Tus labios

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La idea había sido de Ron. Lo había recordado. Harry había destruido el diario de Tom Riddle con un colmillo de basilisco. Podía destruir Horrocruxes. Se sentía raro llegando a ese tipo de conclusiones sin ayuda, pero no era momento para dudar. Debían actuar. Por eso mismo, ambos se dirigieron a la Cámara de los Secretos.

Junto a Hermione, estaban frente al esqueleto de una enorme serpiente, frente a una escultura aún más grande.

- Aquí debió ser donde Harry lo venció - Murmuró la castaña, luego de notar las piezas faltantes de roca de la escultura, como si hubieran sido golpeadas con una gran fuerza

Ron asintió con la cabeza y tragó saliva sonoramente. Estaba muy nervioso. Observó de lado a su amiga, a la cual hace rato veía como algo más. Admiró su rostro, la forma en que su cabello recaía por sus hombros. Sus labios, aquellos que deseaba con locura, pero que no se atrevía a besar. Temía que lo tomara por un pervertido, por un loco, por un tonto. Pero la verdad era una. Ronald Weasley se había enamorado profundamente de Hermione Granger.

Sin emitir sonido alguno, comenzó a avanzar hacia el esqueleto. El lugar le generaba escalofríos. Cada tanto miraba hacia los lados, cerciorándose de que estuvieran solos.

Lentamente, arrancó uno de los colmillos. Tuvo que hacer un poco de fuerza, pero no le costó mucho. Avanzó hacia Hermione, la cual ya había sacado la copa de Hufflepuff de su bolsito de cuentas.

- Ten - Dijo él, tendiéndole el colmillo

- No puedo - Respondió ella, con una voz casi ahogada. Estaba aterrada

- Claro que si - Esbozó él, transmitiéndole confianza con una media sonrisa

Ron la miró detenidamente. En verdad, no se veía muy bien que digamos. El estar todo el tiempo huyendo le había jugado una mala pasada a los tres, deteriorando sus cuerpos. Sin embargo, el pelirrojo la seguía encontrando tan hermosa como siempre. Perfecta, era la palabra que siempre utilizaba.

Ella le devolvió la mirada, con un deje de preocupación. Pero tenía un brillo en los ojos. Ese que sólo aparecía cuando Ron le sonreía. Sabía que todo estaría bien. Se arrodilló junto a la copa, sin dejar de mirarlo.

Pero la magia oscura que contenía aquel objeto se disparó sin más. Un aura negra emanó del mismo, interponiéndose entre los jóvenes. De la misma forma, un frío desconocido se hizo presente en toda la cámara. Y por alguna razón, ambos tenían esa sensación de que en verdad no estaban completamente solos.

- He visto tu corazón, Hermione Granger... - Una cínica voz retumbó en sus cabezas - He visto tus miedos...

- ¡No lo escuches, Hermione! - Gritaba Ron, al comprender lo que estaba ocurriendo. Le había sucedido lo mismo al intentar destruir el relicario - ¡Perfóralo!

Esa espesa niebla negra, que había tomado una forma fantasmal, se movió hasta el pelirrojo y lo derribó. Al parecer, no quería permitir que ayudara a la castaña.

Hermione estaba paralizada del miedo. Retrocedía como podía, ya en el suelo, sin poder reaccionar. No era como nada que hubiera visto antes.

- Tienes miedo de no saber lo suficiente... - Decía la voz, cada vez más fría - Estás detrás de un amor... no correspondido

- ¡No lo escuches! - Repitió Ron

Una lágrima se deslizó por la mejilla de Hermione, al notar a un Ron semidesnudo, besando a una Lavender como si no hubiese un mañana. Era algo parecido a lo que el pelirrojo había visto en su encuentro con el relicario.

One Shot's ~ RomioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora