MAGNUS

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El amor de mi vida había muerto, llevándose la mitad de mi alma. El tiempo había llegado y la decisión que tomó de envejecer y morir eventualmente, había dado fruto.

Agradezco al ángel por no habérselo llevado de manera dolorosa o en alguna misión. Pude ver su cuerpo y darle el último beso antes de que llegaran los demás para su ceremonia, sus labios están ahora fríos pero su cara se veía pacífica y hermosa.

Al final solo se quejaba de sus arrugas y canas que iban saliendo al pasar los años pero para mí, siempre fue el hombre más guapo. Con su pálida piel y esos hermosos ojos azules que al final fueron perdiendo su potente brillo.

Le prometí no hacer ninguna tontería, vivir en soledad es lo que me queda por delante. Él quería que encontrara la felicidad con alguien más, que volviera a amar, y tal vez pueda pero no sé si de la misma manera en que a él lo amé.

Mi corazón siempre le permanecerá a mi cazador, fuerte, audaz y tenaz. Así pasen los siglos esperaré por ti, amor mío. Sentir el dolor de tú partida será algo efímero, he vivido muchos años, puedo soportar más y esperar por tu alma, que regreses a mí.

...............

(1993)

– Vamos, ayuda a mi esposa, el bebé la ha dejado muy débil y no podrá pelear. – Él sabe cómo es la familia Lightwood, ha pasado al menos un siglo que los había tratado pero la sangre no cambia.

– Bien, aguarda aquí.

– Gracias Magnus, recibirás tu pago. – Robert le dio un ligero golpe en el brazo de agradecimiento.

Después de haberla curado de un parto, los dos se fueron sin decir nada más. Casual.

– Oh vaya ¿qué harán contigo pequeño nefilim? Vaya que los Lightwood siempre dejan lo importante atrás. – Magnus cargó al bebé recién nacido en sus brazos.

Se impresionó después de verlo atentamente. Su piel blanca como la nieve y el poco cabello que poseía era más negro que la noche misma. Y mientras el pequeño trataba de abrir sus ojos, Magnus ya lo sabía, su corazón no le engañaba.

Los potentes ojos azules de los que alguna vez amó con todo su ser, estaban de vuelta, su penetrante mirada había vuelto de nuevo, provocando que deslizara una lágrima por la piel morena del brujo.

– Estás aquí, has vuelto. – Abrazó más al pequeño y su dedo índice fue rodeado por la pequeña y regordeta manita.

El Gran Brujo de Brooklyn, había cancelado todas sus citas, las misiones de los Lightwood siempre eran extensas. Y como grandiosos padres que eran, habían dejado al bebé al cuidado de no sabían quién.

Jugar con el bebé, darle de comer, cambiarlo; no era algo de lo que estaba acostumbrado el Gran Brujo. En todos sus años de existencia no había ni cargado a un bebé. Ni con la pareja más fuerte que tuvo, habían pensado en tener hijos.

No era tan difícil, aparecer y desaparecer cosas para la atención del pequeño era sencillo, no desperdiciaba de su magia, al contrario, ganaba más con los ligeros toques que le daba.

Era diferente a su ex amor, físicamente tal vez se iban a parecer en un futuro pero había algo más, algo que no podía descifrar qué era. Sentía una conexión más vívida todavía.

– Tienes bastante energía, pequeño. Serás un gran guerrero. – Hablar con voz medio tierna tampoco era lo suyo, pero lo hacía reír y valía la pena.

– Veo que sigues aquí brujo. – Habló el padre del año a sus espaldas, completamente revolcado de una gran pelea.

– No hacía falta que lo cuidaras. Algún otro nefilim lo habría cuidado por el momento. – Magnus quería gritarle a la que era la supuesta madre, pero tenía que negociar para conseguir lo quería. Después de una inhalación y exhalación, habló.

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