Llegó Bruce Wayne de la fiesta, sus ojos estaban rojizos, debajo de ellos habían ojeras y su cabello estaba todo desordenado.
Caminaba el mayor a su habitación, quería tirarse en esta y acostarse a dormir, ya eran las cuatro de la mañana. Abrió la puerta y con sus ojos algo achinados, comenzó a desvestirse, tirando cada prenda de ropa al suelo, Sin importar que ensuciaba, ya que lo recogería al próximo día o le dejaría eso en manos de Alfred, como siempre lo ha hecho.
Estaba tan cerca por quitarse su última prenda, el calzoncillos, cuando escuchó una voz provenir de su cama, sus ojos se dirigieron a esta y vió a quién menos esperaba ver durmiendo en su cama. ¿¡Qué hacía Clark Kent durmiendo en su cama!? Bruce Wayne no evitó apretar los puños y acercarse a él para sacarlo a puñetazos, pero mientras más se acercaba, menos furia tenía en su interior. Kent se veía tan en paz y sin ninguna señal de querer molestar, no entendía qué hacía en su cama, cómo había entrado a su casa ni muchas otras cosas. Sin embargo prefirió agarrar una sabana de su cama, caminar al sofá y acostarse en este, para descansar y no molestar al menor.
Cerró sus ojos, y justo en ese momento una sombra molestaba, no le hizo mucho caso y cuando notó que le seguía molestando, abrió sus ojos y se sobresaltó.
— Llegaste. — Susurró Superman con una amplia sonrisa en su rostro, se pasaba una mano por ambos ojos que estaban rojizos por el sueño, acababa de despertar.
— ¿Qué haces en mi casa? ¿A caso no entiendes cuando te digo que por favor me dejes en paz? —Al igual que el menor, Wayne contestó en susurros, era horario para dormir, no para hablar.
— Iba a entregarte algo. — Dijo Clark y Bruce arqueó una ceja algo intrigado a lo que el hombre le iba a entregar.
— ¿Y qué es ese algo?
Clark estiró su mano para levantar a Bruce del sofá y éste dudándolo los primeros segundos, terminó acediendo y tomando la mano contraria para levantarse.
— Una noche, como la de la fiesta.