Diez

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En algún lugar repleto de paredes, 17 de Junio del 2017.

Querido Thiago,

Te sentaste a mi lado.

Inmediatamente, quise huir. No quería que me vieras así. Mas bien, no quería que nadie me viera así...

Sería muy difícil para mí.

Dijiste cosas demasiadas hermosas para mis oídos. ¿Por qué lo haces, Thiago? A continuación, te relataré toda la conversación que tuvimos. Aunque ya la conoscas.

—¿Dónde has estado?—tu voz sonaba ronca. Y fue inevitable ver pequeñas cicatrices en tu mandíbula.

—¿Qué te ha pasado?—sin poder pensarlo, dirigí mis pálidos dedos hacia tu mandíbula. Te quedaste intacto con mi toque. Rápidamente, la retiré.

—Yo te pregunté primero, Willow—respondió, sonriendo de lado. Tus hoyuelos se marcaron, y tuve que controlar mis ganas de besarlos. Hace mucho tiempo, no escuchaba mi nombre salir de tus labios.

—He estado en diferentes lugares—me encogí de hombros—Viajando de aquí para allá.

—Como siempre lo has hecho, y con respecto a tu pregunta. Ya sabes, las peleas cotidianas.

—Pensé que las habías abandonado...—susurré.

—Tienes razón. Lo había abandonado. Pero me sentí un idiota...—dijiste apenado.

—Siempre has sido un idiota, Thiago.—sonreí.

—Pero, contigo fui demasiado idiota—reconociste.

—Demasiado—afirmé—No tienes la culpa, sólo son cosas que pasan.

—Debes odiarme, ¿verdad?

Negué.—No

No te odiaba.

Te amaba.

—No mientas, Willow.

—No te estoy ocultando ninguna verdad, Thiago—sólo una—En verdad, no te odio. De todas maneras, siempre supe que algo así iba a ocurrir.

—¿Por qué lo dices? Eres hermosa.

—¿Más que Malia?—la pregunta salió inconcientemente de mis labios.

Me miraste arrepentido.

El silencio fue mi respuesta.

Lo siento, yo...debería irme—traté de levantarme, pero tu mano empujó mi hombro hacia atrás.

—Yo te llevo. Talvez podríamos ver una película—propuso.

—Ve con Malia. Ella te necesita—moví mi cabeza hacia la entrada del gimnasio. Ella descansaba sobre la pared. Sus ojos estudiaban detenidamente cada movimiento.

—Por favor, Willow—murmuraste.

—Hasta luego, Thiago—me solté de tu agarre. Y bajé los escalones lentamente.

—¿Recuerdas aquella noche del tejado dónde me preguntaste: ¿Estarás a mi lado cuando venga el otoño y mis hojas se vayan?—me detuve. Claro que lo recordaba.

Me volteé.

—¿Recuerdas mis palabras?—sus ojos estaban llorosos.

Pestañié.

—¿Cómo olvidarlas? Són las únicas palabras que me hacen dormir de noche.—balbucié.

Tenía que irme.

—Estaré ahí. Y recogeré cada una de tus hojas. Aunque las hojas esten muertes. Las traeré de vuelta a la vida. Todo lo haría por ti...—recitaste.

—¡¿Qué ganas con esto, Thiago?! ¡Estoy bien en estos momentos! ¿Por qué me haces recordarlo?

—¿Bien? Ja. ¡Estás pálida! ¡Tu cabello es blanco! Honestamente, no creo que estes bien. Te ocurre algo, Willow. Y lo voy a averiguar.

Negué—Sólo olvídame.—imploré. Fue algo estúpido tratar de evitar las lágrimas, porque de todas formas, ellas cayeron.

—No puedo.

Sólo me fuí.

Dejándo todo atrás.

Y fui lo demasiado valiente, para no mirar atrás.


[Dolencia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora