III

9 0 0
                                    

Londres, 01, Febrero, 1956

   Kate tiene una teoría, "cuando aprendes a bailar bajo la lluvia todo se ve mejor" ... Y no, no se refiere a la lluvia literal, si te mojas, te enfermas y es peor, ella cree que los problemas son como la lluvia, a veces caen constantes y no dan tregua, pero si aprendes a reírte de ellos y encararlos como si bailaras, sin mostrar temor, al final no se verían tan mal... Bueno, en éste momento difiero un poco con ella...
Una nube de humo me rodea,  pequeños destellos de luz, parpadean en la máquina y un terrible olor a corto circuito son suficientes pruebas para entender que la máquina se averió....
Estoy furioso, pero a la vez sé que debo pedir ayuda...
Afortunadamente la máquina a quedado en un callejón sin salida, sé que debo ser discreto.
En primer lugar debo averiguar donde rayos estoy, cubro la maquina con una manta vieja que encontré en un basurero, me asomo a las pintorescas calles de... Yo no se dónde... definitivamente no es 2018... La gente viste muy elegante, las mujeres traen vestidos muy bonitos y guantes blancos y los hombres van de traje...
Por cierto hace un frío asquerosamente fuerte, afortunadamente traje mi gabardina, aunque la verdad no me funciona mucho.
A lo lejos veo a un niño vendiendo periódicos en una esquina.

— ¡Lleve su periódico! ¡prepárese para la ola de frío!
—¡Hey niño! ¿Me puedes dar uno por favor? — dije, en cuanto me acerqué.

Me observó extrañado, levantó una ceja y me observó de nuevo detenidamente de arriba a abajo.

—¿No es de por aquí, verdad?
— ¿Qué, por qué lo dices? ¿Me vas a dar el periódico si o no? — dije, nervioso... Lo menos que necesitaba era llamar la atención.
—¡Es que no está preparado para la ola de frío! Además su ropa es rara — dijo, mientras levantó mi gabardina, —son £ 0,25 — soltó finalmente, dándome mi anhelado periódico.

Me quedé helado por unos microsegundos, no podía creer lo que estaba leyendo.. ¿1956? — dije, audible mente, sin percatarme.
—  Obviamente señor... ¿Vive debajo de una piedra? ¡Hasta yo sé que año es!

La melodiosa voz del niño de los periódicos me sacó de ese mini trance.
Sus azules ojos curiosos me observaban con incredulidad...  Necesito unos repuestos o cualquier cosa, pero debo salir de aquí cuanto antes...
— ¡Hey niño! — por fin reaccioné. —¿sabes dónde hay un buen taller?
— ¿Qué gano si le digo?
— ¿Sabes que eso se llama chantaje?, bueno ¿qué quieres?

Sonrió ampliamente mientras levantó los hombros y me enseñó el grupo de periódicos que sostiene..

— Tengo frío y necesito venderlos para poder ir a casa...
—Está bien niño, te los compro, pero me guías hasta el taller.

Asintió felizmente y comenzó a caminar...
— Por cierto, no me diga niño, señor,
mi nombre es Joseph Jones, pero mis amigos me dicen J.J, —dijo seriamente, tratando de entablar una conversación...
— Y yo no soy señor, me llamo Nathan .

Después de un breve silencio dijo...
— Nathan, ¿de dónde es usted?...
—Si te digo no me vas a creer, además es un secreto — dije a mi  nuevo amigo...
— Le juro que si le creo, y soy bueno guardando secretos, además no tengo a quién contárselos.
—¿Ni siquiera a tus amigos que te dicen J. J? —dije pícaramente.
—Ya no están, ellos viven lejos, mi papá y yo nos mudamos aquí, cuando mi madre murió, y no tengo amigos aquí —su tono de voz se hizo más suave y casi se quiebra, aunque su mirada estaba fija en el suelo podía notar que unas lágrimas rozaron su mejilla.
Quise tocar su espalda y tratar de decirle algo, pero no sabía que, no era la persona indicada, Kate si sabría que decir, ella siempre sabe que decir, pero no está aquí...

Sonrió nuevamente, y dijo alegremente, cómo si en ese instante recordara algo sumamente importante:
—Mi mamá siempre decía que si sonreía cuando estaba triste, me sentiría mejor.  Y que ya no me iba a doler el corazón...

Mientras dudaba que decir, mi joven amigo se detuvo y señaló al otro lado de la acera, es ahí... Y no me tiene que pagar, nada Nathan, usted es mi amigo ahora..
Lo miré a los ojos y dije
—Disculpa amigo, pero soy un hombre honesto y usted y yo hicimos un trato, aquí está su dinero.

Después me puse de rodillas hasta estar a su altura, y le dije..
—Y como amigos que somos, te debo un secreto— susurré —soy del futuro.
Joseph frunció el ceño.

—¡No se burle de mi! No soy tonto..
—No me burlo, ¡es verdad! ¡Mira!—
Saqué de la bolsa de mi saco un mp3 que me había dado mi madre hace unos años, con sus canciones favoritas y las mías, le puse unos audífonos que traía en mi pantalón y se los di,— esta es la prueba— dije, lo encendí y le coloqué los audífonos..

Su cara de sorpresa fue épica. Tapó su boca con su manita.

— Ves que no te mentía... Pero debes guardar el secreto
Asintió felizmente.
— Le prometo por mi vida, que nunca diré nada.
—Gracias amigo y adiós, ve a tu casa antes de que te enfermes — le dije...

— Sí señor.
Y me puso su pequeña boina en la cabeza.
— Usted la necesita más que yo y quiero dársela, espero que encuentre lo que está buscando, Nathan.

Antes de poder decir nada se fue corriendo, lo último que vi fue que dio la vuelta en la siguiente cuadra...
Y allá se fue mi amigo...
Supongo que la teoría de Kathe no es tan mala, un niño de apenas 9 años, creo, me acaba de enseñar a bailar bajo la lluvia.
Y por primera vez en un largo tiempo, me sentí un poquito más fuerte, un poquito más valiente, un poquito más vivo...



                      °°°Nota de la autora°°°

Les dejo a Nathan en multimedia...

Si has llegado hasta aquí, te agradezco por leer...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 27, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mi tiempo contigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora