Las farolas iluminan con exactitud cada pequeño paso que doy, el viento sopla sorprendentemente calmante y la luna danza muy lentamente en el cielo oscuro de la noche. Desvío mi mirada del suelo y trato de fijar mi mirada en algo que me pueda entretener en el otro lado de la calle, por desgracia, no encuentro nada y soy obligado a profundizar en mis cansados pensamientos de final de semana llena de arduo trabajo.
''A veces siento que estoy harto de las personas, de todas ellas, ¿será algo normal?''. − Me pregunto repetidamente sin tener consciencia de ello.
Flotando entre los confusos pensamientos característicos de un adolescente, veo pasar a personas, parejas y en alguna ocasión, pequeños grupos de personas. La mayoría de estas personas estaban con un móvil en mano, irónicamente, lo encontré curioso. Yo me había quedado sin batería, así que solo por esta vez, sentía que tenía la capacidad de salir de la sociedad por un momento, y mirar desde una nube a todos los demás. Pensé en lo triste que realmente era la situación. Evitando cualquier contacto para seguir nuestra partida en el Clash Royale o en cualquier otro juego en el que por mucho que ganes, realmente siempre perderás; dándole like a fotos, vídeos de personas anónimas; envidiando situaciones inexistentes, transparentes, falsas.
Voy caminando cada vez más ligeramente, veo el portal de mi edificio, busco mis llaves en los bolsillos delanteros, después de los traseros; hasta que encuentro el ruido característico del choque metálico entre el par de llaves que abrían las dos puertas hacia mi hogar. Entro por fin a casa, abro la puerta de mi desordenado cuarto y suspiro profundamente.
''No os creeréis las paranoias que se me han cruzado por la cabeza de camino a casa''.
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