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Muchas veces logró oír que los cambios asentaban bien a la vida, pero justamente eso era lo que estaba precisando, positivismo. Había perdido la cuenta de las incontables cajas que ya llevaba amontonadas, más de seis seguramente y aún le quedaban unas tantas por cerrar. Pensó en llevar lo necesario, todo aquello que le permitiera continuar con su vida y dejar esas que no eran más que un obstáculo.

Cuando tomas la decisión de convivir con alguien debería ser definitivo, pero no todo podía ser tan perfecto.

- Bah.

Fue lo único que logró decir luego de tomarse unos minutos para descansar del loquerío que estaba viviendo, pero quería acabar lo más pronto posible y dejar ese tóxico apartamento en dónde vivió más de un año y medio.

Habían pasado semanas desde que su ahora ex novio le había dejado. Semanas en dónde no soltó ni una sola lágrima y aunque creyó que debía hacerlo, no pasó. Tanto él como el de menor estatura estaban conscientes de esa cansadora relación y dio gracias a todos los dioses existentes por no haber quedado ese típico odio cuando las relaciones finalizan, después de todo BaekHyun tenía un carácter bastante complicado y sabía que tarde o temprano eso sería el principal motivo de sus conflictos.

El amor entre ellos siempre existió, pero también es una verdad que tantos roces no hacen más que debilitar la unión. Hubiese querido regresar el tiempo a sus inicios, cuando todo era palabras y acciones bonitas, según él. Dónde sabía que al llegar a casa luego de un pesado día, estaría ahí el bajito esperando por él con alguna comida y esos reconfortantes abrazos que tanto necesitaba. Sin notarlo todo aquello se transformó en ausencias, constantes discusiones, malos momentos, desamor.

- Esto no iba aquí. -Susurró apenas dejó las prendas de su mascota en la bolsa dónde supuestamente estaba la basura.

Era fácil distraerse en esa situación, tus acciones están en algo, pero tu mente divaga por otro mundo y al final todo es confuso. Dejar todo lo vivido y sentido era difícil, pero no imposible. Por amigos que tenía en común con el más joven, supo que éste ya andaba en sus andanzas y no le extrañaba en lo absoluto, una de las primeras discusiones fue por la manera tan descarada que tenía al estar coqueteando con quién se le cruzara y quizás ahí radicaba su molestia, ya que desde que se habían conocido siempre había sido advertido de esa imperfección, pero claro, el amor te ciega y creyó que podría lidiar con ello, no lo consiguió.

- ¡Hey! No subas ahí, aplastarás todo y luego no serás tú quién limpiará.

Habló como si la pequeña mascota le fuera a responder, pero sabía que le entendía y se vio reflejado en el momento en que aquél perrito bajaba su cabeza escondiéndola bajo sus propias patas delanteras. Chanyeol sólo rió acercándose al pequeño y brindarle unas cuantas caricias, estaba al tanto que su pequeño crío debía estar estresado al ver todo patas arriba, realmente todo era un desastre que para su suerte ya estaba llegando a su fin.

- Será mejor continuar y así te enseño tu nuevo hogar, ¿Te parece? Si me ayudas a quedarte quieto en tu lugar, será más fácil y rápido para mí.

Volvió a decir y sin esperar respuesta alguna, dejó al cachorro en su asiento para terminar de empacar, definitivamente estaba odiando ese paso de la mudanza.

Apartando de su mente cualquier recuerdo, en menos de lo esperado logró sellar todas las cajas. No sabía si había guardado todo o si le quedaron cosas por empacar, pero esperaba que la primera opción fuera la correcta. Con ayuda de su amigo logró encontrar un edificio más central, los pisos más habitados mayormente fueron los primeros y eso era bueno, tenía una rara fascinación por esos departamentos que tenían una mejor vista de la ciudad, claro está que era los del último piso. Para su suerte los únicos dos departamentos en ese piso estaban disponibles, tenía una leve esperanza de que nadie más llegaría a ese nivel, muchas personas le temen a las alturas.

Dawn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora