Él acababa de besarme, pero no cualquier beso, era el beso que esperaba hace tiempo, el beso prohibido, el que me dejó deseando un poco más. Pero como dije antes: prohibido, él no podía hacerme esto y colocarme en este aprieto. Pasé una mano por mi cabello retrocediendo unos pasos, trató de detenerme pero lo alejé.
- No, Austin esto esta mal. - Comenzé a caminar nerviosamente por toda la habitación. Él me miraba como si fuera lo más natural del universo. - Muy, muy mal. ¿Entiendes que yo no puedo hacerle esto a Alan?
Austin hizo unos pasos hacia adelante, continúaba mirándome de esa manera poniendome más nerviosa aún. Mis pies no podían quedarse fijo en un lugar.
- Alan, mi novio. Alan, tu mejor amigo. -Le dije remarcando cada palabra. - ¡¿Lo entiendes?!
- ¿Puedes quedarte quieta un segundo? - Dijo siguiendo mis pasos con la mirada por toda la habitación, que por cierto, no podíamos salir porque el idiota rompió la llave y Alan fue a hacer una copia, está tardando demasiado.
- ¡Austin, por Dios! ¿Es que no lo entiendes? - Estaba comenzándo a alterarme, y el hecho de verlo a él con tanta tranquilidad lo hacía peor. Se volvió hacia mí tomándome por las muñecas acorralándome contra la pared, su rostro a centímetros del mío, podía sentir su respiración contra mi piel y debía admitirlo: Moría por besarlo otra vez.
- Lo sé, lo sé, ¿Y crees que no lo pensé? ¿Que no traté de evitarlo? Pero es que te veo y no puedo controlarlo. NO PUEDO -Comenzó, finalmente a hablar. Me miraba esperando algún tipo de respuesta, la cual nunca llegó, ¿Que podía decir yo al respecto? Teniendolo tan cerca se me dificultaba pensar y respirar.
- Dime que ahora no quieres besarme, que quieres que me aleje, que no sientes nada por mi. - Suspiré, no estaba segura que responder- Anda, dilo; dimelo de una vez.
- Austin, yo... - Antes de terminar la frase sus labios estaban sobre los míos, y encajaban a la perfeccion, dejó de sujetar mis muñecas y llevó sus manos a mi cintura atrayéndome más hacia él hasta que la distancia entre nuestros cuerpos desaparecó por completo. Una parte de mi quería resistirse, pero la otra quería que este momento sea eterno. Opté por la segunda, no podía controlarme, él era mi perdición. Deseaba que el mundo alrededor nuestro desaparezca.
Él, yo y nada más.
Sus labios descendieron hacia mi cuello, produciendome leves cosquillas y electricidad por todo mi cuerpo, con mis manos comenzé a jugar con su oscuro cabello.
- Te amo y simplemente no puedo evitarlo. - Susurró antes de juntar nuestros labios otra vez. Maldito Carlile, besa fantástico.
"Al diablo con todo" pensé antes de llevar mis manos hacia el borde de su camiseta y quitársela.
- Alice... -Susurró pero antes de que pueda continuar hablando coloqué mi dedo indice en sus labios y bajé mi mirada a su torso descubierto, deteniendome en sus tatuajes, acariciándolos y admirándo cada detalle, podía sentir sus ojos sobre mí, pero no me importó.
Tomé su rostro entre mis manos y junté nuestras frentes, me perdí en el color café de su mirada, el pequeño piercing en su nariz y su preciosa sonrisa.
- Tambien te amo. -Admití besando la comisura de sus labios, él me abrazaba cada vez más fuerte, aferrándose a mi como si fuera un salvavidas en el medio el oceano y él estaría ahogándose.
Oí el sonido de la puerta, y ví una melena naranja asomarse, el rostro de Alan cambió por completo a ver la situación.
Suspiro. ¿En que lío acabo de meterme? Tengo que afrontar las consecuencias, no voy a escapar esta vez.