Luego de sentarse tranquilamente en la mesa redonda del comedor y leer atentamente el contrato, los cursos con sus horarios y temarios y las demás actividades extras recomendadas, se levantó con un creciente dolor de cabeza. Decidiendo tomarse un respiro, dejó de lado el despelote de papeles y suspiró con estrés mientras caminaba hacia la habitación a la cual accedía desde la sala, atravesando una puerta de doble hoja que en ese momento estaba abierta de par en par. La cama le resultaba de lo más tentadora, pero siguió hasta el baño en suit para darse un baño frío. Sentía que lo necesitaba. No se había dando cuanta de lo nervioso y tensionado que había estado hasta ese momento. El encuentro con su extrovertido jefe le había resultado de lo más extraño por algún motivo.
Dejó correr el agua mientras se desvestía y entró una vez desnudo por completo. Disfrutó enormemente el contacto del agua sobre su cuerpo, golpeando su piel con dulzura y refrescando su ser al punto de hacerle relajar los hombros. Al cerrar los ojos sólo podía pensar en su empleador, en ese lugar lujoso y en sentirse fuera de lugar. No podía pensar en nada más, no sin sus recuerdos, y la soledad lo invadió al tener la sensación de abandono, ya que nadie lo había buscado en todo el tiempo que había pasado en el hospital. Nadie lo extrañaba, nadie lo estaba esperando, a nadie parecía importarle su desaparición. No tenía donde volver ni tampoco a donde ir.
Suspiró con fuerza y dejó que la lluvia de la ducha le diera en la cabeza, dejando que su rostro se empapara y se llevara por el drenaje aquellas ganas horrendas de llorar que comenzaban a gestarse en su interior. Cerrando su puño con fuerza, cerró la canilla y salió de la bañera rodeando su cadera con una toalla y frotando su cabello mojado con otra. Quitando todo pensamiento negativo de su embotada mente, abrió el ropero y encontró el traje de seguridad que debería usar. Lo observó y se lo midió apoyándolo contra su cuerpo. Lo dejó en su lugar y caminó a la sala en busca de su bolso. Se colocó ropa interior y un pantalón de joggin negro. Luego volvió al cuarto y se tiró sobre el colchón de dos plazas, complacido con la suavidad de las telas y la comodidad que con lentitud lo trasladó a un estupor y relax incomparables. No faltó mucho para que quedara dormido y su rostro sólo mostraba el estado de tensión mental que comenzaba a vivir. Pero su fuerza de voluntad era mayor y no habría obstáculo que no pudiera superar.
Cuando sus ojos comenzaron a abrirse, lo sobresaltó la sensación de haberse dormido más de lo que debía, y eso se debía a que la habitación se encontraba a oscuras. De un salto se levantó y miró hacia la ventana. Ya estaba oscureciendo. Con alarmada premura buscó un reloj y comprobó, con alivio, que aún faltaba más de una hora para encontrarse con el Sr. Andreas y dar todo su consentimiento y aprobación a los términos, plazos y sueldo del contrato. Tendría un horario ajustado, pero no había nada más en su vida, nada que pudiera hacer en su tiempo libre. Estar ocupado era la mejor opción.
Con tranquilidad se comenzó a vestir. Colocándose el uniforme que le quedaba perfectamente. Prendas negras, adornos dorados y su propio cuerpo musculoso que brindaba una imagen de autoridad y poder. Ya listo, buscó en la cocina una fruta y se la comió mientras observaba el atardecer desde el balcón del edificio. Era una vista hermosa. Esperaba poder acostumbrarse pronto al lugar, la gente y a sus nuevas y por venir responsabilidades.
Comprobando que todo estaba en su lugar y que su cabello no estaba del todo despeinado, se dio a la marcha. Guardando en uno de los bolsillos de su pantalón la tarjeta magnética. Tomó aire y se encaminó a la oficina del hombre de rojos cabellos. Recordaba perfectamente como llegar y aunque se había memorizado las claves alfanumericas, traía consigo el papel que Lifya le había entregado anteriormente. En cuanto estuviera seguro de que no se olvidaría ninguna clave de acceso, rompería y tiraría el papel.
Cuando entró a la sala principal del primer piso del Casino Hotel, con su piso completamente alfombrado, se sintió como estar en otro lugar completamente diferente. Resultaba más despierto, con más gente, movimiento y ruido que a la mañana. Caminó observando todo con atención y saludó con torpeza al joven que estaba detrás del recibidor.
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El amor no es una mentira [Andreas x Aioria]
Fiksi PenggemarProyecto crazy: Fic basado en Saint Seiya: Soul of Gold. Aioria despierta en un hospital sin recuerdos ni memoria. En su nueva vida conoce al Señor Andreas Rize. Y con el destino marcado por un Dios, su trabajo lo acerca a una extraña amistad con u...