capitulo 1

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El sol se ocultaba ya; las nieblas ascendían del profundo seno de los valles;
deteníanse un momento entre los obscuros bosques y las negras gargantas de
la cordillera, como un rebaño gigantesco; después avanzaban con rapidez
hacia las cumbres; se desprendían majestuosas de las agudas copas de los
abetos e iban por último a envolver la soberbia frente de las rocas, titánicos
guardianes de la montaña que habían desafiado allí, durante millares de siglos,
las tempestades del cielo y las agitaciones de la tierra.
Los últimos rayos del sol poniente franjaban de oro y de púrpura estos enormes turbantes formados por la niebla, parecían incendiar las nubes agrupadas en el
horizonte, rielaban débiles en las aguas tranquilas del remoto lago, temblaban
al retirarse de las llanuras invadidas ya por la sombra, y desaparecían después
de iluminar con su última caricia la obscura cresta de aquella oleada de pórfido.
Los postreros rumores del día anunciaban por dondequiera la proximidad del
silencio. A lo lejos, en los valles, en las faldas de las colinas, a las orillas de los
arroyos, veíanse reposando quietas y silenciosas las vacadas; los ciervos
cruzaban como sombras entre los árboles, en busca de sus ocultas guaridas;
las aves habían entonado ya sus himnos de la tarde, y descansaban en sus
lechos de ramas; en las rozas se encendía la alegre hoguera de pino, y el
viento glacial del invierno comenzaba a agitarse entre las hojas.

navidad en las montañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora