La Marca Secreta I: Los Descendientes De Omaris

Capitulo 1. El vecino de al lado

Un frío y lluvioso día de otoño en un pequeño pueblo, tumbada en su habitación leyendo un libro frente a la ventana, se encontraba una joven. Leire, que estaba fascinada con las historias que leía en su libro no se dio cuenta de lo que ocurría en ese momento no muy lejos de su casa. Un camión de mudanzas acababa de entrar en el pueblo, el conductor miraba distraído una pequeña hoja donde ponía la dirección a la que debía llevar las cosas... "Calle Escombros 52"

En apenas unos minutos Leire escuchó como se acercaba algo grande por carretera y en ese instante bajó las escaleras para ver que ocurría. Se asomó por la ventana de la cocina, ya que era la única ventana por la que se podía ver la calle entera. Y lo vio, aquel camión de mudanzas acercándose a unos metros de su casa -que raro- pesó, ya que Leire no tenía vecinos.

La Calle Escombros consistía en una calle estrecha y muy poco iluminada con siete casas a cada lado, catorce en total, de las cuales cinco estaban habitadas y el resto o estaban abandonadas o derrumbadas. Leire tenía la suerte o la desgracia de que no habitaba nadie en ninguna de las casas que estaban junto a la suya ni en frente.

Se acercó más a la ventana, podía percibir el frío que hacía fuera. El camión de mudanzas aparcó frente la casa de al lado pero el conductor no bajó. Se quedó observando como chocaban las gotas contra el cristal del camión y como los pequeños limpiaparabrisas se movían intentando, sin éxito, que las gotas no cubrieran todo el cristal -¿A qué está esperando?- se preguntaba Leire, pero aquella pregunta se respondería rápidamente ya que un Ford Fiesta plateado acababa de entrar por la calle y aparcaba tras el camión. De él salió un joven -De unos 20 años-, pensó Leire. Era bastante alto llevaba gafas negras, unos pantalones vaqueros y una chaqueta de cuero también negra -Se va a empapar- dijo Leire pero parecía que a él no le importaba demasiado, pues no sacó ningún paraguas. Leire no pudo verle bien ya que las gotas de lluvia también chocaban contra la ventana de la cocina impidiéndole la visión pero le pareció que era moreno.

-¿Qué está haciendo? Dijo Leire en voz alta

El joven miro al cielo e hizo una mueca pero acto seguido se dirigió hacia el camión y dio dos toquecitos en la ventanilla del conductor, la cual se bajó de inmediato. Obviamente, Leire no escuchó la conversación pero no les quitaba el ojo. Transcurrió unos minutos cuando el camión dio la vuelta y se marchó de la calle y acto seguido del pueblo. El joven en cambio entro en la casa, la número 52, la cual Leire no había visto habitada durante los diez años que llevaba viviendo en Ravensford. Desde ese momento Leire no pudo ver más por lo tanto lo que hizo fue subir a su habitación, coger el móvil y llamar a su mejor y única amiga Noelia para contarle todo lo ocurrido.

-¿Si?- Dijo Noelia al descolgar

-Hola Her te tengo que contar una cosa que acaba de pasarme

-Dime

Noelia estaba acostumbrada a las historias de su amiga y además le encantaba los cotilleos

-¿Te acuerdas de la casa que tengo al lado? No la roja de la izquierda, sino la marrón ¿Aquella en la que nunca nadie había vivido?

-Claro hemos inventado millones de historias sobre ella ¿Qué ocurre her?

-Pues acaba de entrar un chico y parece que va a vivir ahí. Ha venido un camión de mudanzas pero... es que es muy raro Noe, se ha marchado sin dejar nada

-A ver cuéntame que has visto y no te saltes nada ya sabes desde el principio hasta que me has llamado

Leire le contó todo lo que había visto pues le encantaba hablar con su amiga, además eran las siete de la tarde y estaba sola. Hacía una hora, más o menos, que sus padres se habían ido a hacer lo que ellos llaman "la compra del mes". Leire estaba aburrida a la vez que intrigada por lo que había visto, necesitaba comentarlo con alguien y ¿Con quién mejor que su mejor amiga? Después de lo que parecían horas de historia que en realidad fueron minutos Noelia llegó a una conclusión