Reencuentro...

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Mildred estaba sentada sobre una silla de madera junto a la ventana en el piso de arriba, trataba, como casi todos los presentes de contener sus nervios, mas no pudo prever lo que se avecinaba.

Bajo la tarde calurosa de primavera, una brisa entro por la ventana refrescando su rostro en el mismo instante en que su madre entraba por la puerta de roble pintada de un blanco hueso

 – Llego su primo Eugenio; nos comento que a estado en Londres desde que se fue de nuestra casa. – Informo Mercedes, mientras se acercaba a Narissa, quien vestía un hermoso traje de novia. – Esta tan distinto, tan adulto – comentaba mientras se daba viento con un abanicó, la temporada de primavera había comenzado hacia unas pocas semanas, pero por alguna extraña razón, ese día hacia un calor terrible, como si fueran principios de diciembre.

Mildred solo había escuchado su nombre y su corazón ya había dado un vuelco enorme en su pecho, Eugenio Alexander, o Alex, como ella solía llamarle. Se quedo mirando fijo a su madre, luego bajo la mirada al suelo para terminar de fijarla a un costado mientras sujetaba con fuerza la falda de su vestido celeste pálido, tratando desesperadamente de contener ese anhelo que repentinamente apareció en la boca de su estomago.

Sin darse cuenta que se había envuelto en una espesa niebla de pensamientos y recuerdos que creía había olvidado, luchaba por comprimir sus ganas de correr y verlo, abrazarlo, decirle cuanto lo había extrañado; murmullos y ecos en la habitación, sonaban lejanos a ella – Mildred! – Escucho por fin a su madre quien la miraba algo preocupada – Hija por dios santo, ¿estás bien? ¿Quieres un poco de agua fresca? – Ensimismada aun, le costo bastante volver a su propio eje y contestar – No madre, no te alarmes, estoy bien, solo debo – Llevo su mano a la frente quitándose un sudor frió que le molestaba – Solo debo tomar un poco de Aire – se levanto de su asiento y camino hasta la puerta volviéndose a su madre y hermana – No se preocupen, no iré lejos, solo daré un pequeño paseo hasta el arrollo y volveré, este día esta muy caluroso y con los nervios... regresare en un momento. – Cerro la puerta tras de si y camino hasta la escalera como pudo para no hacer escándalo con sus zapatos sobre el suelo de madera.

Recogiendo el incomodo calzado de tacón, bajo las escaleras corriendo como una niña, cruzo todo el pasillo directo a la puerta de la cocina, que daba justo detrás de la casa, con dirección hacia el bosquecillo, corrió todo lo que pudo Hasta apoyarse en un gran sauce lloron, a la orilla de un arroyo.

La tarde llegaba a su fin, el cielo anaranjado sin nubes mostraba alguna que otra estrella en el horizonte. Aun agitada, con una mano en el pecho y la otra sosteniendo los zapatos que hacían juego con el vestido que Nerissa había hecho preparar para ella, al igual que su cabello, trenzado el cual se elevaba en una especie de espiral sostenido solo con unos cuantos ganchos invisibles.

Cerró los ojos pidiendo en silencio no sentir nada, no sentir esa felicidad que la inundaba llena de temor y angustia por el solo hecho de verlo nuevamente. Deseaba que estuviera gordo, calvo y con una barba que le llegara al suelo, con una pierna de palo y un garfio en su mano. Pero lo que más le aterrorizó, fue pensar que aun con todo eso, al verlo, sentiría lo mismo que hacía 7 años atrás.

Estaba tan concentrada pidiendo al cielo frenara sus deseos, que no sintió los pasos de alguien acercándose – ¿Mildred? – La voz de un hombre joven, con tan solo oírlo, abrió los ojos y un frió recorrió todo su cuerpo casi cortándole la respiración, temía voltearse pero aun así lo hizo.

Allí estaba él, de pie frente a ella después de 7 largos años sin tener ni una simple noticia de él; Pero allí estaba, luciendo un traje gris veraniego un corte de cabello peinado hacia atrás y una mirada de sorpresa mezclada con algo que no podía identificar. A su lado, una joven de cabello rubio y ojos tan celestes que parecían cristalinos, algo empujo dentro de ella cuando este se acerco con esa sonrisa, tomado de la mano de esta jovencita con aspecto aristócrata.

- ¿Cómo ah estado, primo?. – Dijo ella casi sin ninguna expresión en su rostro, Eugenio parpadeo perplejo por tal recibimiento de una persona la cual lloro al despedirse de él. Sonrió guardándose sus pensamientos – Me alegra estar de vuelta, estas muy... - "hermosa", quiso decir, pero reprimió ese impulso eléctrico que lo hacía decir estupideces cuando estaba junto a ella – Muy grande.- La joven rubia le apretó la mano y este se dio cuenta que no la había presentado – ¡Ah! Ella es Lilyan, es.- Soy su prometida. - Lo interrumpió con un acento ingles muy pronunciado. A Mildred se le congeló la sangre y el calor que había estado teniendo desde la mañana había desaparecido con esa corta pero concisa oración.

PRO – ME – TI – DA, Resonó en su mente, si bien ella esperaba que algo de él lo alejara ya que lo que sentía por él, no era más que un simple y horrible pecado no pudo más que sentirse abatida y dolida por esa información. – Me alegra mucho oír eso, felicidades a los dos, ¿Cuándo será la boda? - Realmente no tenia el mas minimo interés, pero no quería levantar sospechas. –

- En otoño, finales de otoño diría yo. Dijo Lilyan que parecía estar mas decidía a casarse que

cualquier otra persona en el mundo. – ¿Otoño? Pensó Mildred, recordando aquel día en el que se vieron por primera vez. Con tristeza en sus ojos sonrió – Otoño es una buena estación, me trae muchos recuerdos lejanos. – De pronto sintió que sobraba en el lugar y viendo su vestido y sus zapatos en su mano dijo algo alarmada – Ya está siendo hora que vuelva, mi hermana me matara si no estoy con ella cuando inicie. Ustedes pueden continuar con su... con lo que estaban por hacer. Con su permiso.

Mildred camino lentamente mirando de reojo a Alex quien la siguió con la mirada unos momentos. Dejándolos allí en la penumbra de la tarde.


Love Is, The moment.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora