Capítulo 29

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Hacia frío esa tarde. Por alguna razón el clima había comenzado a sentirse más intenso ese día.

Claro que a Ámbar no le importó lo suficiente como para cancelar su salida con su mejor amiga. Y menos sabiendo lo contenta que ella se pondría al ver a Matteo llegar a acompañarlas.

El timbre de la puerta principal le indicó que su ex novio había llegado, y que debía apresurarse.

—Matteo...

—Ehh, hola, Luna —saludó él un poco incómodo—. Perdón, Sol —se corrigió de inmediato.

Cuando la rubia enfocó la escena con claridad, esperó atentamente para analizar a ambos chicos.

—Ehhh, sí, hola. ¿Quieres pasar? Lo siento, no estaba preparada para tu visita —rió nerviosa—. Pero te puedo ofrecer un jugo o incluso podemos...

—Wowow —interrumpió un poco confundido—. Tranquila, no tenés que preocuparte porque no venía a verte a vos.

Desde donde estaba, la argentina sonrió. Y fue ahí cuando comenzó a bajar las escaleras como sólo ella sabía hacerlo.

—Ah, ¿no? —preguntó extrañada, hasta que escuchó las suelas de los zapatos de Ámbar chocar con el piso.

Ella se mantuvo inexpresiva, con su seriedad, evitando demostrar lo feliz que estaba para que Matteo no comenzara a dudar de ella.

—¿Nos vamos? —preguntó a su amigo.

Él sólo asintió y se dio la vuelta. Luna creyó que él estaba lo suficientemente lejos, así que guiada por su coraje y en un acto impulsivo, la tomó del brazo con fuerza y le dijo:

—Eres una zorra.

Ámbar rió, cínica.

—No pensé oír a Luna Valente decir algo tan ofensivo alguna vez.

—Yo tampoco —había decepción en la voz de Matteo.

Luna, avergonzada, la soltó y simplemente se dio la vuelta para ir a su cuarto.

—Auch —dijo sobando su brazo, aquella mocosa tenía buen agarre estando enojada.

—¿Estás bien?

—Sí, solo fue un apretón —dijo más tranquila, saliendo de la mansión y cerrando la puerta detrás suyo.

El recorrido era silencioso, Matteo se encontraba ensimismado en sus propios pensamientos, y Ámbar imaginaba lo que lo tenía tan aturdido.

—Es extraño —dijo por fin él, rompiendo el silencio.

—¿Qué cosa?

—Verla comportarse así, es nuevo.

—¿Seguís pensando en eso? Olvidate, Matteo.

—No, Ámbar, no estuvo bien.

—Sé que no, pero mirá, salimos para distraernos y convivir un rato, así que relajate, si querés, mañana en la escuela lo hablamos más tranquilos ¿sí?

Él rodó los ojos divertido.

—Es increíble lo convincente que podés llegar a ser a veces.

—Es un don.

A la distancia, pudo divisar a su amiga sentada en una de las bancas, escuchando música.

—La chica Slider —comentó Matteo.

—Se llama Emilia.

Y cómo si Ámbar y ella estuvieran conectadas, la nombrada volteó a mirarlos apenas la rubia terminó de hablar. Había sorpresa en sus ojos, vaya que no esperaba ver al chico que le gustaba ahí, cerca suyo.

Recuperar... ¿lo que era mío? || SimbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora