SIMÓN ÁLVAREZ
Cuando solía patinar con Ámbar me perdía en la forma en que su cuerpo encajaba tan bien entre mis manos y lo sorprendente que era que el sonido de su corazón igualara los míos en esa perfecta sincronía en que nuestros patines se deslizaban.
Parecíamos entendernos en la pista, fuera de esta, lo dudaba.
Aunque mi idea cambio de un día para el otro.
Mis manos no dejaron de sentir que quemaban, mi corazón no dejo de acelerarse, nada de eso cambio entre nosotros, el cambio se vio en la conexión. Ya no éramos solo dos compañeros que raramente patinaban bien juntos, nos dimos cuenta que hacíamos un buen equipo y que era imposible dejar de vernos a los ojos al acabar una rutina.
Ahora que le veía patinar con otro, ser sostenida por otro, caer en brazos de otro que no era yo, no hacía más que anhelar esos momentos.
La quería, de la manera más irracional posible pero lo hacía.
Veo a Benicio poner sus manos encima de la cintura de ella y elevarla en los aires. Me quedo recostado en los barrotes de la pista mirando el lugar donde podría estar sin embargo me encuentro parado tan lejos suyo. No sé si mi mirada es insistente pero ella voltea en el momento indicado para hacer que mi corazón de una vuelta entera y su cuerpo también.
Nos conectamos breves segundos pero después me pierdo cuando su cuerpo se desprende de las manos de Benicio y cae al suelo.
—¡Ámbar! —corro hacia la pista esquivando a cualquiera de ese equipo y llego a tiempo para ser yo quien la ayude a levantarse.
—¡Dios, Ámbar! —exclama ofuscada Emilia quien ha venido igual que yo corriendo— ¿Estás bien? ¿Te duele? ¡La dejaste caer, Benicio! —lo acusa.
Si no fuera porque estoy abrazando a Ámbar y el contacto se siente tan bien haría lo mismo e incluso lo golpearía por dejar que ella se lastime.
—¡Yo no hice nada! Ella se distrajo.
—Mejor calláte, Benicio. —corta de una Ámbar— Y vos soltáme. Puedo sola.
No noto que me habla a mí hasta que se zafa de mi agarre y casi vuelve a tropezar. Intento hacerla regresar pero se aleja apoyándose ahora en Ramiro.
¿De dónde ha salido él?
—Hay que decirle a Gary que te iras a ver. Puede que te hayas doblado el tobillo. —le dice abrazándose a su cintura.
Algo desagradable me recorre las entrañas.
—Me siento bien.
—Eh, no seas terca. Vamos.
—Ya sabes cómo es la reina. —molesta Benicio.
Ella los fulmina a ambos con la mirada generando que se callen y muerdan la lengua para no reír. Al menos lo intentan por lo que resopla dejándose llevar.
Me fastidia tanto no poder ser yo quien la ayude, he pasado muchas más cosas con ella que ellos dos juntos y debería poder cargarla y preocuparme. Sé que me he equivocado; los dos en realidad. Ella me mintió, me engaño y yo nunca le di el beneficio de la duda, lo admito. Pero es suficiente con mis regaños, créanme. No hay día en que no piense lo que hubiese pasado si yo le hubiera dicho que me quedaría a su lado cuando me lo pidió. Dijo por favor y yo pudo decirle de acuerdo. Aunque en ese momento era lo que más quería decir.
¿Se habría pasado al equipo de los Sliders? ¿Habría tenido ese radical cambio de look? ¿Nos habría botado de la pista? ¿Se habría refugiado en los brazos de Benicio? ¿Estaríamos ahora juntos? ¿Yo la podría... volver a besar?
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One-Shots [Vol. l]
FanfictionPorque si me das un buen diálogo y una buena escena yo puedo hacer magia con ella.