1. LA TIENDA CON OLOR A MADERA

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Es semana santa en México y las vacaciones traen consigo viajes familiares, visitas de provincianos a la capital y de capitalinos a las provincias, y porqué no, aprovechar las semanas para salir del pais.

Daniel y Nadia, el matrimonio felizmente casado desde hace ya 25 años se tomarían el chance para salir y conocer Costa Rica.

Los hijos, Amauri y Javier fueron encargados con la abuela quien tenía toda una lista de actividades para esas dos semanas que pasarían con ella, desde ayudar con las labores del hogar hasta actividades extraescolares. Fue así como Amauri llegó a esta situación, parecía cotidiano tener que esperar a sus padres en casa de la abuela pero esta estancia no tendría el mismo efecto cotidiano de las veces pasadas, este llegaría a modificar sus esquemas de vida; y es que Amauri había crecido en una familia con dogmas cristianos rígidos y conservadores, toda su vida estaba agendada con actividades variadas que no dejaban un minuto de ocio, era demasiado para un chico de 18 en realidad, practicaba diario el cello y estudiaba horas extra después de clases cosas como inglés, música, italiano, latín, teología y pintura. Era un verdadero az en lo que hacia.

Su primer día, para la agenda de la abuela consistía en ayudar consiguiendo los enseres necesarios para la comida del día, y así obedeció.

Él no conocía bien esos rumbos así que se dirigió a la primera tienda de barrotes que encontró, era una tienda grande pero discreta, tocó con unos golpes secos sobre la madera vieja del mostrador para que alguien le surtiera de aquello que estaba necesitando.

Finalmente, después de unos segundos apareció un chico que parecía haber permanecido oculto detrás de algunos de los aparadores esperando a algún cliente tras horas de no conseguirlo.

Era un chico bastante alto, de piel blanca, cabello rizado y un tanto alborotado haciendo juego con sus barbas apenas recortadas hace un par de días; tenía unos anteojos que lucían viejos y la ropa descuidada.

- Buena tarde - saludó Amauri un poco tímido pero el joven no respondió -Necesito surtirme de esta lista- el tendero sin decir una sóla palabra tomó el pedazo de papel y empezó a poner todo en una bolsa grande de papel, nisiquiera hizo contacto visual con Amauri, sólo se dedicó a lo suyo.

La situación era tensa, el olor a madera vieja que despedían los aparadores aunado al sepulcral silencio ponían algo ansioso a Amauri; aún así no se atrevió a hablar, sólo se escuchaba el sonido de la bolsa de papel abriendo paso a los productos de la lista.

-Son $77- irrumpió la voz grave del tendero haciendo sobresaltar a Amauri.

-Ah, gracias, a... aquí tienes- Amauri dio el dinero, tomó las cosas y sin decir mas que un casi imperceptible y engolado "gracias" salió de la tienda.

Definitivamente esto ponía muy tenso a Amauri pero ¿Quién era el chico de la tienda y porqué era tan callado? esto lo tenía que descubrir y no descansaría hasta descubrirlo.

Así llegó a casa de su abuela con las cosas, y la abuela Lilí reconoció enseguida la bolsa -¿A dónde te fuiste a meter, mijo?- dijo algo preocupada la abuela -es la tienda a dos calles de aquí, me pareció buena tienda y dan barato- la abuela miró a su nieto y en un tono de molestia y preocupación respondió amorosa como toda abuelita

-Tengo mis razones, mijito, es mejor que vayas a la tienda de aquí atrás, con doña Hortencia, ella es más atenta y aunque da un poco más caro es mejor evitar la otra tienda- dijo mientras desempacaba el encargo.

-¿Pero porqué, abuelita?

-Sólo obedece, por favor, mañana irás con doña Horencia, ella te dará bolas de plástico y nos evitaremos otros problemas- dijo la abuela con su semblante serio y autoritario advirtiendo de algún peligro latente en ese lugar.

La curiosidad de Amauri pasó de ser un simple no comprendo a un imperante e insistente debo saber.

Toda la tarde practicó en su cello las complicadas piezas que interpretaría la siguiente semana con la orquesta juvenil de la que formaba parte pero aunque sus manos estaban moviéndose con gracia sobre el mastil del cello emitiendo bellos fraseos, su mente estaba en la tienda vieja con olor a madera pero más que en la tienda, en el tendero.

De repente su celular sonó, era su novia Julissa...

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⏰ Última actualización: Jun 13, 2014 ⏰

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