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Caí al suelo, rendido.

Mis ojos amenazaban con cerrar, pero no podía.
Lo arruiné todo y esto es lo mínimo que puedo hacer.

Un líquido negro y espeso se deslizaba lentamente por mis mejillas, a lo cual mi sonrisa se hizo más grande;

Mi cuerpo ardía de dolor y más de aquella sustancia brotaba de cada herida de este.

Dolía.
Dolía, pero cada gota derramada me daba más satisfacción y más peso en mi cabeza.
El peso causaba horribles punzadas,
las punzadas y todo el dolor lágrimas.
Cada líquido que caía de mi cuerpo satisfacción,
la satisfacción asco.

Y todo ese asco...
Recuerdos.

Torturosos recuerdos.

De él, de mi, de lo que solíamos ser...

De lo que perdimos...

De lo que arruiné.

Y eso me hacía llorar más.
Era un asqueroso círculo autodestructivo.

Pero es necesario.

-Es lo único que puedo hacer por ti.

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