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Se frotó con desespero el tabique de su nariz, cansado, no enojado pero si frustrado de escuchar a sus compañeros sobre lo muy sexys que son las chicas de tercero de secundaria, lo grandes y femeninas que se veían. A Jonathan nunca le habían llamado la atención; no negaba que las muchachas eran lindas pero no le provocaban aquello que tanto se menciona en los libros de biología ¿Qué palabra era? ¿Excitación? Un escalofrío recorrió su columna al pronunciar aquella palabra en su mente. Si su madre llegara a escuchar las conversaciones de sus "amigos" de seguro no los volvería a ver nunca más.

—Oye viejo —un golpe en su brazo le hizo volver a la realidad mirando a su amigo de cabello anaranjado y pecas que se confundían por barros consecuencia de la pubertad— ¿Ese no es tu amigo? —El niño volvió hablar señalando con la cabeza a un chico de cabello negro, pequeño de estatura... Hablando con las chicas de tercero, quienes tonta e indiscretamente miraban con asombro a aquel niño de ojos verdes que de seguro, orgulloso, presumía ser el hijo del señor Wayne, la herencia de la empresa que pronto tendría, miles de barbaridades que hacía que las chicas sólo quedaran completamente embobadas ante él. Otro motivo por el que reducía el interés por ellas; la avaricia de buscar un marido rico era lo que ellas iban buscando, daban vergüenza. Quizás era por la diferente educación que sus padres le ofrecieron, quien sabe, pero de todas formas su atención no era para ellas. Era para alguien más y no precisamente era una chica.

Los ojos verdes del chico hicieron contacto directo con los azules del contrario, se quedaron así por unos segundos hasta que Jonathan los desvió hacía su comida, queriendo olvidar un poco ya, dejar de tener pensamientos absurdos.

Queriendo dejar de pensar en él.

Y es que a los trece años descubrir que eres alguien diferente a los demás chicos de tu clase, es extraño, incómodo, muchos otras cosas más. Era extraño el saber que todos ellos ya habían tenido su primer beso, su primer novia; cuando le preguntas a él era siempre lo mismo... No me interesa. Difícil poder expresarlo, difícil porque no sabrías que dirían tus padres, tus amigos, nadie sabía, exceptuando a la pequeña amiga de ambos; Maya, quien le apoya e inclusive le anima a confesarle a Damian lo que siente por él; pero es aún más difícil saber que tu primer amor nunca podrá saber tus sentimientos porque él te puede ver únicamente como un gran amigo, gran compañero en las misiones a las que ambos van, un primer beso para él sería el clásico choque de puños, el abrazo de consuelo sería la palmada en la espalda cuando los planes no salen correctamente. Su corazón se hacía pequeño, las lágrimas eran enemigas de querer salir, pero tenía que aguantar; dio una última mirada hacía donde estaba el chico y se encontraba ya abrazando a una niña de cabello castaño largo.

Para su suerte, el descanso se había terminado pero tampoco quería entrar a clases, así que solamente se levantó tiró lo que sobró del desayuno y sin más salió de la cafetería.

Deseando ser aquella chica de cabellos castaños.

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— ¿Dónde diablos estabas Kent? ¡Llevo esperándote desde hace media hora! —Le gritaba desde el otro lado de las escaleras del colegio, rodando los ojos con cansancio— Estaba terminando unos ejercicios de algebra, no molestes ¿Quieres? —Damian giró su rostro extrañado, Jonathan nunca contestaba a sus quejas, sólo le ignoraba o salía con un pretexto absurdo. Pero al parecer hoy era diferente, o más bien, Jonathan estaba diferente, se comportaba de manera extraña desde hace varias semanas. Pero era aún más extraño que el mismo Damian se preocupara por aquello, quizás porque a pesar de todo; estimaba mucho al muchacho de ojos azules, estimar era una palabra muy vacía, porque después de todo Jonathan fue y es su primer amigo. Claro que había veces que Damian sacaba de sus casillas al pobre niño Kent pero le causaba gracia, hasta ternura; adoraba molestar al Jonathan y saber que tal vez llegase un día que ambos dejaran de hablarse le dolería en demasía. No podría permitírselo.

Inocence | DamiJonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora