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Al rededor de las 9 a.m, el ojinaranja ya estaba de pie y bien despierto, parado en la cocina haciendo el desayuno para él y para sus dos compañeros elementales. A pesar de las ojeras bajo sus ojos, a causa de mantenerse despierto las noches de esa semana, se sentía muy fresco. Al terminar de freír los huevos y tocino, los sirvió en tres platos diferentes, junto con dos tazas de café al lado. Esperó unos minutos tomando unos sorbos de su té extremadamente dulce, tal como acostumbraba, para luego dirigirse hacia la habitación del de cabellos verdes. Ni se molesto en tocar la puerta, sabia que nadie iba a responder al llamado, por lo cual simplemente la abrió, se acercó a la cama de su compañero y lo cargó en sus hombros mientras este aún dormía plácidamente, dirigiéndose hasta la mesa de la cocina.

Con Capricornio fue mucho más sencillo, simplemente se acerco a su puerta y la toco lo suficientemente fuerte para que se escuche y el pelimorado se levantara.

Siempre era la misma rutina.

¡No era que no le gustara! Sabia como eran sus amigos, sabia que no eran igual a los signos de agua, ni a los de fuego o aire. Disfrutaba de la privacidad que mantenían entre ellos, pero no lo hacia tanto con la frialdad con la que solían tratarse.

Suspiró sigilosamente ante estos pensamientos, prosiguiendo con su desayuno en total calma.

quiet᎑warmess ;; aritauDonde viven las historias. Descúbrelo ahora