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-Cambio de narrador.-

  No sé que hora es, pero debe ser ya entrada la tarde, anoche él y yo dormimos muy poco y es normal que ahora hayamos dormido por casi todo el día. Siento muchas ganas de vomitar, mi estómago está revuelto, me obligó a comer aunque yo no quería, pero soy capaz de hacer todo para que él esté contento. Ahora lo miro por sobre mi hombro, sentado a la orilla de mi cama; está durmiendo plácidamente aún, boca abajo. Puede que lo que vaya a hacer es lo correcto, y sí, sufrirá por esto los primeros días, pero pronto dejará de dolerle.

  "No puedo seguir con esto", pienso mientras camino hacia el baño, me siento como en cámara lenta, "esta ya no es la vida que quiero, esto ya no vale la pena." Abro la puerta del baño y enciendo la luz antes de encerrarme en el habitáculo. "Pronto me lo agradecerán", busco la cuchilla de mi máquina de afeitar, la compré hace un par de semanas, pero ahora me doy cuenta de que servirá para una sola cosa, y no es deshacerme de mi vello facial... "¿Seguro que tu hermano te quiere?" Me acomodo junto al lavabo, sentado en el suelo de espaldas a la pared; con algo de suerte la sangre no saldrá por debajo de la puerta. "¿O quizá sólo hace lo que hace para que no hagas una estupidez como la que estás a punto de hacer?" Acomodo el filo contra mi antebrazo, preparándome para el dolor que estoy a punto de experimentar; la vista se me nubla de tan solo pensar en cómo se pondrá Carlos cuando me encuentre en el baño. Si tengo suerte y le doy a la vena que va directo al corazón, quizá esto acabe más rápido de lo que espero. "Siempre debiste de haber hecho esto, no eres digno de vivir", las voces en mi cabeza cada vez se manifiestan con más fuerza y hundo la cuchilla en la suave piel de mi brazo, muerdo con fuerza mi lengua para no hacer ningún ruido; ha entrado bastante de primera pasada, con lágrimas en los ojos veo como la sangre gotea del corte con el que recién comienzo. Bajo un poco más el filo por mi brazo, sintiendo un dolor infernal, "deja de quejarte, es lo que te mereces". Estoy a punto de entrar con más profundidad para terminar lo que empecé, pero alguien toca la puerta.

 -Dani, ¿Estás aquí?- No recuerdo haberle puesto cerrojo a la puerta, mierda.

 -N-no... No en...tres.- Le digo con la energía que puedo, pero entonces abre la puerta y desde mi lugar sólo puedo ver sus pies y tobillos. Se queda un momento quieto y luego corre a mi lado, tiro la cuchilla al piso, siento como mi ropa está toda mojada y al bajar la vista lo único que puedo ver es rojo.

 -La puta madre ¡¿Qué mierda hiciste?!- Sus ojos están idos, no para de mirarme la muñeca ensangrentada de la que no para de caer sangre. Me río débilmente mientras su mirada demuestra una mueca de confusión e histeria.

 -Como si... te imp... ortara.- Le digo entrecortadamente, me siento extremadamente cansado y apenas puedo modular las palabras.

 -¿Q-Qué dices? ¡Me importas Daniel, me importas y te lo dije! ¡¿Por qué hiciste esto?!- No respondo y él mira de nuevo mi herida abierta.- No te muevas.- Me dice en tono muy alto, pero sin gritar, y se va corriendo en busca de algo; no lo sigo con la mirada, lo único que quiero en este momento es cerrar lo ojos y dormir un rato, y eso es lo que hago.


  Me despierto en la cama de mi hermano, la cabeza me va vueltas mientras miro al techo intentando saber qué fue lo que pasó, recuerdo que estuve a punto de hacer lo que quería de hace mucho tiempo, pero él me detuvo... Miro por todo el cuarto y lo veo sentado en una silla, mirando hacia la ventana o al menos eso aparenta, lo único que puedo ver es su espalda ancha y  su pelo. Muevo con cuidado el brazo izquierdo y me doy cuenta de la venda sobre la parte que me había lastimado yo mismo. Me siento en la cama, y por el ruido de los resortes él mira por sobre su hombro, lleva sus anteojos puestos, pero de todas formas puedo ver cómo tiene los ojos hinchados y rojos por mi culpa.

 -Despertaste.- Es lo único que dice antes de levantarse de la silla y caminar hacia mí.

 -Lo siento.- Susurro y Carlos se sienta a mi lado, muy cerca mío. No puedo evitar abrazarlo, todo el coraje me ha abandonado y me arrepiento irremediablemente de haber pensado por días en hacerlo, especialmente sabiendo cuánto daño le haría a mi hermano.

 -Dani...- Se separa de mí y me da un beso en la mejilla, luego de allí pasa a la comisura del labio para finalmente terminar en mi boca, estoy confundido, pero se separa de inmediato con los ojos bañados en lágrimas.- Te quiero, idiota.- Su voz sólo refleja dolor, y esta vez me abraza él. Si mi hermano no hubiera despertado en el momento adecuado, si yo hubiera cortado profundamente de una sola pasada, si hubiera por lo menos puesto el seguro a la puerta del baño antes de tratar de suicidarme... Prefiero no pensar en cómo estaría ahora, si con un intento está así, no quiero ni pensar en cómo estaría si lo hubiera hecho bien.

 -Te quiero, Kaito.- Le susurro en el cuello y eso sólo hace que su abrazo sea más fuerte, más protector, más amoroso.- Perdóname, en serio.- Suplico apretando, con mucha más fuerza, su cuerpo contra el mío.

 -Cálmate.- Me seca las lágrimas de los ojos y deja sus lentes a un lado, por lo que paso los dedos debajo de sus ojos como acaba de hacerlo él, cosa que le saca una sonrisa.- ¿Ahora qué podríamos hacer?- Me dice tramando algo, mirando al techo con una expresión pensativa.- Ah, ya sé.

  Entonces es cuando se tira encima mío, haciéndome cosquillas por todo el cuerpo, no puedo parar de reír suplicándole que pare, pero eso sólo lo motiva a seguir, por lo que empujo su pecho y él se cae en la cama.

 -¡Atrápame si puedes!- Le digo con una sonrisa antes de salir de su habitación para empezar a andar.

  Luego de que estuviera a punto de cometer una locura que él sufriría por el resto de su vida, aquí estamos; yo corriendo por la casa para escapar y él corriendo detrás mía para intentar cazarme. Lo consigue y caigo en el piso del pasillo, se sienta sobre mis piernas para que no pueda huir de nuevo y sigue. Esta vez ya no intento escapar, pero sí librarme de sus manos para que no pueda hacerme más cosquillas, pero es más fuerte que yo y con una sola mano me inmoviliza las muñecas, mientras con la otra me toca cada punto sensible que me hace soltar risotadas. No puedo creer que él haga esto... no puedo creer que, a fin de cuentas, él sea el mejor hermano del mundo, y me haya tocado la suerte de que sea mi hermano.

Mi razón de vivir [Tri8cho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora