I. Reunión

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Han pasado ya nueve años desde que se fundara el Ashram, según la carta que recibimos de Anutara. Las asignaciones de cada comodín son conocidas por todos, porque se manda la lista completa de forma grupal. Es el procedimiento habitual, de esta manera podemos saber a qué asentamiento mandar mensajes pidiendo ayuda, informes o simplemente mantener el contacto. Fue de las primeras normas que se pusieron en el libro de normas del Ashram. Éste no es un libro real, no es una constitución o un tratado acerca de los derechos fundamentales del hombre; es más como un breve manual, un tríptico, o un folleto desplegable de esos que te daban en las oficinas de turismo. Obviamente hemos añadido muchísimas normas y contingencias a la normativa original, con el fin de poder actuar con mayor diligencia y profesionalidad, pero sigue sin estar ni remotamente cerca de un libro de leyes.

La redacción del libro es bastante simple, no quisimos recurrir a las típicas rimbombancias y excentricidades propias de la pedantería de los políticos. Su estructura es lo más simple posible para poder instruir rápidamente a futuros aprendices, aunque claro está, que ninguno contó con el factor bajas por enfermedad o muerte. Es algo bastante importante como para pasarlo por alto, pero supongo que estaba demasiado ocupado haciendo lo que se suponía que debía hacer.

Muchas de las normas fueron propuestas por mí y posteriormente aprobadas por el colectivo. Entre las normas originales se incluyen la prohibición de mantener contacto con la familia, establecer vínculos románticos o sexuales con el resto de comodines, no inmiscuirse en los asuntos internos de los asentamientos si no resulta pertinente o necesario. Una de las más importantes es tener el arma registrada y utilizar tan solo esta. Si se efectúa un disparo con el arma oficial, se debe informar al resto del Ashram, que puede tomar medidas si lo considera necesario. ¿El vacío legal? Pues que de utilizarse un arma no reglamentaria, el juicio es civil, y de dispararse fuera de los límites territoriales de algún asentamiento, es decir, en tierra de nadie, el juicio se efectúa bajo los términos del tirador. Puede escoger a los testigos, al juez, el lugar, la hora y el día, etc.

No soy realmente fan de darle ese tipo de poder al tirador, puesto que de ejecutar una mala acción, basta con que coja a un juez que sea partidario de la acción cometida y quedará impune aun siendo claramente reprobable. Lamentablemente, mis compañeros aprobaron esta medida por mayoría absoluta, de manera que no puedo objetar. No soy fan de la democracia, pero claro, ¿quién lo es cuando está en el lado perdedor?

Claro que, tampoco quería aprobarlo porque era como conceder el indulto a todos ellos, y condenarme a mí. Existen muy pocos escenarios en los que a mí se me declararía inocente. No tengo amigos en las "altas esferas", ni familia para avalarme, ni amigos dispuestos a echarme un cable. Pero tampoco los necesito, si cometo un crimen, he de pagarlo, no estoy por encima de la justicia solamente por representarla. Eso es hipocresía y abuso de poder, y no quiero ser como la escoria que recurre a ello. Y, si bien el incendio fue culpa mía, no fui yo quien los quemó. No tengo la conciencia tranquila, pero tampoco se me debería castigar por ello. Hice todo lo que estaba en mi mano, salí herido de aquello, pero mi versión no será escuchada jamás, y esa es mi verdadera condena.

De haber sucedido antes del fin del mundo, la prensa rosa y su constante bombardeo de mierda y de noticias sin importancia habrían ahogado por completo la catástrofe y no se me recordaría. Esos sí que eran buenos tiempos, podías robar millones, dejar a decenas de familias sin hogares y al cabo de un par de meses ya no le importaba a nadie, solo eras otra conversación de bar. La era de oro de la impunidad. Alguien como yo habría triunfado. Afortunadamente, no había gente como yo, ni la hay. O por lo menos, se quedan en sus casas y no salen a sembrar el caos.

Pero yo sí lo hice, fue al lugar equivocado, en el peor de los momentos. Habrían sacado la horca del armario de métodos de ejecución olvidados. ¿Qué debe hacer una persona cuándo está más allá de toda posibilidad de redención? ¿Es acaso la redención real? El único perdón que importa, es el del afectado, y no pueden perdonarte si los dejaste arder. Dejar arder a alguien tiene el mismo peso que haberle prendido fuego a ojos de muchas personas cuyo juicio es totalmente válido. Yo no puedo pensar así, pese a hacerlo ocasionalmente. Si lo hiciera de forma definitiva, sabría que ya no hay posibilidad de salvar mi alma inmortal. Tampoco importa, debí perderla hace tiempo.

TUTOAPC. Arco 2: La cuarta rotaciónWhere stories live. Discover now