Abrió muy lentamente sus ojos. Sus párpados se sentían pesados, y su vista dolió cuando una luz blanca lo cegó. Le resultó un dolor punzante, como dagas clavándose en sus globos oculares. Con fuerza cerró los ojos, y con las manos se tapó la cara. Su cuerpo dolía, sus ojos ardían, su boca estaba seca y su cabeza parecía querer explotar dentro de su cráneo.
Poco a poco comenzó a percibir más sensaciones, a tener conciencia de lo que lo rodeaba, como el suero en su mano, las sábanas almidonada cubriendo su cuerpo, el pitido de una máquina a su lado. ¿Que estaba sucediendo?
Con cuidado se frotó los ojos quitándose de paso algunas lagañas, calmando su dolor ocular y con la conciencia suficiente como para sospechar donde se encontraría, sus ojos observaron con timidez y cuidado su entorno. Paredes grises, cortinas claras, suelos brillantes. Estaba solo, su único compañero era el equipamiento médico que medía sus signos vitales. Miró hacia el aparato y por un rato quedó hipnotizado, viendo la imagen gráfica de sus pulsaciones, luego miró su dedo apretado.
Suspirando con pesadez y con cansancio corporal, miró el techo, quieto en la cama, sin pensar ni sentir nada. Los minutos pasaban y él inmutable, sin dejar de contemplar el durlock blanco sobre él, entre tanta blancura y brillo un nombre apareció en su vaciada mente.
Aioria.
Sus ojos verdes brillaron con intensidad ante tal repentino y solitario recuerdo. Aioria. Sonrió con inocencia al sentir el alivio de poder recordar algo, por mínimo que fuera, aunque no era algo insignificante. Era su nombre.
Con lentitud se sentó en la cama e intentó quitarse el suero y demás conexiones, obteniendo resultados negativos. Una muchacha lo detuvo antes de que pudiera intentar por tercera vez arrancarse los tubos.
- Por favor, no haga eso. Recuéstate, enseguida llamaré a su médico. -Y mirándola como un niño que había sido atrapado haciendo una travesura, obedeció a la joven de blancas prendas, quien le sonrió con dulzura antes de marcharse.
Otra vez observó el techo. Pero nada nuevo apareció en su mente. Estaba todo tan oscuro y vacío. Su corazón dolió y cerrando los ojos para descansar quedó dormido.
El ruido de la puerta al cerrarse lo despertó con algo de brusquedad, parpadeó varias veces para poder ver con claridad al hombre que se estaba sentando junto a la cama. Suponía era el médico que lo había atendido. Era un hombre ya mayor, con el cabello blanco y arrugas en todo su rostro. Se notaba su larga carrera y experiencia de solo mirarlo.
- Buenos días. Soy el Dr. Floros. -Se presentó el hombre con cordialidad, a lo que asintió comprendiendo lo que decía. - Has estado en coma por dos meses. ¿Recuerdas algo? ¿Tuviste algún accidente? -Luego el Dr. lo observó con atención, esperando que le contara su historia.
- No recuerdo nada. -Respondió. -Solo puedo asegurar que mi nombre es Aioria.
- Excelente, Aioria. No te esfuerces, has pasado por algún tipo de traumatismo. En este tiempo nadie denunció tu desaparición ni tampoco hubo testigos en el lugar donde te encontraron inconsciente. ¿Recuerdas tu apellido o el nombre de algún familiar o amigo al que podamos contactar? -El hombre cuestionó con suavidad. Luego de meditarlo por uno segundos, Aioria negó con frustración. - Esta bien. Cuando ingresaste no había ningún elemento de identificación. De hecho, no traías nada contigo. Tan solo la ropa que vestías y un colgante que pediré te lo regresen. -Luego anotó velozmente algunos apuntes en una libreta y volvió a observar a su paciente. - ¿Cómo te sientes?
-Bien. Solo me duele un poco el cuerpo y los ojos me arden.
-Eso es totalmente normal y se te pasara en cuanto comiences a retomar la movilidad de tu cuerpo. -Mientras hablaba, tomaba más notas y miraba la pantalla con sus signos. -Bien, Aioria, haremos unos chequeos de rutina, algunos exámenes de sangre y una tomografía. Pero antes, ya que estamos en el horario de almuerzo, pediré que te traigan algo sólido para que comas. Más tarde volveré. -El hombre se puso en pie y extendió una mano hacia el joven paciente. Éste la estrecho. -Bienvenido de vuelta, Aioria. -Y sin decir nada más lo dejó sólo en la habitación, escuchando el interminable pitido de su compañera.
Con el tiempo Aioria comprendió que no recordaría nada de su vida antes del accidente que lo había llevado al hospital y que lo había dejado en coma por dos meses. Se había resignado a buscar familiares, amigos o conocidos. Y como alguien que resurge de entre las cenizas, tuvo la iniciativa de dejar de lado todo lo pasado no recordado y comenzar de cero. No tenía más alternativa.
Sin nadie, sin identidad, sin hogar, Aioria comprendió que estaba solo para comenzar una nueva vida. Siempre con su espíritu encendido por el impulso de continuar sin trastabillar y sin que sus fuerzas flaqueen, saldría adelante, avanzando con la cabeza erguida y una sonrisa brillante en su rostro.
Todo el personal con el que había tenido contacto estaba ahí para despedirlo. Era un acontecimiento especial, y las enfermeras habían preparado algunos agasajos, algo que comer y que tomar.
Recibiendo con lágrimas en los ojos regalos de parte de ellas y de otros pacientes sonrió con alegría ante tal cariño que le brindaban.
-Los voy a extrañar. -Dijo, agarrando un bolso que le habían regalado y que dentro contenía sus únicas pertenencias, todo obsequiado por el personal de la institución, ropas, calzado y elementos que todo hombre debe tener. Con el corazón inflado abrazó a todas las enfermeras y estrechó la mano de todos los hombres, apretando con más fuerza la mano del doctor Floros, quien se había convertido en un amigo. -Gracias por todo Dr.
-No debes agradecer Aioria. Y no dudes en venir cuando lo necesites, las puertas, tanto del instituto como las mías están abiertas. Aprende a usar el celular que te di y llámame cuando gustes. -El Dr. palmeó con cariño la espalda del alto joven y éste sonrió. - ¿Recuerdas cómo llegar al museo?
-Si
-Bien, ahí te estará esperando un muy buen amigo mío. Ya sabe que vas para allá. Él te dará un techo donde dormir, comida y un sueldo. Luego podrás decidir qué hacer, pero por lo pronto es bueno que empieces despacio. Tu aptitud física es impresionante. Te irá bien.
-Muchas gracias, Dr. -El hombre sólo inclinó la cabeza y saludando una última vez a todos en general con su mano, salió por las puertas automáticas en dirección a su nueva vida.
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Hola a tod@s!!! Muchas gracias por leer. (~ ̄³ ̄)~
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El amor no es una mentira [Andreas x Aioria]
FanfictionProyecto crazy: Fic basado en Saint Seiya: Soul of Gold. Aioria despierta en un hospital sin recuerdos ni memoria. En su nueva vida conoce al Señor Andreas Rize. Y con el destino marcado por un Dios, su trabajo lo acerca a una extraña amistad con u...