Capítulo 11

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CALED
La interrupción de la señora Colleman me llena de irritación, solo deseo irme de este lugar con Isabella y poder hablar en privado lejos de todos. Solo tuve unos miserables minutos para estar con ella y no fueron suficientes, nunca es suficiente.

Al cortar de golpe la conversación con el señor Colleman me dispongo a buscar a mi niña de ojos bonitos.

— ¡Lord Bulgákov! —“Maldita sea, ¿será posible que esta noche puedo ir con mi Isabella sin que ninguna persona indeseada se interponga?”

— ¿La está pasando bien lord Bulgákov? Mi deber es que usted este cómodo. —dice Lady Colleman mostrando su brillante sonrisa.  

—Estoy perfectamente, Miladi. —Respondo de manera forzada.  

—¿Le gustaría acompañarme a...? —Dejo de escucharla cuando veo a mi Isabella desaparecer junto a una alta mujer rubia, lejos del salón —¿Le parece bien Lord Bulgákov?

—¿Ah? ¡Oh, sí miladi! ¿Podría ir a buscarme una copa de vino Lady Colleman? Tengo la garganta un poco seca y le estaría muy agradecido. —Ella me sonríe entusiasmada se marcha, mientras yo aprovecho su distracción para escapar por el mismo sendero en que se fue mi niña de ojos bonitos.

Sigo el pasillo de la gran mansión hasta que me detengo cerca de unas puertas abiertas de donde provienen sus voces.

—Dígame Lady Hudson,  ¿Qué se siente estar en Londres?

—Es diferente... Un nuevo aire del que estaba acostumbrada.

—Y el conocer al atractivo Lord Bulgákov la dejó deslumbrada. —me acerco más para escuchar su respuesta y escucho a Isabella reír.

—Lo conocí hace muchos años,  diría que fue mi único amigo en la infancia, nunca tuve alguna amiga o hermana era una niña muy solitaria. Él y yo fuimos amigos por un corto tiempo, disfruté cada momento al estar a su lado —Sus palabras me hacen sonreír —Es sorprendente lo mucho que ha cambiado, ahora es un hombre tan seguro que inspira respeto, espero que Lady Colleman lo haga feliz.

“¿Pero qué clase de disparates está diciendo mi Isabella? ¡A esa malcriada de Lady Colleman la quiero lo más lejos de mi persona  como sea posible!”.

— ¡Por dios Isabella! Dove seguro te mintió. No creo al Lord Bulgákov capaz de comprometerse con una persona como ella.

—No me sorprendería... él merece lo mejor, no conozco como es ahora pero el adolescente que fue en el pasado era bueno y para nada tonto. —susurra Isabella.

 Me sitúo en frente de las puertas de la habitación y ellas voltean a mirarme.

— ¡Milord! —ambas se ven sorprendidas.

—Lady Hudson ¿podría hablar con usted a solas? —La rubia captó y susurrándole algo a Isabella se marchó de la dejándonos solos.

—Caled. —me acerco y  ella sonríe.  — ¿Qué deseabas hablar conmigo?

—Hay muchas cosas que deseo hablar contigo, Lady Isabella.

ISABELLA.
Caled me mira de una manera tan intensa, como si quisiera descubrir mis más íntimos secretos.

—No tenemos toda la noche, Milord. —él sonríe.

Se sigue acercando a mi persona, recurro a todas mis fuerzas por mantener mi compostura y tratar de hacerle creer que esta cercanía no me afecta en absoluto.

—En eso tienes razón. ¿Por qué te tomas el derecho de tomar decisiones por mí? —Lo miro confundida por su pregunta —¿En  qué parte de tu hermosa cabeza puede caber la posibilidad de que yo podría comprometerme con la señorita Colleman?

Siento mis mejillas arder, él había estado escuchando mi conversación con Lady Frey.

—Tienes razón, no tengo el derecho pero no dije nada malo, solo... —él pone un dedo sobre mis labios haciéndome callar y tiene una sonrisa maliciosa en sus labios.

—Si quisiera casarme, buscaría a una mujer como tú.

—Caled...

—Sí, vuelve a repetir mi nombre —suplicó, pasando su brazo alrededor de mi cintura acercándome a su cuerpo —Susúrralo Isabella, anda hazlo de esa manera tierna y apasionada que ansío escuchar, sueño contigo gimiendo mi nombre, sonrojada siendo mía. Mi Isabella.

Lo empujo lejos de mí, huyendo de él con el corazón acelerado y las mejillas acaloradas.

CALED.
No podía evitar sentir diversión al verla escapar de mí como un corderito asustado.

“Mi niña de ojos bonitos se había convertido en una hermosa diosa”-pensé satisfecho.

Experimentaba la euforia del momento, el crecimiento de un deseo incandescente correr por mis venas como hace meses no lo estaba sentía. Tenerla tan cerca, hace que quiera saciar mi pasión con su exuberante cuerpo, tener sus labios a solos centímetros de los míos para poder reclamarlos, acunar entre mis manos su tierno rostro y llenar de caricias su cuerpo hasta hacerla suspirar.

Mi inocente Isabella escapó esta vez solo porque la dejé hacerlo, la próxima vez no correrá con la misma suerte. Cuando la vuelva tener entre mis brazos será mía completamente, hundiré mi nariz en el delicioso aroma de su cabello rubio, la estrecharé entre mis brazos para que no escape nunca más de mí.

“Pronto Isabella Hudson no podrás resistirte a mí. Creo que es buen momento para reclamar lo que me pertenece”.

Regresé  al salón junto con los demás invitados. Busqué con la mirada a Isabella encontrándola en compañía de su tía, lady VanGood  y de un indeseable sujeto que para mí disgusto estaba mirando con demasiado a mi mujer.

ISABELLA.
Corro de él como una cobarde, tenerlo tan cerca me hizo sentir tan vulnerable. Cuando sus labios estuvieron a segundos de rozar los míos, me asusté y solo pude salir corriendo. Regresé al salón y al encontrar a mi tía no tardé en ir a su lado.

—Tía Annie —dije un poco alterada.

—Isabell, déjame presentarte al Lord Marius, conde de York —Mi atención se centró en el hombre de intensos ojos verdes y cabello castaño, sostuvo mi mano con mucha delicadeza para después besarla.

—Dichosos son mis ojos al ver a una hermosa mujer como usted.

—Un placer conocerle Milord. —Respondí con una sonrisa un poco forzada y miré a mi tía —Tía Annie, la verdad es que deseo marcharme, la cabeza me duele mucho.

—Oh, Mi Isabell por supuesto querida  —Ella miro al atractivo y joven Conde De York, no pasaba de los veinticinco y vestía finas ropas —Por favor disculpe Milord, mi sobrina no se siente muy bien.

Mi tía sujeta mi brazo y juntas nos dirigimos a la salida. Mi tía se despide de los señores Colleman y juntas subimos a un carruaje.

— ¿Qué sucedió Isabell? —pregunta cuando el coche se pone en marcha.

— ¿De qué hablas tía?

—Ese supuesto y repentino malestar se me hizo muy extraño,  dime la verdad. ¿Qué sucedió en la casa de los Colleman?

—Me encontré con un viejo amigo, tía.

—Tienes mucho que contarme mi niña....

©El Hijo de la Bestia. SERIE: Galanes Imperfectos "1"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora