Recuerdos

58 5 5
                                    

Recuerdo aquel verano perfectamente, en ese tiempo tenía solo 12 años de edad. Conocí a mi primer amor,  quien desafortunadamente tuvo que dejar su residencia y mudarse al centro de la ciudad, dejándome con todos mis sentimientos a flote, y sin saber controlar estos.

"-Nos veremos algún día, lo prometo Taka."
Son las últimas palabras que me dejaron con él corazón destrozado antes de marcharse, las cuales, atesoro esperando que dicha promesa suceda.

Salíamos de clases e íbamos  directo a un pequeño lago situado cerca de nuestros hogares. A un lado de este, se encontraba un frondoso árbol, él cual, nos cubría del molesto sol, que como era verano, era muy caluroso y aveces llegaba a incómodar demasiado.

-Oye Taka, ¿que tal si nos bañamos aquí?-. Menciono aquel rubio de ojos brillantes mientras descansábamos en la sombra que aquel árbol nos proporcionaba.
Le mire esbozando una alegre sonrisa, asentí con mi cabeza y comence a quitar las prendas que llevaba puestas. Unos pequeños pantalones cortos, una camiseta, junto con mis sandalias, claro, dejando mi ropa interior, sentí como mi piel se erizaba al sentir un leve viento recorrer mi estómago desnudo.
Él adverso comenzó a quitar su ropa igualmente.
Pude observar con detenimiento cada movimiento que hacia él rubio, mis mejillas fueron tornándose de un color rosado, no tan notables. Por el simple echo de verle tan de cerca, hacia que mi corazón latiera con rapidez, era algo que no podía explicar fácilmente.  Comenzó por quitar con delicadeza su camiseta, después prosiguió con sus pantalones, dejando a la vista sus blancos muslos, y por si fuera poco, su pequeña ropa interior.

-Listo, ¡vamos!-.  Sonrió mientras me tomaba de la mano con gentileza, logrando que le siguiera él paso hacia él lago. Mis latidos se aceleraron aun mas al sentir su suave mano tomar la mía, logrando que mis mejillar ardieran, esta vez de un rojo intenso.
‹‹Esto...es extraño››
-El agua debería de estar fresca, ¿no crees?, que bien se ha de sentir-. musitó mi acompañante mientras se sentaba en la orilla de aquella tierra lodosa, dirigiendo su vista de vez en cuando a verme.

Me gustaban aquellos ojos melosos, su sonrisa me cautivaba cada vez que le veía. No explicaba desde cuando empece a tener estos sentimientos hacia mi amigo, mi mejor amigo. Pero aun así, trataba de disimular estos, aunque a veces se me hacia una tarea un tanto complicada. Le mire atentamente, con una sonrisa en mi rostro, trate de desordenar los cabellos de aquel rubio, asintiendo a lo que había mencionado.
-Si, debe de estar rica, Akira. ¿Por que no te sumerges en ella?-.Pregunte con una risilla maliciosa, me levante  y empuje al ajeno hacia el lago; mi objetivo había salido a la perfección. Solte una carcajada mientras me acuclillaba y golpeteaba mis rodillas  desenfrenado.

Pude observar como aquel niño rubio me miraba con el ceño fruncido, lo cual no le tome mucha importancia y le tendí mi diestra para que lograra salir de aquella agua dulce.
Tomo mi mano y trate de halarlo para que saliera, pero pude notar como una sonrisa de costado se formaba en su rostro y me tomaba  con fuerza, logrando que igualmente cayera en junto con él.

-¡Idiota!, ¡estaba tratando de ayudarte!-.Grite mientras quitaba algunos mechones de cabello de mi rostro, los cuales, me impedían la vista hacia mi amigo.

-Tranquilo, Taka.  Además, tú también hiciste lo mismo, así que no tienes ningún derecho de reclamar-. Se cruzó de brazos, y al terminar de pronunciar sus ultimas palabras, tratando de hacerme enojar, saco de su cavidad su carnosa lengua, haciendo un gesto con ella.

-No seas bobo, Akira-. No pude evitar sonrojarme ante aquel acto del rubio, ¿por qué?, ¿por que no podía controlar mis sentimientos?, tremendo idiota.

Trate de desviar la mirada, pero esto me fue imposible al sentir su mirada penetrante en mi, me analizaba, tratando de explicarse él porque de mis actos.
-¿Que sucede?, te has puesto como un tomate-. Aquellas palabras me hicieron sentir  mas avergonzado. ¿Qué le diría?, ¿qué estoy enamorado de él?, ¿que tal si no corresponde a mis sentimientos?. Es inútil, pero, ¿que tal si él también siente algo por mi?.
Aquellos pensamientos me hicieron dudar, haciendo que entrase en un gran debate. Mi corazón había vuelto a palpitar desenfrenado, podía sentir mis mejillas arder, y al ver a Akira prácticamente desnudo, no ayudaba mucho.

-Tu... Me gustas, Akira-.Le mire fijamente a sus ojos, los cuales, me miraban con asombro. Pude ver como su boca se abría lentamente para poder responder a lo que había salido de mi boca con tanta dificultad.

-¿De verdad, Taka?-. Sus mejillas se tornaron de un color rosado, al igual que las mías, no sabía él porque, pero sus ojos brillaban mas de lo normal, y eso me dejo sin aliento.

-Si-.Respondí.
-Tu…-Hizo una pequeña pausa antes de poder continuar, pareciera que trataba de formular las palabras correctas antes de decírmelas.-También me gustas, Taka. Eres muy lindo, me gusta cuando tus mejillas se vuelven rojas, cuando sonríes…

Me quede atonico a lo que había dicho, cubrí mi rostro tratando de ocultar ese notorio sonrojo que se plantaba sobre mis mejillas. Sentí como una tibia mano tocaba mi hombro, logrando que me acercase mas al adverso, pudiendo sentir su húmedo pecho.
—¿Que haces...?-.Pregunte con dificultad al sentir en mi vientre una ola de calor, haciendo que mis latidos se acelerarán al sentir tan de cerca a Akira. Mordí mis labios y levante la vista topándome con la del rubio, sus labios rojos aterciopelados fueron acercándose lentamente hacia los mios. Su beso inexperto fue haciéndose cada vez  mas fogoso, que en un acto sin pensar, y dejándome llevar, aventure mi lengua dentro de su cavidad.

Pasaron las semanas, aquellos actos sin pensar fueron haciéndose cada vez mas frecuentes. Con pequeños tocamientos, besos, y demás.

Mis sentimientos hacia él fueron creciendo mas y mas, hasta que un día, su padre consiguió un buen trabajo en Tokyo. Eso involucraba cambio de residencia. Akira ese día había tocado la puerta de mi casa, al verle, pude notar en su mirada algo de tristeza. Tomo mi mano sin preguntar, y me llevó a nuestro lugar preferido, algo extrañado, me había  dispuesto a preguntar que era lo que ocurría, pero mis labios fueron sellados al sentir los ajenos sobre los mios. Cerré mis ojos disfrutando de aquel juego con nuestras bocas. Sentí la ausencia de sus labios al separarse levemente de mi, observándolo atentamente. Tenía algo que decirme, se veía preocupado, y eso, provocó mis ansias.

-Taka...-Hizo una pequeña pausa-, me mudare.
Aquellas palabras me hicieron estremecer por dentro, ¿ahora que haría?.

-¿Eh?, ¿como que te iras...?, no puedes.

-Lo siento. Planeaba decírtelo en estos días, pero hoy me voy, Taka.

-¡No!, ¡no puedes!-. Volví a repetir una y otra vez, ya no daba para nada mi voz, sentí que si volvía a decir  algo, me quebraría.
Mis rojas mejillas fueron manchándose de cristalinas lágrimas que frotaban de mis ojos. Trate de limpiar estos rápidamente antes de que aquel rubio pudiese notarlas, pero ya era demasiado tarde.
Sentí sus brazos rodear mi pequeña cintura, quería permanecer en sus brazos para siempre.
‹‹¿Por que las despedidas tienen que ser tan dolorosas? ››.

†Sentimientos Pasajeros† Donde viven las historias. Descúbrelo ahora