Libélula

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  Una brisa fresca que entraba por la ventana arremolinó el polvillo de la yerba en el aire. El agua caliente se asomaba en forma de vapor por el pico de la pava. Ciro se apresuró a cerrar la perilla de la hornalla y volcó el agua sobre la bombilla. El primer mate estaba muy amargo pero el segundo ya se mostró espumoso y eso lo puso contento. Le convidó con el tercero a su vieja, quien acababa de llegar del laburo. Entre cebada y cebada una presencia que no había notado antes se posó en su brazo. La sorpresa hizo que Ciro se quemara con el agua caliente y la yerba mojada se desparramara sobre la mesa. Pensó que era una cucaracha voladora e intentó alejarse lo más lejos posible de ella, pero pronto se percató de que era una simple libélula. Su madre intentó guiar al insecto en dirección a la ventana pero la libélula parecía empecinada en cercar a Ciro contra la mesada. Tal vez se había encariñado, pero eso a él no le hacía ninguna gracia. Poco después se posó en la yerba caída sobre la mesa y Ciro pudo observar que tenía la cola quebrada, como la radiografía de una columna que una vez había visto en un hospital, pensó mientras salía de la cocina.

  Esa noche la libélula sobrevoló sus sueños y su insomnio. Miró el reloj. Las cinco menos cinco de la madrugada, cinco, cinco y diez. Quería descansar bien porque ese día jugaba al fútbol con los chicos. Se puso la almohada arriba de la cabeza. Eran casi las seis de la mañana y el amanecerse colaba entre las rendijas de la persiana. Bicho de mierda, era peor que los mosquitos que zumbaban en los oídos en las noches de verano. Se levantó maldiciendo, de todos modos la alarma del despertador sonaría en unos minutos.

  Ciro tiró la lapicera sobre la mesa entre el sinfín de carpetas, hojas sueltas y bizcochitos a medio comer. Con sus compañeros se habían pasado la mañana entera haciendo un trabajo que parecía interminable para el profesor carachueca. Estaban agotados y él podía sentir el cansancio provocado por las horas de sueño perdidas.

—¡Ay, mirá qué lindo! Ciro, en tu cuaderno—indicó Lara.

  Ciro volteó la cabeza, somnoliento. Se sobresaltó al ver que se trataba de la misma libélula que el día anterior lo había perseguido.

—¡Quéraro! Entró ayer pero creí que ya había salido.

  Intentó guiarla hacia afuera tal como lo había hecho su madre pero le fue imposible, de modo que sus compañeros lo ayudaron, aunque fue Fede quien tuvo la viveza de cerrar la ventana para que no volviese a entrar.

  El día pasó sin mayores sobresaltos. El sol empezaba a ocultarse cuando los muchachos, cansados tras un intenso partido de fútbol, se alejaban de la plaza. Un zumbido los distrajo de su charla.

—¡Estáshecho una flor, Ciro!—exclamó Fede—No saben, chicos, hoy a la mañana también andaba con una libélula.Parece que te da más bolilla que lacolo.—todos rieron.

  ¿Pero qué le pasaba a ese bicho? Lo último que le faltaba era que lo siguiese a todos lados. Disimuladamente se olió la remera. Con el sudor que llevaba encima, difícilmente alguien quisiera estar cerca suyo. Ese fue el comienzo de los encuentros de Ciro con la libélula,tan sorpresivos y fugaces como recuerdos.

  Una tarde cualquiera, la libélula se posó sobre su mano. Ya había empezando a encariñarse con ella.

 —¿Qué querés?—le preguntó mientras la observaba con detenimiento. Sus alas iridiscentes brillaban al sol. Su cola quebrada volvió a recordarle a la radiografía de la columna que... La sangre se le heló. Recordó aquel día, el día en que ella tuvo el accidente y él le regaló el collar con un dije de libélula. Se le anudó la garganta. ¿Había estado acompañándolo todo este tiempo? Pronunció su nombre en un susurro apenas audible, la libélula levantó vuelo y besó su mejilla. Un pensamiento asaltó a Ciro mientras la veía alejarse volando por la ventana con las últimas luces del día: ni si quiera las libélulas viven para siempre. Aún así se alegró de haber podido estar con ella una vez más, aunque fuera en otra forma de vida.   






 Espero les haya gustado este cuento.  Queridos lectores paso a comentarles que me es difícil separar la música del resto de la vida y casi todos mis textos tienen música e inclusive es alguna obra en particular quien los inspira. Esta historia no es el caso, pero igualmente aquí les dejo el link de una canción llamada "The Open Door" que me recordaba al vuelo de esta libélula:

https://www.youtube.com/watch?v=4I-oR61ks-w


Busqué el significado de su letra y podríamos hacer una asociación con el cuento, para aquellos que gusten aquí está su traducción:

https://www.youtube.com/watch?v=MazihBDgWBE


¡¡Muchas gracias por leer!!

LibélulaWhere stories live. Discover now