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«Un cielo tan puro por el que soy capaz de abandonar mis ideales».

Había destruido universos enteros, había asesinado a cada persona que se cruzó por su camino, había hecho sufrir de demasiadas maneras diferentes a cada mafioso que se encontró.

Había asesinado incontables veces a los arcobalenos, los Varia, Vongola, Cavallone, Simon, Bovino, incluso Millefiore. Había eliminado por completo la mafia y los gobiernos, había controlado a cada jefe que se le cruzó con tan de sacar provecho, con tal de divertirse.

Había visto a Tsunayoshi con un millón de personalidades e ideales diferentes, había disfrutado acabar con todos ellos.

Pero en ese universo había algo especial, algo que incluso a él lograba impresionarlo.

Esa tarde, cuando entró a la sala donde sería la reunión con el Décimo Vongola, se encontró con Sawada Tsunayoshi portando una bazuca blanca con un dibujo de una flecha morada que apuntaba en el sentido contrario a las agujas del reloj.

—Byakuran Gesso —murmuró el castaño, levantándose de su asiento—, gracias por aceptar la reunión conmigo.

—Tsunayoshi-kun, ¿qué es esa bazuca? —Señaló el objeto mencionado.

El menor sonrió levemente y volvió a sentarse en el sillón negro.

—Solo un juguete.

El albino frunció el ceño preguntándose cómo es que seguridad dejó que entrara a su mansión con esa cosa.

—Iré al grano —habló el décimo en cuanto Byakuran se sentó en el sillón frente suyo—, ¿quieres una alianza con Vongola o este es otro de tus juegos?

El mayor ladeó una sonrisa y se inclinó hacia Sawada, apoyando su mentón sobre sus manos entrelazadas.

—Si sabes que todo esto es solo un juego para mí, entonces, ¿por qué venir hasta aquí?

Tsunayoshi copió la postura de Gesso al tiempo en que un brillo anaranjado cruzaba por sus ojos.

—¿Sabes, Byakuran? Antes de que controlaras a Uni, ella me dijo un par de cosas. —La curiosidad brilló en los ojos violáceos del mayor— Entre ellas: Tus intenciones y el cómo terminará esta reunión.

—Entonces no gastemos más tiempo y terminemos con esto. —Sacó del bolsillo interior de su chaqueta un arma y apuntó directamente a la frente del Vongola.

Sawada suspiró y antes de que el albino pudiera disparar, dejó caer la bazuca sobre sí mismo, llevándose consigo el arma del mayor.

Un humo rosa inundó la habitación, Byakuran se mantuvo en guardia por lo que sea que pudiese suceder. Nunca había visto algo así en ninguno de los universos alternos.

Un castaño de aparentes catorce años que sostenía una hoja de papel con una gran F roja apareció de repente.

«Ya veo», pensó el albino, sonriente. «La bazuca de los Bovino modificada».

El castaño le miró confundido.

—¿Dónde estoy y quién eres tú?

—Tsunayoshi-kun, estás en el futuro —explicó.

El adolescente le miró como si tuviese dos cabezas en vez de una.

—Ajá y yo puedo crear fuego con mis manos —bufó.

«Realmente puedes hacerlo en este tiempo», pensó Byakuran, pero no se atrevió a decirlo en voz alta.

—Probablemente me quedé dormido en clase de nuevo, o sea que esto debe ser un sueño o algo por el estilo —pensó en voz alta el castaño.

Un cielo puro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora