Padres De Alicia.

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Ese sabádo, como era costumbre, salio a la misma hora de siempre hacia las caballerísas. Si su padre se llegara a enterar que salia, y llendosé sin acompañante, quizás estaría en una complicada situación. Aunque siempre se arriesgaba al irse de esta manera.

No hacia mucho que venia caminando, todavía estaba a una distancia prudencial de la casa grande, y mientras no se acercara a los vecinos que estaban al oeste de sus tierras no había problema. Rió y negó con la cabeza al tener el recuerdo de ocho años atrás, si bien no le habían pegado, se había llevado una buena riña, se le hacia que siempre seria algo eterno. Jenny, su madre, decía que mientras que alguno de los dos padres no cambiara de parecer, o al menos que uno trate de hablar con el otro, sus tratos serian iguales. Las dos seguían sin creer que la disputa siga entre las familias luego de tanto tiempo, aunque los hijos de ambos sigan sin saber los motivos de esa gran disputa.

Era algo totalmente ridiculó, obviamente que solo a punto de vista de mujeres, desgraciadamente. Obviamente, los hombres, que eran mas testadurós, o aun sin doblar el orgullo pensaban, como casi todos los niños a cierta edad que tienden a decir: "Yo no tuve la culpa." o "Yo no fui". Ellos, a pesar de los años transcurridos, siguen con el mismo pensamiento. Y aunque algunos no pensaran igual, no pensaban decir o acotar nada en contra de los pensamientos o sacarlos de su error. Y si lo hicieran, lamentablemente seria en vano.

Siguío caminando hasta entrar en las caballerísas, sonrío por su aventura semanal. Se adelantó hasta el final del pasillo, y dio paso sonriendo hacia los caballos.

Era el horario del almuerzo para los trabajadores, por lo tanto no había nadie allí. Siempre seria el horario perfecto, el mas conveniente, el horario esperado del día.

Agarro a Kei, su yegua y salio de allí tan rapidó como pudo, luego de haberse montado en ella. Agradecío haberse cambiado la pollera por otra mas cotidiana. Ya a las afueras de la propiedad, se dirige hacia el encuentro. El mismo encuentro desde pequeños. Una vez que llego, miro a su alrededor asegurandosé que nadie la viera. Luego de cerciorarse, bajo de Kei, y la llevo a la parte de atrás donde había un techo grande de madera y bajo este un lugar espacioso con agua, pienso y algunas hiervas. La ato en el amarradero de madera, donde habían atados también otros tres caballos y luego fue hacia la puerta trasera, al costado izquierdo de donde habéa dejado al animal. Tras ver nuevamente si alguien estaba cerca del lugar, saco de su bota una llave y la puso en la cerradura para luego entrar. Como siempre era la ultima en aparecer. Pues claro, es la que siempre tenia el escape menos seguro y mas complicado. Con el hecho que desgraciadamente no siempre hibá, benditas charlas o larguísimas comidas en las que la metía su familia. Si no era su padre, era el abuelo, o la tía, o las primas, o sus hermanos. La primera persona que se abalanzo sobre ella cuando entro fue Megara. Y tras saludar a todas, sonrío con tristeza. Vio su lugar vació y sentó allí, en el medio de Candace y Adrienne.

-Donde esta Evan? -Miro a Candace y ella negó con la cabeza. Hizo una mueca mientras se acomodaba junto a ella.

-No pudo escapar esta vez Ali, lo siento. Dijo que luego vería la forma que encontraba para verte o poder hablarte, ya sabes.. -dijo con una sonrisa y con voz algo silenciosa.

Candace era la hermana de Evan, y el.. era todo. El princípe azul. El niño bonito. El compañero de aventuras. El amigo incondicional, a pesar de su situación. Su todo prohibido. Era la aventura de toda chica, el sueño soñado y vivido. Era su kriptonita. La roca de su zapatilla. El culpable de que su corazón lo ame y que su mente lo extrañe. El dueño de sus noches en velas. El porque de sus fantasías despiertas. Por dios, solo tenia 17 y ya desde niños el la hacia volar. Y el lo sabia. Y a todo esto el, sentía lo mismo.

Podríamos estar horas y horas hablando de lo que el amor les hacia sentir a cada uno, pero hablemos a verdad. Desgraciadamente en este mundo no todo es color de rosa, y menos un amor. Siempre hay un error, siempre hay un problema, sea cual sea. Y ellos, no se libraron de eso. En algunas relaciones la familia suele oponerse por diferencias de puesto social, el dinero que podría tener el cónyuge, el hecho de tener algún titulo o la reputación de la persona. Pero no. Estos no eran su caso.

ImpedimentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora