el ave de fuego

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  Las noches de la fortaleza de Ras Al Ghul son oscuras y de otro mundo, las sombras son más grandes que en el resto del mundo y los cielos más oscuros y silenciosos, los pasos suenan en lugares insospechados y la única luz brillante en las noches son los ojos de los felinos que brillan con lo que se cree es la luz de las llamas del mismo averno.

No es del todo un error, si se toma en cuenta que el palacio de Ras apresa espiritus menores de la naturaleza para mantener su poder y la magia de sus pasillos.

La oscuridad es reina en las Noches de la fortaleza, diosa de las sombras y señora de la noche aun por encima de Talia, la hija favorita de Ras y de Nyssa, la otra hija, reinaba la noche y su oscuridad... pues un espíritu de la misma noche, del averno más profundo habitaba en aquel lugar... en la piel, en la madera, en los sótanos de la fortaleza, donde Talía lo había aprisionado hará años, muchos años, los mismos que contaba su hijo único.

Esas noches ningún alma pasea más allá de los portones de sus puertas y las voces no se elevan más allá de un bajo susurro, a veces se tiene miedo de las aguas que corren como un suave murmullo y las ninfas abandonan sus nidos en los árboles para esconderse bajo arbustos, piedras y ríos, donde tiemblan asustadas de la Talía, señora de las sombras.

Pero, a veces, ocurre que Ras encuentra eso tortuoso, y es entonces cuando hace lo mismo que esta noche, cuando extiende los dedos hasta la jaula que esta en el centro de su salón del trono.
Una jaula hecha de oro venido de las fuentes del mismo Helios y de plata encantada de las aguas envenenadas de las arpías, extiende sus dedos y toca el borde de la jaula donde una hermosa ave de rojo plumaje habita silenciosa y triste, los ojos azules del ave le miran con algo parecido al rencor y la resignación.

-Ilumina mi fortaleza –ordena, el ave trata de ignorarle pero no puede cuando la mano del emperador Ras Al Ghul atraviesa los barrotes de la jaula como si no fueran nada y coge al hermoso animal por el cuello, parece oírse, que no se oye, un grito ahogado en la sala...

Segundos después el salón se ilumina con una luz muy diferente de las lámparas de queroseno que hay en la sala, una luz que no parece venir de ningún lado, como si fuera de mañana... y la jaula ya no está, a los pies de Al Ghul hay únicamente un muchacho enfundado en una túnica roja que está hecha girones, no mira al soberano sino al suelo, y su rostro es de una belleza difícil de describir, una belleza docil, suave, casi femenina, pero su sexo es de hombre... es aun un efebo cuando el anciano baja los dedos ajados y toca su piel de porcelana. 

Hay un estremecimiento de dolor cuando el mayor toca su piel, y el muchacho cierra los ojos para no verlo. 

-Sabes que no me gusta que me ignores, Timothy Drake –susurra –hijo del dragon –comenta, bajando los dedos hasta el mentón del muchacho y obligándolo a mostrarle su cara, su hermosa cara. 

Es un espíritu de fuego, un espíritu joven y prudente al que costo cazar, pero con fascinación por los granos de café que había en las plantaciones de Ras.

Sus dos hijas prometieron atraer al ave pero fallaron.

El mismo Ras falló, pero entonces ordeno a Damian que lo atrapara.

Su nieto nunca lo ha decepcionado... fue capaz de atrapar a Tim, con cuerdas hechas de magia de agua profunda, y lo encerró en una jaula que ni aun un espíritu de volcanes como él podría destruir y entonces se lo entrego a su abuelo. 

Y allí está desde entonces, sin ceder un milímetro más de lo que está obligado por estar sometido a su magia, pero es solo cuestión de tiempo... muy pronto no solo iluminara sus pasillos, Ras lo sabe. 

Lo sabe mientras el chico abre poco a poco sus ojos y le mira, profundo, limpio... puro.
Sus ojos poco a poco pierden la guerra cuando le ven de vuelta, sus labios ya se entreabren... está desesperado, triste y solo... sobre todo solo, negarse a cantar durante tanto tiempo le pasa factura... y Ras es el único que tiene al lado.

Falta muy poco tiempo... 

Muy poco. 

.

Un mes después las cosas se tuercen a donde Ras las quiere, es el mismo día que su nieto cumple su petición de traerle otro espíritu.

Un ave azul, muy bonita, de plumaje limpio que entra a la fortaleza por su propia voluntad, muy diferente de Tim, que fue traído a rastras, literalmente. 

El muchacho le espera sentado en el suelo cuando vuelve de ver al ave transformado en humano, temblando ante la pérdida de las plumas que representan su libertad. 

Lo ha dejado a solas con su nieto, seguro de que el chico sabrá que hacer, pues el ave le pertenece ahora a él, a Damian... 

Y entonces lo vé, en medio del salón del trono, no con la túnica rasgada que usa desde que llego allí sino con las que Ras le dio en el momento en que le cortaron las plumas, las ropas que anuncian que esta dispuesto a servir como él desea ser servido. 

Llega hasta el joven que tiene los hombros bajos y entonces se miran, el azul de sus ojos profesan algo que no le ha visto hasta entonces... miedo.

Y Ras sonríe, sonríe mientras lo toma en brazos y lo estrecha contra si adivinando su falta de experiencia y su pureza... lo siente temblar contra su cuerpo y sonríe bajando los labios por sus mejillas hasta besar sus labios agrietados, adivina las plumas de color escarlata que pronto volverán a crecer, pero ya no importa... porque el chico ha aceptado servirle...

Servir a los deseos de Ras.

Servir en su palacio, en su salón y en su lecho.  

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⏰ Última actualización: Mar 08, 2018 ⏰

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