Parte 7: Juramento

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Comenzaban los rayos del sol a salir por las montañas, la noche se desvanecía David se puso en pie en cuanto su cuerpo volvió a responderle, miró a Ariadna y le dijo con su semblante serio:

Prepara una mochila, nos vamos de aquí. Ariadna obedece por una vez, no quiero ver a mi nieta muerta como a tu madre-

Ariadna se sintió mal con su abuelo asintió, subió para cambiarse de ropa y hacer su mochila. Cuando salió de la cabaña David la esperaba, estaba completamente armado pudo contar rápidamente cuatro armas, pero solo él sabía cuántas portaba en realidad.

 ¿Dónde vamos? 

- Al bosque-

Él la mira con un poco de resentimiento. Para después posar su vista hacia el inmenso bosque.

David, no entiendo. Me prohibías ir allí ahora me llevas. ¿Además, que fue lo de hace poco, que fue lo que sucedió? 

Si tienes tiempo para preguntar también puedes mover tus pies, así que camina.

Ariadna rodó sus ojos y bufando como niña regañada avanzó junto a David. Cuando llegaron al límite del bosque Raúl los estaba esperando es su forma de Lobo. David frunció el ceño sus músculos comenzaban a tensarse hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para reprocharle.

 ¡Maldita bestia! ¿no puedes servir ni cómo escolta? 

Raúl respondió: Estoy atado a sus palabras- con un gesto firme volviendo sus ojos hacia Ariadna-

Ella dio un pequeño salto y tapándose con ambas manos su boca, los veía con sorpresa.


Una figura humana y resplandeciente salía de las profundidades del bosque, era Forest quien se dirigía a David.

 ¿Lastimaste a mi guardián, sigues portando esas herramientas bélicas que te hacen sentir seguro? – Le decía a David con una voz serena.

Vine porque no tengo más opción. ¿la vas a dejar morir también a ella? 

Forest se desvaneció nuevamente dejando entrar a David al bosque, Ariadna lo seguía sin chistar mientras sus ojos se cruzaban con Raúl. Este último los seguía guardando una distancia de diez metros entre ellos.

David, ¿de qué estamos huyendo? -

De todo y todos. Cuando digo esto me refiero a los Dioses y los demonios. – Se detuvo al contemplar a las temerosas criaturas que buscaban refugio en sus guaridas.- Tanto criaturas fantásticas como animales del bosque todos, parecían temerle a David. Asomaban sus curiosos ojos por turnos, cuando veían a Raúl cerca les daba un poco de confianza y los arriesgados comenzaban a salir.

Ariadna escuchaba las voces tanto de bestias y criaturas, entendía por qué le temían, era un cazador adentrándose en su hogar. Decidió hablarles para tranquilizarlos:

No teman, no les haremos daño. Él es David mi abuelo, vinimos a refugiarnos.

Raúl contenía sus risas mientras escuchaba a la chica hablarle a los criaturas y bestias. David los miraba con desdén y seguía su paso firme.

 David los miraba con desdén y seguía su paso firme

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