Capítulo 8

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Me llevé una mano a mi boca para no hacer ruido, no me había dado cuenta ni que había estado conteniendo la respiración. Afuera, en la sala, escuché al joven suspirar. Lentamente intenté comprender lo que había sucedido, lo que había escuchado. Él se había negado a manipularme, a aprovecharse de mí para luego utilizarme. Respiré hondo mientras lo escuchaba moverse por la sala. ¿En qué momento había terminado sentada en el suelo exactamente, encogiéndome tanto como fuera posible? Klaus, Alex, cual fuera su nombre se había negado a manipularme.

Cerré los ojos durante unos segundos. Podía odiarlo, podía ser molesto y no estar nada a gusto con tener que tratar conmigo, pero él había hecho lo correcto. Quizás nuestro pequeño intercambio de ofrendas de paz no había sido en vano, quizás él realmente era una buena persona en el fondo y yo no hacía nada más que considerarlo como el enemigo desde el primer instante. Hasta me atrevía a decir que se había metido en problemas por esto, la mujer había mencionado al resto de su familia. Ella debía estar haciéndose pasar por servicio al cuarto, solo así tendría la llave y sabría que la habitación estaría vacía.

Contuve una maldición al saber qué era lo correcto. Podía ser muchas cosas pero era una persona justa que no le gustaba deberle nada a nadie. La familia se basaba en el cuidado y la confianza mutua. ¿No es así? Es decir, para eso se supone que es una familia. Y yo había crecido con esos valores. El joven que en este momento estaba registrando la sala me había protegido en cierto modo al negarse hacer lo que se le sugería.

Lo escuché caminar del otro lado, buscar escondites en los muros o pisos huecos. Contuve la respiración al sentirlo al otro lado de la puerta, él se agachó y golpeó el marco en busca de algún escondite o algo por el estilo. Me puse en pie al tomar una rápida decisión sabiendo que era probable que luego me arrepintiera y no creyera que fuese más que un error. Me maldije por hacer lo correcto, por no soportar la idea de engañarlo como originalmente había planeado ahora que había escuchado aquella conversación.

Y así fue como eché todo por la ventana. Simplemente abrí la puerta y él levantó la vista desde donde estaba agachado, la sorpresa y el temor cruzó tan solo un segundo por su hermoso rostro. Me apoyé tranquilamente contra la pared, fingiendo indiferencia. Podía notar la tensión en su mandíbula o sus inquietos ojos mientras su mente lentamente deducía todo.

—Supongo que estás buscando algo como esto —dije y mostré la hoja arrugada—. Ahora, háblame sobre mi prima.

El tiempo pareció congelarse, los segundos se extendieron como si fueran minutos mientras él me sostenía la mirada desde donde estaba. Lentamente se puso de pie y alejé mi mano cuando intentó arrebatarme la hoja. Me miró molesto, y supe que no estaba nada contento con que estuviera aquí aunque no supe qué le disgustó más, mi engaño o que hubiera escuchado su conversación.

—Brillante Bright —dijo él y puse los ojos en blanco.

—Por favor, basta de bromas Klaus. ¿O debería llamarte Alexander? –Pregunté—. Solo por curiosidad. ¿El rastreador está en mi bolso o en mis zapatos?

—Solo por curiosidad. ¿Te acercaste a mis cosas antes o después de llegar a este hotel?

—No chico, yo no me acerqué ni toqué tus cosas. Ahora será mejor que hables o perderás mi colaboración y a juzgar por esto es algo que no puedes perder —dije mostrando la hoja—. ¿Entonces estabas con otra agente?

—¿Hay algo más oculto?

—¿Quién sabe? Quizás sí, quizás no. No podría saberlo exactamente. No es como si fuera mi hermano de quien estamos hablando... Espera un momento, sí lo es —dije—. ¿Qué tal si hacemos un trato? Yo finjo no haber escuchado la anterior conversación y te ayudo plenamente, a cambio tú empiezas a responder a mis preguntas.

Pandora **disponible en físico y e-book**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora