#17

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Bajo un árbol yacía el castaño de trece años; lo único que quería era despejar aquel dolor que en su pecho sentía, no podía creer su corazón que la persona que tanto quiso haya simplemente dejado de existir. Hace unos días se había enterado que su novia había muerto en un accidente automovilístico, para su joven corazón era algo doloroso.

Tanto la quiso que el dolor era algo opresor, sin embargo ninguna lágrima rondaba por su rostro, no sabía el porqué, pero aun así lo agradecía; ella no hubiera querido que él llorase.

Ignoraba completamente que era observado por unos ojos avellana. Jimin podía ver claramente el sufrimiento en el otro, no eran necesarias las lágrimas para demostrar la tristeza, él lo sabía más que nadie; la pérdida de su padre fue devastadora sin en cambio no lloró, pero el dolor le quitaba toda energía, ver a alguien importante marchar de aquella manera era terrible. Cada día veía al castaño bajo el mismo árbol todos los días, le gustaba ver su belleza natural acompañada de pequeñas manchas de luz las cuales se filtraban por las hojas del gran árbol, agradecía que fuera su vecino. No lo sabía aun, pero estaba comenzando a enamorarse de su mayor.

Hoseok suspiro con pesar mientras una mueca se instalaba en su rostro, todo le resultaba odioso, tal vez porque era apenas un infante que no sabía acerca del mundo, él creía que lo podía controlar todo. Tenía que sacársela de la cabeza de una vez, de todas formas solo había sido su pareja menos de seis meses, pero fue muy importante para él, sin embargo sabía que no era del todo amor.

Sus ojos viajaron por todo el lugar a la espera de poder olvidar sin ningún éxito, en cambio, con lo único que pudo encontrarse fue unos brillantes orbes avellana. Un golpeteo en su pecho se hizo presente, aparto la mirada enojado, pero por qué... Su vecino le provoco un latido, los latidos que solo le pertenecían a ella. Un odio hacia él comenzó a formarse, un odio que no tenía el más valido fundamento, un odio de un simple joven de trece inmaduros años.

Lo odiaba, claro que lo hacía. Odiaba cada vez que el menor sonreía por mínima que fuera la situación, odiaba su amigable trato hacia otros, odiaba el como aquellos lindos ojos le mirasen con devoción. Lo odiaba sólo por ser él.

Jimin... Ese nombre le causaba asco y sus ganas de destruirlo eran enormes por el simple hecho de ser el mismo nombre de su difunta novia. Jimin.

El niño genio le causaba repulsión, verlo en su casa o estar en la suya le irritaba, tener que soportar su odiosa voz era una tortura de la cual no quería ser el castigado. Ese ser tan inocente le enojaba y al mismo tiempo le gustaba. Sí, lo que más odiaba era su bonita sonrisa, de cual se olvidaría al momento de comenzar a destruirlo indirectamente.

Hoseok rumoreaba a sus espaldas como el cobarde que era, no quería mancharse las manos al momento de hacer sufrir al menor. Todo se le hizo más fácil cuando un día el menor se le declaró frente a sus amigos y a la cual tenía por novia. Verlo golpeado y humillado cada día le hacía perder poco a poco los recuerdos de su primera novia, le hacía sentir satisfecho y orgulloso. Hacerlo sentir menos era su dosis diaria, golpearlo, insultarlo y rechazarlo era su forma de poder olvidar.

Aunque el asco y la repulsión hacia los sentimientos del menor eran falsos; sólo tenía miedo a volver a caer por alguien, era solo temor.

El jugar con él fue una excusa para poder tener de lo que tanto necesitaba de una persona, cariño. Una excusa que sólo se guardó para él. El orgullo lo carcomía a cada segundo, por tal, jamás amaría a Jimin en su totalidad.

El tomarlo por primera vez fue la gota que derramo el vaso de su paciencia, no podía negarlo por más tiempo. Estaba completamente enamorado de Jimin, más de lo que llegó a estar de su difunta novia.

¿Qué se siente estar en mi lugar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora