Mi nombre es Ana, y peso 107k, sí, sé lo que estarás pensando, que me paso todo el día comiendo, que no hago ejercicio, que no me preocupo por mi salud... Es curioso, entre estas blancas paredes llevo ya tres meses, según lo que he podido contar; y hace ya un tiempo que de hecho me obligan a comer, curioso, ¿no?
Cada mañana me despierto y veo los ojos llorosos de mi madre, que sostienen mi mano mirandome pena, mientras me susurra con dulzura:
"tranquila cariño, pronto pasará todo."
Y yo, cada día, como es rutina, la miro de vuelta y le sonrío, en muchas ocasiones nos abrazamos, y es en ese momento en el que mi madre se derrumba y sus lloros se intensifican. Otras veces pasa el doctor que se ocupa de mí y comenta con mi madre temas de ''adultos'' como del tratamiento que tendré, si tendré una nueva compañera o si decidirán cambiarme algún día de habitación, a una mucho más oscura y cerrada, para siempre.
Nunca llego a comprender del todo que está pasando, me paso los días confusa y pensando en qué me está ocurriendo realmente. Cojo mi móvil y consulto todas mis redes sociales, con mensajes motivadores y mandándome ánimos por alguna razón, pero yo siempre acabo mirando esos perfiles de chicas perfectas, con un cuerpo perfecto, una vida perfecta... Con chicas normales, no como yo, que estoy encerrada en un hospital, como si tuviese algún problema grave... Es en esos momentos en los que pierdo el hambre.
''No debería, si quiero llegar a ser una chica perfecta como todas ellas''.
Y los días se repiten, una y otra vez, la misma rutina; hasta que llegue el día... Y todo vaya a mejor, de una manera o de otra.
[Cualquier parecido con la realidad es pura desgracia.]
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Relatos ilustrados
RandomRelatos independientes uno del otro, mayoritariamente centrados en diferentes tipos de pensamientos, junto a ilustraciones que los acompañan