-InuYasha, El Amor que Venció las Barreras del Tiempo-

Capítulo Vlll-No Me Abandones-

(Seis meses después)

-Kagome-El día transcurrió con normalidad; los últimos meses habían sido difíciles, el dolor era cada vez más insoportable, al punto que debí mantenerme en cama los tres últimos meses de mi embarazo, la fiebre se volvió una amiga puesto que cada vez era mayor y más frecuente, InuYasha y yo habíamos llegado a un acuerdo en el cuál yo volvería a mi época para dar a luz a nuestra pequeña hijita ya que los médicos en mi época llegaron a la conclusión que sería un embarazo de altísimo riesgo y un parto en extremo delicado; al principio InuYasha no estuvo muy convencido con que me fuera, pero entendió que correría menos peligro si todo sucedía en mi época, donde la tecnología y los conocimientos médicos habían avanzado enormemente en comparación al Sengoku, pude ver como sus orejitas descendían en su cabeza, estaba molesto y asustado:

-InuYasha, ven aquí, siéntate junto a nosotras-sonreí algo cansada.

InuYasha camino y se recostó a mi lado, apoyé mi cabeza sobre su pecho, el latido de su corazón siempre me tranquilizaba, era una melodía hipnotizante para mí, ¡Por Kami, amo tanto a este hombre!, InuYasha acerco su mano lentamente a mi enorme vientre y lo acarició con ternura, sentí como la bebe pateaba suavemente, InuYasha cerro sus ojos y beso mi cabeza, al igual que él cerré mis ojos y caí en un profundo sueño, no pude prever lo que ocurría a continuación.

-InuYasha-Era un día como cualquiera, los últimos meses habían sido difíciles, Kagome cada vez se veía más cansada, al final ya no podía mantenerse en pie sin ayuda así que decidimos que sería mejor que estuviese en cama el tiempo que faltaba para que naciera nuestra pequeña hija, tenía mucho miedo, en la noche Kagome siempre tenía fiebre, sus hermosos labios tenían cada vez más heridas, con ayuda de toallas húmedas trataba de hacer que la fiebre bajara, pero no lo lograba, veía como respiraba con dificultad, Kagome estaba sufriendo, pero jamás perdía su hermosa sonrisa, esa sonrisa que derretía mi corazón cada vez que la veía...mi amada Kagome; luego de ver como estaba sucediendo todo Kagome y yo llegamos a un acuerdo, ella regresaría a su época para dar a luz a nuestra pequeña ya que los médicos de su época dijeron que sería un embarazo de altísimo riesgo y un parto en extremo delicado; al principio me costó un poco hacerme la idea de que Kagome se fuera de mi lado y que mi hija naciera lejos de mí, pero entendí que las mujeres a las que más he amado en toda mi vida correrían menos peligro si todo sucedía en la época de mí amada, sin embargo no pude evitar mostrar el miedo y el hecho que en realidad estaba un poco molesto, sé que lo demostré porque Kagome se acomodó con dificultad en la cama y habló suavemente con su tierna y dulce voz:

-InuYasha, ven aquí, siéntate junto a nosotras-Kagome sonrío, pude ver en su hermosa sonrisa que estaba cansada.

Nosotras...mi hija y mi amada Kagome, mis razones de seguir vivo, ¡Las amo tanto que duele!, camine despacio hacia la cama y me recosté a su lado, Kagome apoyo su cabeza en mi pecho, rodeo mi cintura con sus brazos, su respiración se hizo un poco más regular, despacio acerque mi mano a su enorme vientre, era algo tan nuevo y hermoso, era mágico, mi pequeña hijita estaba ahí, creciendo fuerte, podía sentirlo en mi corazón, quería conocerla, quería sostenerla en mis brazos, quería besar sus hermosas mejillas, acaricié sus vientre y sentí una pequeña patadita, mi corazón salto en mi pecho, cerré mis ojos aguantando la alegría que sentía y bese el hermoso cabello de Kagome, cuando me di cuenta mi amada se había quedado profundamente dormida, la abracé con fuerza y me deje llevar por el cansancio, pero jamás habría podido evitar lo que ocurrió después.

(Unas horas más tarde...)

-Kagome-Sentí un dolor insoportable, fue como si algo estuviese quebrándome en millones de pedazos desde adentro, me senté, sentía algo húmedo así que lleve mi mano a mi entrepierna y asumí que había roto fuente, afuera caía una tempestad, ¿Por qué justo en este momento?, un relámpago surco los cielos, mire mi mano, no era agua...era sangre, el dolor fue cada vez más intenso, grite: