No poder.

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SIMÓN ÁLVAREZ

Y el día no mejora hasta más tarde. En realidad, solo empeora la situación cuando llegamos al Roller y lo que nos encontramos no es lo que dejamos antes de las vacaciones. El lugar no es el mismo.

—¿Qué paso aquí? —pregunta Juliana pasando entre nosotros.

—Es lo que nos preguntamos. ¿Vos no deberías de saberlo, Juliana? —cuestiona Pedro lo que nosotros también lo hacemos en silencio.

—A mí nadie me aviso sobre estas remodelaciones. Pero ahora voy a llamar a Viddia. —se va marcando su celular.

Nosotros tres nos quedamos viendo los cambios a nuestro alrededor. Ya no hay colores vivos en las paredes, todo es rojo y negro. Tal vez eso pudimos pasarlo de largo, mas ver el logo del Jam&Roller ser reemplazado por uno que dice RedSharks fue la peor parte. El Roller había sido invadido y no sabías por qué ni por quién.

Claro que la incertidumbre no duró mucho cuando del vestuario salieron Luna y Gary. La primera luciendo afectada pues sus ojitos verdes cristalinos la delataban. Estaba por llorar pero se contenía debido a su molestia. No era difícil descifrarla, no para mí que había convivido con ella casi toda mi vida.

—Hey, ¿Qué te pasó? —avanzó hacia ella envolviéndola en mis brazos y conteniendo el bonita que quiere salir disparado de mis labios.

No puedo decirlo.

—Ya pronto sabrás que ocurre, Simón. —no me responde Luna sino Gary acomodándose su saco. Por impulso llevo el cuerpo de mi amiga atrás del mío en mi afán de protegerla, como si estuviera apunto de atacarla pues lastimarla parece que ya lo hizo.

—¿Qué hace usted acá? —Juliana le increpa una vez que regresa y lo ve.

Con una sonrisa ladeada él la mira irguiendo su postura y echando a un lado de su hombre lo que parece ser un pañuelo que rodea su cuello. Como si hiciera frío.

—Un gusto volverte a ver, Juliana. —reclina su cuerpo apenas y estira su mano, lo vemos incrédulo pues resulta raro ver que desea besar la mano de Juliana. Por suerte ella solo se carcajea como si acabara de contar el mejor chiste de la historia.

El semblante de él no cambia aunque la vea burlarse. Retoma su postura y la sonrisa no se le borra. Yo no he parado de verlo con el ceño fruncido, algo me disgusta, y cuando digo algo quiero decir todo. Absolutamente todo me trae muy mala espina.

Los chicos llegan a tiempo antes de que me empiecen a arrancar los cabellos debido a su silencio. Quiero que explique toda esta tontería de los Red Sharks. Pensé que ya había superado esa idea de convertir al Roller en su compañía de surf.

—Tío, ya estamos todoa reunidos. ¿Nos puedes explicar qué es lo que está pasando? —le exige Nicólas más molestos que todos. Entiendo que es au familia y siente que en parte si algo pasa él va a tener la culpa. Lo cual es absurdo de pensar. Nico no tiene la culpa de las locuras de su tío.

—Que desesperado, sobrino. No te recordaba así. Pero bueno, tenés razón en apurar porque no hay tiempo. El tiempo es oro y yo no estoy dispuesto a pagar por él más de la cuenta. Así que si ya es tan todos los que deben de estar creo que está bien contarles las nuevas reglas del lugar.

One-Shots [Vol. l]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora