2° parte

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Abro mis ojos y de inmediato sé que estoy en mi habitación. Me siento calentito por lo que concluyo que me encuentro tapado hasta el pecho, recostado sobre mi cama con una almohada lo suficientemente esponjosa como para sentir mi cabeza bien descansada. Muevo mi torso hacia adelante y como si fuera automático, un dolor insoportable se aloja en mi cabeza y mis rodillas.

Y como un balde de agua fría, todos los recuerdos de la cocina golpean mi mente y creo que palidezco allí mismo.

No puede ser... No... Si fuera cierto lo que vi, no tendría que...

Levanto las mantas de un manotazo y ahí lo veo, mis heridas perfectamente curadas y prolijamente vendadas.

Suelto un suspiro pesado, resultándome increíble, queriendo justificarlo con que probablemente algún vecino escuchó el alboroto y se acercó a ayudarme. Pero mi mente no puede seguir excusándose cuando la puerta se abre con suavidad y aparece el mismo chico que vi antes de desvanecer sosteniendo una bandeja con comida. Parece que no esperaba verme despierto porque apenas levanta la mirada y me ve, se queda petrificado en el lugar.

Pasa un rato en el que ninguno habla, sólo nos miramos y es que ambos estamos cohibidos por la situación. ¿Qué se supone que debo hacer ahora? ¿Qué se supone que deba decir?

—Ya despertaste —tiene la valentía de decir, pero susurra tan bajo que si no fuera por el silencio mortal de la habitación, no podría haberlo escuchado.

Yo no respondo, y es que, ¿qué se supone que tendría que contestar ahora? Mi gato se convirtió en una persona en un chasquido de dedos y ahora está frente a mí, sosteniendo entre sus manos lo que podría ser mi última comida del día más unas pastillas para el dolor.

Casual.

—Yo... Te he traído la cena, Jungkook —habla bajito, como si temiera mi reacción—. Está bien si no quieres comerla, pero creo que deberías hacerlo. También busqué analgésicos para el dolor de tu rodilla y así sanes más rápido. Creo que también deberías tomarlas...

No sé si dice algo más porque mi mente es un caos. Quiero prestarle atención para escuchar su voz de humano y analizar cuáles son sus características, pero no puedo cuando la situación de la cocina hace presencia en mi mente. Y es que... ¡por Dios, es un gato! ¡Y un humano! Si bien Taehyung me lo dijo, el hecho no deja de sorprenderme y cuando tienes las pruebas frente a ti resulta aún más increíble.

Se acerca despacito a mí y deja la bandeja con extremo cuidado sobre la mesita de luz. Se queda ahí, erguido, sin hacer nada, mirando la comida como si fuera lo mejor de la vida y, entre dubitativo y decidido, se voltea a mí.

—Si necesitas algo más... Sólo llámame.

Se voltea con la intención de irse, pero lo agarro justo antes de que pueda salir corriendo como si lo estuviera persiguiendo el mismísimo Lucifer y hago que me mire.

—Mochi... —susurro, y puedo ver que un rosa adorna sus mejillas. Me mira a mí, luego mi mano envuelta en su muñeca y después a mí nuevamente, sonrojándose más—. Eres tú, ¿no es así?

Sé que la pregunta suena bastante estúpida, pero él no se ríe, ni mucho menos se burla. Supongo que entiende mi posición y por eso, como si tuviera miedo, como si me creyera capaz de cometer una locura, baja la cabeza y asiente con evidente vergüenza.

—Sí... Soy yo.

Lo miro bien. Los lunares en su cuello, la cálida temperatura de su cuerpo, sus ojos tan sinceros que parecen transparentes, el color de su cabello, todo concuerda tanto con su forma gatuna que me hace encontrarlo realmente lindo.

Gatito ➳ Kookmin TS©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora