Querer.

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SIMÓN ÁLVAREZ

—¡Despierteeeenn! —escucho que alguien grita generando que levante mi pecho de golpe y busque con los ojos bien abiertos la razón de tal ruido.

Me encuentro con Nicolas sonriendo de oreja a oreja a mí y a Pedro. Se encoge de hombres con inocencia para murmurar un 'ups' e irse a la cocina sabiendo que nos a arruinado la siesta.

Refunfuño contra las sábanas volviéndome a echar y esperando reconciliar el sueño. Pero nada pasa. Ya he despertado.

Con fastidio me destapo mirando al rubio moverse por la cocina.

—Me volviste a quitar las sábanas en la noche. —lo acuso entre dientes, seguro de haber dormido toda la noche destapado.

—¡Claro que no! Fuiste vos quien me las quito. —me atribuye ahora la culpa.

—Mentiroso.

—Oh, ya paren los dos que me dan dolor de cabeza. —interfiere Pedro acomodándose los calzoncillos— Y vos Simón deberías irte arreglando. —me dice señalando mi alborotado cabello.

Miro éste. No importa cuantas veces vaya a la peluquerías mi cabello es tan rebelde que siempre encuentra maneras de que algún inofensivo rulo se escape.

—¿Por qué lo dices? —pregunto comenzando a estirarme y levantándome para caminar hacia donde fuera que este mi ropa.

—Por tu novia. —responden al unísono echándose a reír cuando ven la cara que pongo.

Chale, lo había olvidado.

—¿Ustedes dicen que vendrá hoy?

No debería ni dudarlo, lo sé. Con lo demandante que es.

—Simón, ya acabaron las vacaciones. Hoy te dijo que regresaba. Creo que es muy obvio que vendrá. —explica Pedro con lentitud cogiendo una manzana y lanzándome otra para que la coja.

Sin dificultad la agarro, pero la dejo a un costado terminandome de colocar un pantalón.

—Y yo que vos me apuro. Son las... —hace el amago de revisar su reloj Nico— Bueno, amigo, tenés desde ahora diez... —mira con diversión por el rabillo del ojo a Pedro

—Nueve. —le sigue este.

—Ocho.

—Siete.

—Seis.

—Ah, ya parenle que me marean. —gruño.

Escucho sus risas y los ignoro metiéndome en la cocina. Ya empiezo a tener hambre.

—Dos...

—Uno...

—¡Cero! —gritan señalando con los brazos abiertos a la puerta, pero nada ocurre.

Estoy apunto de burlarme en sus caras cuando la puerta es abierta y de esta sale una radiante chica que sonríe hasta más no poder cuando me ve.

Rasco mi nuca, nervioso, sin saber bien qué hacer. Mas ni me deja tiempo pues corre a mis brazos apretándome contra ella.

Es raro, no del raro incomodo, solo raro. De todas formas le correspondo.

—¡Bonito! —exclama con entusiasmo y con ese marcado acento argentino que a estas alturas ya no me confunde. Al menos ya no como antes.

—Hola, Jazmín. —saludo corriendole los cabellos que cubrieron su rostro. Noto como suelta un suspiro pero intento ignorarlo.

—Te extrañe. —dice, y quiero responderle, lo prometo que quiero intentar hacerlo, pero no me da oportunidad cuando me roba un beso, cuando casi que me roba el aliento.

One-Shots [Vol. l]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora