Capítulo 1

1 0 0
                                    

Buen día – dijo Alex extendiendo su mano hacia un empleado que se ubicaba detrás del mostrador de la tienda en la que estaba – Necesito todo lo que está en la lista y que lo envíen a la dirección que esta al final. – Luego de esto extendió nuevamente su mano poniendo sobre el mostrador un microchip – creo que les hacía falta esto, tómenlo como pago.

El empleado de la tienda al ver el microchip no pudo disimular su asombro y procedió simplemente a tomarlo y ponerlo en una ranura de la computadora que controlaba la tienda

-Gracias, llevábamos días sin eso, no sé cómo lo has conseguido pero te estoy... perdón, estamos completamente agradecidos, no sé cómo más podríamos pagarle.

-Con las cosas de la lista y el envío estará bien.- Respondió Alex saliendo de la tienda sin que el empleado notase siquiera cuando se había apartado del mostrador.- gracias por tu amabilidad, que tengas buen día.

Alex salió de la tienda a las agitadas calles de ciudad Artif: la única ciudad que quedaba en el planeta.

El planeta Tierra había sido escenario de una guerra mundial en la que las armas habían sido misiles cargados de bacterias con lo que se había extinguido la vida en el planeta casi por completo. Antes de la guerra, cuando los misiles eran preparados en secreto se había filtrado la información llegando a tres multimillonarios que habían estado construyendo dicha ciudad en secreto en la cual solo pudieron entrar un poco más de quinientas mil personas no por problemas de espacio, sino que el costo de entrada a dicha ciudad era excesivamente alto al igual que el costo de vida dentro. Justo un día después del inicio de la guerra se dio a conocer la ciudad y las filas para aspirar entrar eran de cientos de millones de personas las cuales se mataban entre sí para tener menos competencia y tener más posibilidades de entrar a ciudad Artif. Muchas eran las personas que entraban, pero eran más aun las que no lo lograban por falta de dinero o por no pasar el escáner de bacterias en la entrada, estas puro que había dentro del campo magnético que protegía la eran ejecutadas en el acto por los soldados apostados en la entrada. Sin piedad. Sin lastima alguna. Dichosos los que lograban entrar y respirar aquel aire ciudad. Los primeros meses dentro habían parecido el paraíso a comparación de lo que afuera se había vivido, pero eso solo duró unos pocos meses, luego, el costo de vida excesivo de dicha ciudad comenzó a afectar a los que allí vivían volviéndose una lucha constante por tener un trabajo que pudiese brindarte un buen sueldo para mantenerte a ti mismo, o algo que allí es casi imposible: mantener a una familia con un solo salario común.

Alex recordaba cómo había entrado en aquella ciudad hacían ya un poco más de once años cuando contaba con veintiún años de edad, y ¿Cómo no iba a recordarlo? Si hasta ahora ese día lo catalogaba como el peor de su vida. El día en que Alex iba a entrar en Artif estaba con su madre haciendo la larga fila de personas en desierto que se había convertido aquel lugar en el que no existía más que tierra árida y los únicos organismos con vida eran aquellas personas deseosas de entrar en lo que era su salvación. Alex y su madre miraban esperanzados el reflejo de la luz del sol en el gigantesco campo magnético que cubría la ciudad, a través de él se podían ver enormes edificios de todas formas: puntiagudos, planos, ovalados y también de todos tamaños. Parecía la ciudad soñada, la ciudad perfecta. Fueron avanzando en la fila entre la multitud desesperada viendo como los guardias cubiertos completamente con un traje negro y un casco apuntaban a todos con un arma de proyectiles de plasma, empujando y golpeando a los infectados o a los que simplemente no tuviesen el dinero suficiente para entrar en la ciudad. Al estar ya cerca de la entrada fue tomado por uno de los guardias un padre de familia: un hombre de aproximadamente unos 40 años que al parecer estaba infectado. Fue empujado con órdenes de que se fuera, pero el hombre se negaba a dejar a su familia se volteo e intento correr hacia su esposa y su pequeño hijo y al pasar por el lado de un guardia este, con una velocidad impresionante sujetó al hombre del cuello y lo elevó como si no pesara nada y su mano apretó el cuello del hombre hasta que se escuchó un crujido, luego el cuerpo cayó en el piso, sin cabeza, sin vida. El guardia soltó la cabeza justo al lado de donde había caído el cuerpo y sacó de un bolsillo un paño para limpiar su mano ensangrentada, volteo hacia la mujer y el niño de los cuales solo podía apreciarse terror en sus miradas y les ordeno que entraran de una vez por todas a la ciudad. Después de aquel acto las personas que antes habían estado peleándose y gritando con desespero por querer entrar a la ciudad ya no emitían un solo ruido, ahora todos sentían pánico, terror. Miles de personas que usaban mascarillas purificadoras de aire en sus bocas y narices las retiraron con la mayor discreción posible previniendo que los tomasen por infectados, luego no esto no hubo nadie que se rechazara a no ser admitido, todos se resignaban a su destino. Aunque morir degollados a manos de un guardia, o ser traspasados por un proyectil de plasma eran una manera aparentemente menos dolorosa que morir de hambre, o desintegrados por las bacterias que habían en el aire de casi todo el planeta las que al entrar una gran cantidad en el organismo comenzaban a comerse los cuerpos desde adentro generando un dolor mayor a cualquier otro que se pudiese experimentar con alguna otra cosa, y en un lapso de tres días... ya no existías. Lo mismo ocurría con todos los animales, y las plantas simplemente iban desintegrándose, como si algo las quemara. Jamás en el planeta se había sabido de bacterias tan potentes, tan mortíferas, que después de cuatro días de guerra los únicos seres vivos de los que se tenía conocimiento eran aquellos que estaban en la fila para ingresar a la ciudad. Los mares se habían vuelto tóxicos, el olor en el ambiente era ácido y había una constante neblina a causa de las bacterias, solo la Artif y unos pocos kilómetros a sus alrededores no se sentían aquellas bacterias porque esto ya lo habían previsto sus dueños: un punto estratégico bastante lejos de la civilización fuera del radio de expansión de las bacterias.

Cuando fue el turno de Alex de entrar quiso que su mama entrara primero, pero ella se negó empujándolo para que pagara su entrada a la ciudad y estuviese a salvo. Alex pasó el escáner de bacterias: limpio, procedía a poner su mano en el lector de huellas para hacer su identificación de ciudadano luego de realizar su pago cuando un pitido proveniente del escáner lo hiso voltear: su madre estaba infectada.

-¡No puede ser, tiene que haber un error! – Gritó Alex al guardia que le ordenaba a su madre que se retirara

Alex corrió para abrazar a su madre, las lágrimas ya comenzaban a formarse en sus ojos y su madre viendo que él venía corriendo hacia ella también corrió, se fundieron en un abrazo ambos llorando, se separaron y se miraban, su madre le tomó la mano y puso una pequeña bolsita de cuero con algo dentro. De pronto el cuerpo de su madre se sacudió y salió un hilo de sangre por la comisura de su boca, sus ojos perdieron el brillo y cayó muerta mientras un guardia a unos metros de ellos apuntaba con el arma humeante y dijo con un tono casi robótico y carente de piedad: adentro, o el próximo serás tú. En ese momento no podía entender como su madre podía haber estado infectada. Con lágrimas que rodaban por sus mejillas puso su mano en el lector de huellas haciendo positivo su pago y entrada a la ciudad, había visto morir a su madre, la sostuvo en sus brazos cuando aquel guardia le había perforado la espalda, había visto como los ojos de la mujer que le dio la vida perdían el brillo, perdían la vida.

Había entrado a la ciudad y aún estaba desconcertado, triste y con ira mientras su cabeza buscaba alguna explicación a lo que había pasado hace unos minutos: "Ella padecía anemia grave y estaba en constantes cuidados, no solía estar fuera de casa, no iba a centros comerciales, la mayor parte del tiempo estaba en su biblioteca con sus cientos de libros, y las veces que salía solo lo hacía para ir al médico, de hecho aquella mañana había estado en el hospital..." Y ahí fue cuando todo tuvo sentido. Aquella mañana su madre se había sometido a una transfusión de sangre.

TWG (La Niña Equivocada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora