duro... Ahora mismo lo pienso, y no sé cómo aguantaste todo eso
-Simplemente era muy pequeña, y te tenía a tí, y tenía a los animales, y las plantas, y la tele, y el cuento de Campanilla... Lo bueno fué que no tuve que pagar por nada, al parecer quedó en un "defensa propia"
Volvió a besarme, y se levantó
-¿Aún?-Pregunté
-Lo siento, lo necesitaba-Me reí-¿Sabes? Eras mi amor platónico de pequeña-Me dió la mano, y me levantó
-Tú también eras el mío-Sonrió
Hubo un pequeños silencio
-Lo sigues siendo-Dijo casi susurrando
Varias lágrimas cayeron escopetadas por mis mejillas, casi sin que me diera cuenta. Tal vez por lo mucho que me dolió dejarla sola en el infierno, o tal vez porque no viví la vida que quería con ella; o simplemente la nostalgia que me causaba recordar esos días tan felices.
-Lo siento...
-Está bien, no importa-Me limpió las lágrimas con el dedo índice-Llorar es bueno, es natural
-Emily, ¿Te parece malo? Todas las veces que estuvimos juntas ¿Crees que es algo malo?
-Claro que no. Nunca lo ha sido, y nunca lo será. Eres la chica más especial para mí; siempre lo has sido ¿Cómo va a ser eso algo malo?
Cómo deseé toda mi adolescencia, esa noche me perdí en Emily. No sé si fué un final feliz, porque en el pueblo no paraban de insultarnos, y mi familia no la aceptaba como mi novia.
De cualquier forma, ella me sigue esperando para estar juntas entre vías de trenes y margaritas.
La quiero tanto que me he casado con ella. Y cuando me cantó nuestra canción, solo pude pensar en todas y cada una de las veces que lo había hecho; cada una con toda su hermosura y su paz.
" Sing it, please, please, please
Come back and sing to me, to me, me "
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In my place → Lesbian
Short StoryEmily era la niña más guapa de mi pueblo, sin embargo, no tenía muchos amigos ¿La razón? Siempre estaba llena de moratones y heridas, y nunca le dijo a nadie el por qué. Cuando sus lágrimas cayeron al instante encima de todas esas margaritas, qué ta...