¿Estás ahí, amada mía?
Claro que debes estar ahí. Como todas las noches vendrás a verme no es de extrañarse. Yo que fui tu más fiel y único enamorado aunque claro, tú casi nunca lo notabas. Te paseabas en la calle siendo admirada por los demás chicos del vecindario. Esto me llenaba de rabia ya que esto no podía siquiera en pensar en decirte que me atraías, solo tenía sólo 13 años de edad; pero desde ese momento sabía que tú debías ser mi compañera de por vida. Cuando tenía 16 años, tú y yo íbamos en secundaria y siempre traté de invitarte a salir; pero la verdad me dabas miedo, ¿miedo de qué?, eso preguntarás. Bueno, era miedo a tu belleza por dios la primera vez que te vi pensaba que eras un ángel.
Tú largo cabello oscuro como la mía, en tus ojos azules que me atraían como las olas del mar; tú melodiosa voz. carajo alguien tendría que estar ciego para no haber visto lo que eras. Tú eras simplemente perfecta.
Muchas veces iba a verte a tu casa; o más bien simplemente a observar que si llegabas a salvo y sobre todo de saber si estabas bien, pero todo tiene un costo. Fueron muchas las golpizas que mi madre me propinaba por llegar tarde a casa, y sobre todo porque la vieja estúpida decía que tuvo la semana para mí estúpida vieja y un siempre hablando me sobre su dios, un dios cruel que prohibía los deseos que un hombre sentía por una mujer; pero no me importaba lo que ella dijera. Soportaba los azotes que me daba y los baños de agua fría. Sabes cómo sólo pensando en ti, tú eras mi fuerza tú y sólo tú querida.
Estábamos a punto de salir de la secundaria y me daba miedo que te alejarás de mi; que ya nunca más te volvería a ver. No sé a qué escuela ibas y mi preocupación aumentó más y más cuando escuché que tú y tu familia se mudarían a otra ciudad. No podía dejar que te separaras de mí, así que hice todo lo que pude para poder mudarme a donde tú vivías, pero no tenía dinero. La vieja no me daría nada, pero no te preocupes; el veneno para ratas en el té matutino de la vieja lo arregló todo. Era libre, libre para poder ir a dónde estabas tú, mi querida mujer.
Pasé ocultandome por mucho tiempo en la ciudad en la que vivías. Tardé mucho en encontrar te, pero finalmente lo hice y estabas hermosa. Como siempre me acerqué a ti, ya no podía soportar el estar lejos de ti. Cuando me diste no supiste quién era pero finalmente me recordaste; eso para mí fue maravilloso que si me hubieras visto cuando yo sólo pensaba que nunca me habías notado. Platicamos poco ya que tenías que entrar a clases. Ese día para mí fue el mejor de mi vida.
Al fin sabía que si me había asustado en todo ese tiempo, pero ¿sabes que me llenó de rabia? Cuando me enteré que tenías novio. ¿Por qué querida amiga, por qué? Pero sabes, esto era mi culpa, yo había sido un cobarde que nunca te dijo lo que en verdad sentía por ti; pero aún así estaba furioso. Tenía tanta ayuda y lamentablemente esa ira se vio reflejada en un pobre perro vagabundo y hambriento que me encontré en el callejón donde estaba, pero él tuvo la culpa, me ladró, y yo tenía ira. Si, hice lo correcto al matar al maldito perro con mis propias manos y termine aplastándole su maldita cabeza con mi pie. Eso fue realmente liberador porque, eso es lo que yo le quería hacer a tu novio. Sólo fue cuestión de tiempo para que esto pasara cuando me enteré que el maldito te golpeó. Lo que le hice fue suficiente para que no volviera a tocar a nadie vaya que digo él ya no despertaría nunca pero carajo que horrible olor tenía el maldito cuando se estaba quemando y sobre todo que asqueroso olía al tirarlo.
Por fin tenía una oportunidad de decirte lo que sentía por ti. Fui muchas veces a tu colegio pero tú casi siempre me habías evitado, más esto me preocupaba, pero también me molestaba que estuvieras preocupada por tu maldito novio. Esto para mí significaba una prueba para mí, la cual era hacer que olvidadas. Seguí insistiendo e insistiendo. Te llevaba regalos, te escribí cartas, pero no me decías nada. No daba señal de que yo te importara. Iba a tu casa y te observaba desde afuera. Me da vergüenza decir esto, pero me tocaba pensando en ti. Era algo normal, no es así y casi te aseguro que tú te la pasabas pensando en mí también querida mía pero… de nuevo un nuevo obstáculo se presento.
Tu padre que en una de esas noches en las que te vigilaba con ternura me descubrió y casi me golpeó. Me preguntaba por qué tú no habías hecho nada para evitar esto. Pensé que no me amabas, que yo no te importaba pero sabes, no era esa la razón de que tu querida no hicieras nada. Era porque aquel viejo obeso de seguro que golpeaba y te tenía amenazada. De nuevo el destino me ponía otra prueba y te aseguro que nuevamente lo vencería. Todo culminó aquella noche en la que yo entré a tu casa y con una escopeta de gran calibre le volé la cabeza a tu maldito padre, a tu madre, y a tu maldita hermana pequeña, que no dejaba de gritar. Me hartan los gritos, no sabes cómo lo detesto. Entonces por qué si sabías que me hartan los gritos, empezaste a gritar pero sabes no importaba ya que por fin estábamos juntos. Me mirabas con miedo y me decías que me alejara. ¿Por qué? ¡Finalmente estabas junto a mí, y yo junto a ti! Maldición, ¿Por qué me dijiste que no sentías nada por mí? ¿Por qué me insultas? ¿Por qué me decías que me alejara de ti? ¿Por qué me dijiste que era un monstruo? ¿Por qué no me decías que me amabas? ¿¡Por qué maldita sea!?
Te tenía que callar, así que te corte la lengua. Me mirabas con odio, así que tuve que sacarte los ojos. Me arañaba, si me golpea más maldición, tuve que cortarte las malditas extremidades pero maldita sea. Ahora me dabas asco, estabas cubierta de sangre mierda. Yo odio la sangre querida, así que tenías que desaparecer. Tenías que desaparecer...desaparecer de mi vida. Tú nunca me amaste y yo hice todo esto por ti. Todo esto desaparece querida tu ya no estabas ahí, ya no más; pero sabes que todo esto fue tu culpa.
Sabes que querida ya ha pasado mucho tiempo desde lo que pasó y sólo te quiero pedir algo: Ya no vengas más. Ya no vengas más por las noches. Sí, querida no te pregunta de si estás ahí ya no más. ¿Sabes por qué porque sé que estás aquí? Cada noche llegas arrastrándote como un gusano; arrastrándote hacia mí mirándome con esos ojos demoníacos; tocándome, bañándome con tus dedos fríos y con tus enormes garras; lamiéndome con esa lengua viscosa y asquerosa. Vienes todas las noches pero sólo me torturas querida porque sólo me atormentas con esta terroríficas noches de acoso, con estas terroríficas noches en las que tú apareces y desapareces de la nada.
Nunca más estoy solo; nunca más puedo estar en paz. No puedo dormir porque sé que estás ahí; en las sombras de la noche, en cada maldito rincón oscuro, en cada pared... ¡No puedo soportarlo más! Sólo mátame de una sola vez. Sé que tienes odio pero tienes que entender que fue culpa tuya. Tu te causas esto porque me torturabas. Ya no quiero ver tu maldito rostro. Sólo lárgate espectro, lárgate demonio; no vengas hacia mí nunca más. No vengas nunca más; sólo déjame dormir una vez más. Sólo ya no vengas, pero sabes tú qué causas de esto maldita y nunca podrás cambiar. Ya viene pronto, la hora en la que apareces...
Querida, ¿estás ahí?