A ESCONDIDAS

Capitulo 3

Ya ni ganas tengo de ir a estudiar, pienso en la idea de tener que verlo y no poder hablarle, pienso en que deben estar hablando de mi ahora,decidí faltar al liceo durante toda la semana, no he hecho nada más que dormir, tomar helado y ver la tele sin interés alguno, no quiero nada en realidad, Javier me pregunta todos los días si estoy mejor, esta solo yendo al liceo y en realidad debe ser de lo más aburrido para él, pero sería lo mismo que fuera ya que no estoy con ánimos de hablar en absoluto.

Mi madre entra a mi habitación y me dice que mañana si o si debo ir a estudiar o si no voy a repetir el año por inasistencias, encuentro que tiene la razón y le digo que iré, sin mucho ánimo, el día que menos quería que llegara llegó, tengo que volver a entrar, donde sabré que me puedo encontrar en cualquier momento con él y con sus amigos, los cuales hicieron que todo esto fuera de la mierda.

Suena la alarma a las 6am. y escucho como mi madre viene corriendo a despertarme pero no era necesario, me vestí y salí de mi casa, tenía prisa, quería llegar lo antes posible para no topármelo en la entrada. Cuando llego le envió un mensaje a Javier para avisarle que vine a clases, el llegó pocos minutos después.

-Ya sé que te pasó, es por él Pancho, ¿Verdad?- Me dice, con una voz muy comprensiva, tratando de conversar este tema conmigo, pero tiene razón, es por eso y automáticamente me pregunto cómo lo supo.

-¿Quien te dijo?- Le pregunté, fui directo, quería saber quien le había dicho, probablemente los amigos del Pancho, no me sorprendería que lo hicieran público.

-Nadie, Ricky, soy tu amigo de hace ya muchos años, ¿En serio crees que no me daría cuenta?, estás extraño desde que te juntaste con el ese día en el recreo del almuerzo.- Me dice, su tono es muy calmado, se nota que quiere saber esto, al fin y al cabo es mi amigo, creo que tengo que contarle.

-Sí... Es por él.- No necesito decir más para que mis ojos se llenen de lágrimas, miro a Javier, quien automáticamente me abraza y me dice que todo está bien, que él está aquí para que me desahogue. Me siento bien, estuve una semana llorando solo, pero ahora es distinto, siento que tengo a alguien en quien puedo confiar y no quería aceptarlo, Javier es un buen amigo.

Tocan el timbre para el recreo y por primera vez me niego a salir, pero Javier quería ir al baño y no pude negarme. Cuando salimos de la sala comencé a ponerme nervioso, pero trataba de calmarme, nadie más sabía lo que había pasado.

Entramos al baño y no había nadie que conociera, todo bien, entré a orinar a un cubículo y cuando salí, para arruinarlo todo, estaban afuera los amigos del Pancho, el Javier fue a saludarlos y yo no podía ignorarlos ya que pasamos toda la tarde de ese día conversando, los fui saludando con la mayor incomodidad del mundo, iba uno por uno hasta que me tocó saludar al Alonso, quien me saluda riéndose y haciendo gestos de besarme, todos empezaron a reír.

Me fui rápido, no podía creer la humillación que sentía, me puse rojo como un tomate y mi expresión cambio drásticamente, aun mientras me alejaba podía escuchar las risas de esos idiotas, diciendo frases como "bésame Francisco" o "Pancho hazme tuyo", intentaba ignorarlas, de verdad que lo intentaba pero era imposible, cada una de sus risas se quedó rebotando en mi cerebro, quise llorar pero en realidad ya llevo una semana llorando y no me salen más lágrimas. Enojado y con el pesimismo ya dominándome volví a la sala, Javier venía detrás de mí, se sentó al lado mío y me pidió perdón, se había echado la culpa a sí mismo de que me hubieran molestado, creía que si no hubiéramos salido no habría tenido que pasar por tal humillación y era verdad, pero él no tenía como saber que esto pasaría tampoco, no tiene culpa de nada.

Cuando el día terminó no quise irme directo a la casa, por lo que con el Javier decidimos ir a la plaza a fumarnos un cigarro y conversar de cualquier cosa.