一緒に

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Jungkook recargo su cabeza en la ventana del vidrio para admirar mucho mejor el paisaje. Arboles desapareciendo de su campo visual con rapidez en conjunto con el cielo que prometía una lluvia intensa. Soltó un suspiro derrotado, no le gustaba el paisaje, no le gustaba que su papá fuera transferido, no le gustaba Japón. 

Pero no podía hacer nada mas que solo aceptar irse con sus padres, claro, con 6 años no podía negarse a mudarse del país, ni mucho mejor alegar que no quería dejar a sus amigos de Busan... no podía, y si lo hacia, debía estar consiente que recibiría un reto o un golpe. 

Jungkook era el único hijo del matrimonio Jeon. Un chico bastante inteligente pero solitario es por eso que no quería dejar a su grupo de amigos. Mudarse estaba siendo una de las experiencias mas horribles que había vivido y lo peor era que no podía reclamar si quería mantener su piel lejos de moretones. 

Ante los ojos de las demás personas, era un niño feliz, sin ninguna preocupación porque sus padres le daban todo, era el bebé consentido pero él no se sentía así, era solo para aparentar. Bajo ese largo cabello negro cayendo por su frente, se encontraban unos ojitos negros que demostraban lo triste y vacía que sentía su vida. 

Al llegar a su hogar no se encontró una situación mejor, de hecho, su casa le daba un miedo tremendo. Su infraestructura antigua hacia que su pequeño cuerpo se encogiera de miedo, el jardín estaba lleno de pasto mal cuidado y tenia un aspecto tan decaído, su nueva casa se notaba que había estado desahitada mucho tiempo. 

-Sé que se ve mal pero es lo único que tu padre pudo encontrar.- fue todo lo que dijo su madre antes de tomar su bolso y comenzar a caminar hacia su nueva casa. 

Jungkook se vio solo en aquel jardín y rápidamente comenzó a correr para alcanzar a uno de sus padres, si bien, sabia que no le darían refugio alguno, peor era nada. 

-No pensé que la casa estaría amueblada.- dijo la madre de Jungkook tirando una sabana blanca para descubrir un sofá color negro. 

-No lucen mal, solo un poco desgastados.- susurró el señor Jeon.

-Bien, nuestros muebles llegan en 3 semanas así que deberíamos conservarlos mientras.- la mujer miró a su hijo.- deberías recorrer el lugar y ver si una habitación es de tu agrado. 

Jungkook se quedo sin palabras, él no quería hacer una excursión por esa fea casa pero la mirada de sus padres no aceptaban una respuesta que no fuese un "si". 

-Ve, Jungkook.- esta vez fue su padre quien hablo haciendo que Jungkook se diera media vuelta y comenzara a caminar escalera arriba. 

Los pasillos estaban coloreados por un blanco, el piso crujía con cada pisada pero lo que mas llamo fueron unos cuadros colgados en las paredes, en ellos se mostraba a una persona mostrando solo su cabeza ya que su cuerpo estaba oculto detrás de una puerta. En todas era lo mismo. 

Un escalofrió recorrió su espina dorsal e hizo su cuerpo voltearse rápidamente, pero no encontró nada. Solo hizo que se fijara en una pequeña grieta que comenzaba desde el suelo y terminaba a la altura de sus rodillas. 

-Que extraño.- susurró el pequeño pasando sus dedos por la abertura sin ningún miedo, claro, eso cambio cuando sus manos iban viajando hacia el final y sus hicieron contacto con algo tan frió que hizo retirar su mano rápidamente, podía comparar el tacto con la piel de una persona pero eso no podía ser posible.

Aun así, se alejo del lugar para entrar a la primera habitación. De inmediato supo que ese seria su cuarto porque estaba amueblado y decorado como la habitación de un niño. Sus paredes eran de un color blanco excepto por la puerta donde estaba la cama, ese era de un color verde opaco. La cama todavía estaba armada y un lindo peluche de un conejo rosa descansaba sobre esta. 

Issho ni一緒にDonde viven las historias. Descúbrelo ahora