4. Septiembre

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En menos de quince segundos todo el alcohol se me había bajado, me acomodaba en el sillón mientras sacaba un pequeño espejo de la bolsa frontal de mi mochila, intentando darle una buena forma a mi cabello al igual me puse tan rápido como pude un poco de labial.

Mis amigas y yo nos miramos mutuamente, el nerviosismo estaba presente, sin duda el alcohol me había relajado y de cierta forma me sentía segura.

Escuchamos sus risas al entrar, era Santi, Sebas, Alberto y... Oh no... Ni Manu ni André habían venido, sentí un escalofrío por todo mi cuerpo, tal vez había tenido las expectativas muy altas y creer que alguien tan reservado como André viniera a este tipo de lugares me hacía sentir ingenua y torpe.

Los tres colegas se acercaron, nos saludaron, un beso en la mejilla muy casual, no iba a buscar explicación alguna, después de todo, tres de sus mejores amigos de André estaban aquí, debía de crear un buen vínculo.

—¿No creen que estaremos un poco apretados en estos silloncitos? Mejor hay que ir arriba seguro habrá más espacio.— era Santi tomando la iniciativa de cambiar de lugar a uno más cómodo, le pidió al mesero que subiera nuestra cubeta de cervezas y que nos siguiera atendiendo arriba.

Las escaleras eran muy estrechas así que nos fuimos subiendo uno por uno, Alberto y Sebas fueron los primeros en subir, luego Vale y Santi subieron juntos, detrás de ellos Acacia, luego seguía Vivi, y al final yo.
Todos ya se habían sentado, solo faltaba Vivi y yo.

—Vamos Vivs siéntate a lado de el, es tu gran oportunidad.— le decía al oído a mi amiga, quien estaba muy nerviosa, el alcohol no le hizo el "maravilloso" efecto de seguridad.

—No wey, estoy nerviosa, no quiero arruinarlo.— respondía en voz baja, debíamos de actuar rápido o se darían cuenta de que Vivi quiere con el.

—Vamos siéntate ahí Vivi.— le dije mientras la guiaba a lado de la silla de Alberto pero se arrimó y se sentó a lado de Valentina.

—Mejor aquí.— respondió con una ingenua sonrisa, no quedo más remedio que sentarme a lado de Alberto.

Debía de causar una buena impresión delante de sus amigos, debía de convertirme en su amiga así ellos podrían darle buenas referencias a André sobre mi, no dude en sacar la bolsa llena de dulces que gané en mi grupo por la mañana. Comencé a compartirlos con los colegas, ahorrarnos unos cuantos pesos de botana nos caería de lujo.

—¿De dónde sacaste estos dulces?— preguntaban los chicos muy intrigados.

—Me los gané hoy en el convivio, pueden tomar los que quieran.— colocándolos en el centro de la mesita respondí inocentemente, los tres comenzaron a reír.

—¿Puedo tomar estos? Son mis favoritos.— preguntándome Alberto asentí con la cabeza y sonreí, a pesar de que ese dulce específicamente lo estaba guardando pues también es mi favorito. —Gracias...— respondió con una linda sonrisa.

—De nada...— asentí devolviendo la sonrisa, a primera instancia puede apreciar sus ojos, de cerca es un chico aún más atractivo.

—Alberto, por cierto.— extendiendo su mano la estrechó con la mía, reímos al mismo tiempo, fue gracioso porque la gente no se suele presentarse así, menos en un bar.

—Soy Lían, un gusto.— me presenté, mi sonrisa fluyo naturalmente.
Y en unos cuantos minutos comenzamos a conversar, sobre cosas de la escuela especialmente, su grupo, área y esas cosas que ya sabía por Vivian, pues van en el mismo salón. También sobre el convivio, le conté la anécdota de la piñata de cerveza que había traído Sheyla entre otras anécdotas y cosillas conforme avanzó la conversación.
Nos perdimos un poco sobre lo que hablaban los demás, hasta que miramos al frente, parecían divertirse. No me había dado cuenta que habían pedido otra cubeta de cervezas y Vivian seguía tomando, temía que se le subiera más el alcohol.

Antes De Decir AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora